Capítulo # 101

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Draco se aparecía como todas las mañanas en la Residencia Granger, pero esta vez llevaba rosas. James al verlo solo asintió con la cabeza en señal de saludo, dejándolo entrar sin problema.

-¡Amor te extrañé mucho! - exclamó Hermione enamorada al verlo lanzándose a sus brazos para besarlo a su antojo.

Draco la recibió, pero antes de acercar sus labios colocó el ramo frente a sus ojos y le dió la mejor de sus sonrisas.

-No debiste molestarte - dijo la castaña enternecida - espérame aquí voy a ponerlas en un jarrón. Dejándolo parado en el pequeño salón. Este a espaldas de Hermione miraba con repugnancia el lugar.

El rubio la tomó de la mano y sin preguntar la llevo directo a la chimenea, para luego susurrar el lugar de destino.

Hermione iba tan embelesada en los brazos de su hombre que no le importo el lugar, solo que disfrutaría de su amor por un buen rato.

El lugar tenía un hechizo ilusionador, la vista era de un sofisticado y lujoso hotel, cuya habitación tenía una cama con dosel, edredón color musgo. 

Hermione le recordó a la habitación de los chicos en Griffindor, solo que por los colores, se hubiera parecido a Slytherin.

Se acercó como felina hacia su rubio novio, pero éste la miró con asco y frunciendo el ceño le preguntó ¿Qué te pasa, asquerosa SS  por qué te atreves a tocarme?

-¡Draco! ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tratas así? - pregunto sorprendida la castaña  

-¡A mí no me pasa nada! - gritó el rubio arrogante - solo que ya me cansé de este jueguito, ya no puedo más.

-No me digas que creíste, que yo el gran Draco Malfoy, uno de los sagrados 28 iba a mezclar mi preciosa sangre pura con la tuya, ¿para qué? 

-Para traer un inmundo mestizo ¡Estás loca! Yo no soy Ron Weasley, un traidor a la sangre que se revuelva con putas SS.

-¡Basta! No quiero oírte - gritó Hermione con gruesas lágrimas en sus mejillas mientras su corazón se rompía en mil pedazos.

-¡Basta, tú! - gritó el rubio molesto - si no quieres que te demuestre todo el asco que me provoca tu presencia alejate de mi. 

-¡Llévame a mi casa! - exigió Hermione destruida - para alejarme de ti para siempre.

-No tan rápido SS - dijo el rubio arrogante - no es necesario que te vayas yo ya encontré la forma de deshacerme de ti, de una vez por todas.

Hermione temblaba de pies a cabeza, miraba al hombre que le había jurado amor eterno, sus palabras llenas de odio retumbaban dentro de su cabeza, pero a pesar de todo su corazón se negaba a creer, pese a que su parte lógica le vaticinaba lo peor.

-¿Qué harás conmigo? - le preguntó temblando.

-Te mataré asquerosa SS y así cumpliré con el último deseo de milord - susurró el rubio muy cerca de su oído.

-¡No…! - gritó Hermione destruida - ¡Tú no ..!

-¡Yo no qué! - exclamó con cara de fastidio Draco - yo acabaré contigo SS inmunda...no lo dudes.

Una vez dichas esas terribles palabras, Draco salió de la habitación dejando más que destruida a Hermione.

El hechizo poco a poco comenzó a desaparecer, mostrando las mazmorras mugrientas y hediondas a sangre.

Hermione lloró y gritó hasta que se quedó sin voz. Sus deseos de vivir los mató su Draco, su rubio.

Ahora se encargaría de matarla. Todo fue una escaramuza para vengar la muerte de Voldemort. Y ella fue tan tonta para creerle.

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