Capítulo # 2

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A la mañana siguiente, algunos  jóvenes se quedaron dormidos, entre ellos, Rose Weasley, Scorpius Malfoy y Alexander Zabini.

Draco molesto había encantado la puerta, para que no pudieran entrar. Una vez terminada la clase salió del salón y se dirigió apresurado a la oficina de la Directora.

Los chicos al ver la actitud de su profesor caminaron detrás suyo, ya sabían lo que les esperaba.

Rose estaba asustada y muy nerviosa, conocía muy bien el carácter de su madre así como el castigo por su error.

— Caramelos de Limón — susurró el rubio y la gárgola le dio paso a la oficina de la directora, Minerva McGonagall.

— Profesor Malfoy — dijo la directora ¿A qué debo el honor de su visita?.

— ¡Buenos días! — saludó Draco — el motivo es por el atraso de tres estudiantes, pero del castigo de uno de ellos, me encargaré yo personalmente.

— Comprendo — aseveró Minnie — Ayúdeme con los nombres de los otros dos alumnos, por favor.

Draco sacó su libreta para revisar los castigos de sus alumnos — Rose Weasley es excelente estudiante, no seré muy severo con ella, pero requiero la presencia de su representante.

— ¿Y el otro estudiante, cómo se llama? — preguntó la directora.

— Alexander Zabini — respondió Draco meditabundo — por favor llamé a su madre — ella sabrá darle un castigo ejemplar.

— Bien — refutó la directora ¿ A qué hora desea entrevistarse con los padres? — para enviar las lechuzas.

—  A la hora del almuerzo, estará bien — respondió Draco — ahora si me disculpa me retiró, tengo una clase que dar antes de eso. Y se retiró.

Rose estaba con los ojos vidriosos y la nariz roja, a su lado Scorpius avergonzado, con las manos dentro de sus bolsillos y por último Alexander preocupado, sabía de antemano que de los tres padres, su madre Ginny Weasley, era la peor... Me dejara sin salidas por todo el año o peor no me permitirá visitar a mis tíos en Sortilegios Weasley — pensó para si.

Al bajar Draco se los encontró a los tres, se giró y llamó a su hijo — ¡Scorpius! ¡Ven aquí!

El pequeño rubio se acercó temeroso a su padre  y le dijo — Dígame papá...

— Ve al almacén de las pociones, quiero que lo limpies a conciencia y ordenes las pociones en orden alfabético — ordenó Draco.

Scorpius asintió y camino hacia el lugar.

— Srta. Weasley — llamó Draco — Usted vaya a la biblioteca, necesito 2 pergaminos sobre la poción Amortentia, que me lo entregará hoy antes de la cena. ¡Entendido!

— Sí, profesor — aseveró la pelirroja y salió casi corriendo para cumplir su castigo.

Alexander lo miró vacilante esperando su castigo, pero Draco ni lo miró.

— Profesor — llamó el moreno ¿Cúal será mi castigo?

— De eso se encargará tu madre — respondió Draco serio — lo siento ya no puedo ayudarte más, has excedido el límite de mi paciencia — he dejado pasar algunos errores tuyos por el cariño que nos tenemos tu padre y yo, pero tú te has aprovechado de eso.

El muchacho trago grueso, estaba más que consciente de todos sus errores, así que solo le tocó asentir en silencio y esperar que su suerte no se haya escapado por la ventana.

Draco terminó sus clases y se dirigió a su oficina, para revisar el castigo de Scorpius

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Draco terminó sus clases y se dirigió a su oficina, para revisar el castigo de Scorpius.

Al llegar, su hijo había cumplido a cabalidad su trabajo y descansaba en un pequeño sillón con la corbata floja y la capa doblada sobre el espaldar del sillón.

— ¿Terminaste? — preguntó su padre serio ¿Tienes hambre?

— Si padre y mucha — respondió Scorpius ¿Podemos llamar a Stuart?

Draco asintió con la cabeza mientras entraba a su habitación para refrescarse un poco.

— ¡Stuart! — exclamó Scorp bajito ¡Ven rápido! Tengo mucha hambre.

El elfo apareció con una bandeja llena de alimentos, para sus amos e hizo una reverencia para luego preguntar — ¿El menú es del agrado del amito?

— Sí, todo se ve delicioso Stuart — aseveró Scorp emocionado, pero ya te he dicho que no me llames amito.

Stuart con lágrimas en los ojos se golpeaba duro la cabeza en la puerta — elfo malo, elfo malo — dijo.

— No hagas eso, Stuart — gritó Scorpius llorando y abrazándolo — tú eres mi amigo y no quiero perderte.

Draco que escuchaba los lamentos del elfo y los sollozos de Scorpius salió a su oficina. Le partía el corazón ver sufrir a su hijo, que después de la muerte de su madre no quería perder a nadie más.

— Scorp, hijo por favor, deja de llorar — pidió su padre — Stuart esta bien ¡miralo!!.

Stuart se soltó del agarre del adolescente y haciendo una reverencia desapareció.

Draco suspiró y abrazó a su hijo tratando de que sintiera la calidez de su alma, él lo amaba mucho, era su adoración — no presiones a Stuart con tus muestras de afecto — ellos son criados así, para servir a sus amos — si tanto lo quieres tratalo bien y se educado con él.

— Sí, padre — refutó el pequeño rubio limpiandose las lágrimas con las manos — no volverá a pasar te lo prometo.

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