XIV. BIENVENIDA A CASA, ONCE

194 12 0
                                    

Mis sospechas no tardaron en confirmarse, pues pronto empezamos a oír aquellos rugidos tan reconocibles. 

-Eso no mola - dijo Dustin. 

Nos acercamos corriendo a la ventana para ver si se acercaban. No se veía nada. Los demás volvieron a casa con Will. 

-Eh, eh, alejaos de las ventanas - nos ordenó Hopper. 

Obedecimos. Hopper le tendió una escopeta a Jonathan.

-¿Sabes disparar? - preguntó. 

-¿Qué? 

-Que si sabes disparar.

-Yo sí - dijo Nancy.

Hopper le pasó el arma sin preguntar nada más. Los que tenían algún tipo de arma o algo con lo que defenderse se pusieron delante, más cerca de las ventanas. Los que no teníamos nada nos pusimos detrás de ellos. 

-¿Dónde están? ¿Dónde están? - preguntó Max, alterada.

Le di la mano. Ella me miró y yo asentí sin apartar mis ojos de los suyos. 

-Tranquila - dije -. Estoy contigo. 

Ella asintió y me apretó la mano. Los rugidos se escuchaban cada vez más cerca. De pronto, uno de ellos entró disparado por la ventana y se estampó contra la pared. Retrocedimos, asustados, pero el "Demoperro" no se movía. 

-La leche - soltó Dustin, sorprendido. 

-¿Está muerto? - preguntó Max. 

Hopper le dio una patada para confirmarlo. Lo estaba. 

Oímos un ruido en la puerta. El pestillo se abrió. Todos levantaron las armas en esa dirección. Mientras la cadena de la puerta se deslizaba sin que nadie la tocase, solté la mano de Max y la puse sobre la escopeta de Nancy para que la bajase.

-Quietos - dije -. Solo conozco a alguien que sería capaz de hacer eso…

Aguanté la respiración hasta que la puerta se abrió y, tal y como me suponía, ella entró. 

-¡Ce! - chillé, soltando de golpe todo el aire que tenía en mis pulmones.

No sé si empecé a llorar antes o después de, literalmente, lanzarme hacia ella con tanto ímpetu que perdimos el equilibrio y las dos acabamos tiradas en el suelo. 

-Ah, joder, perdona - reí.

Ella se rio también, y me abrazó con fuerza.

-¡T/n! - exclamó. 

-Oh, Dios, me alegro de verte, peque. Me alegro muchísimo de verte. Joder, te eché de menos. 

-Y yo… 

Reía, y yo también. No podía parar de reír y de llorar, quería gritar, chillar de alegría. La besé en las mejillas, la nariz y la frente, tantas veces que no podría contarlas.

Sujeté su cara entre mis manos para mirarla bien. Era la misma que había visto en el colegio. Había sido ella, no un espejismo. Ella. Once. Sólo que ahora tenía el pelo engominado y peinado hacia atrás, y los ojos pintados. 

-¿Nuevo look? Te queda bien. 

Ella sonrió. La ayudé a levantarse y le di un último abrazo antes de apartarme para que pudiera saludar al resto. Para que pudiera saludar a Mike. 

Se abrazaron. Yo traté de secarme las lágrimas sin poder parar de sonreír. Aquella niña entrando en mi casa era lo mejor que había pasado en meses. 

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersWhere stories live. Discover now