III. LA NOCHE DE HALLOWEEN

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Llamaron a la puerta a eso de las 9 de la noche. Will ya se había marchado, acompañado por Jonathan. Corrí a abrir la puerta.

-Hola - saludé.

Oh, Dios mío; estaba guapísimo con ese traje de fiesta, con esas gafas de sol pese a que hacía horas que la luna brillaba en el cielo oscuro.

-¿Estás preparada? - preguntó, quitándose las gafas.

-Eso creo - respondí.

-Hola, Steve - saludó mamá apareciendo detrás de mí -. ¿Qué tal todo?

-Todo bien, señora Byers. Gracias - se volvió hacia mí -. ¿Nos vamos?

-No volváis muy tarde - pidió mamá -. T/n, no te separes de ellos.

-Tranquila, yo la cuido - aseguró Steve -. Estaremos de vuelta como muy tarde a las 2.

Miré a mamá. No parecía muy convencida, tenía una mirada de preocupación.

-Estaré bien - prometí.

-Vale - accedió -. Pasadlo bien. Te quiero.

-Yo también.

Le di un beso de despedida. Steve dobló su brazo para que yo enganchase el mío y caminamos hasta su coche. Por alguna razón, durante aquel camino que no duró más de 15 segundos, mi corazón se aceleró y sentí cosquillas en el pecho. "No me gusta", me obligué a pensar, "es solo un amigo y, además, el novio de Nancy, que también es mi amiga. Así que ni hablar".

Ella ya estaba en el coche. La saludé al entrar, me abroché el cinturón de seguridad y miré hacia atrás. Mamá seguía en la puerta. La saludé con la mano y ella devolvió el gesto mientras Steve arrancaba.

Al llegar, me di cuenta de que aquel sitio no era para mí en absoluto. Estaba lleno de gente, la mayoría solo me sonaba de vista y todos eran mayores que yo. "¿Por qué no fui con Will?", pensé, realmente arrepentida. Más arrepentida aún cuando vi a Billy, quien, rodeado de un gran grupo de gente que vitoreaba su nombre como si acabase de ganar un premio (y posiblemente para ellos acababa de hacerlo), fijó sus ojos en los míos. Me eché atrás en un acto reflejo, chocando con Nancy.

-¿Estás bien? - preguntó ella.

-Sí. Todo bien - respondí con mi mejor sonrisa.

-Pues vamos a divertirnos - dijo, y por su tono de voz me pareció que no lo decía muy en serio, como si a ella tampoco le hiciese demasiada gracia estar allí.

Nos adentramos entre la multitud. Nancy fue directamente a la mesa para buscar algo que beber y, como yo había perdido a Steve de vista, la seguí.

Se sirvió un vaso de ponche y me sirvió otro a mí.

-¿Esto no tiene alcohol? - pregunté, preocupada.

-No te preocupes por eso - dijo, echando la mano hacia atrás en un gesto para restarle importancia -. Solo no bebas demasiado y estarás bien.

Pensé que por una noche no pasaba nada. Así que bebí. Y después de eso me llené otro vaso. No me fijé en cuantos llevaba Nancy, pero no me preocupé demasiado. Pensé, erróneamente, que sabría cuando parar.

La música se colaba por todas partes, llenando el lugar, y todos bailaban. Steve se acercó a nosotras bailoteando. Estiró una mano hacia mí.

-¿Bailas? - preguntó.

Asentí y di a Nancy mi vaso a medias para que lo aguantara. Bailé con Steve durante un rato largo, ambos nos lo estábamos pasando genial. Más que bailar, hacíamos un poco el tonto, y yo no paraba de reír. En aquel momento no podía importarme menos el estar rodeados de gente, algunos borrachos, o la presencia de Billy que, en realidad, ¿por qué me importaba tanto?

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersWhere stories live. Discover now