Capítulo # 17

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Hanna Abbott que era la dueña del Caldero Chorreante se dirigió hacia el grupo de amigos que reían divertidos.

— Gracias por compartir sus victorias en nuestro local — dijo Hanna, pero lastimosamente ya es tiempo de cerrar — debo pedirles que se retiren.

Theo fue el primero en levantarse, tomó de la mano a su esposa y haciendo una venia a sus amigos dijo — Fue un placer compartir esta velada con ustedes, nos veremos pronto.

Más atrás los siguieron Ginny, colgada del brazo de Blaise.

Pansy besó a Harry de tal manera, que su amiguito se despertó y tomando de la cintura a su esposa desaparecieron sin despedirse.

— Bueno Granger — aseveró Draco algo mareado — solo quedamos tú y yo — y como soy un caballero te escoltare hasta tu casa.

— No es necesario, Draco — respondió la castaña mareada también —  Yo me puedo aparecer sin problema.

— Insisto —

La tomó de la mano para guiarla a las chimeneas, como pudo se agachó para tomar los polvos flu, y susurró — Malfoy Mannor.

Se aparecieron en su recámara de soltero, ambos estaban muy mareados y se acostaron en la cama aún vestidos quedándose profundamente dormidos.

No se supo cómo ni porque se desnudaron, sólo que al amanecer, Hermione vestía la camisa de dormir del rubio y este el pantalón.

Draco abrió los ojos aún con sueño mirando alrededor, se giró hacia su velador para revisar su reloj... Eran poco más de las 8 am, agradecía que la reunión se llevará a cabo un viernes, así no tendría que responder ante la directora por la pérdida de una clase.

Se acomodó en su almohada para seguir durmiendo, pero al tantear su cama tocó piel suave y curvilinea, abrió sus ojos sentándose de sopetón... GRANGER — gritó — ¿Qué haces en mi cama?

La castaña se despertó asustada y al bajar la cabeza notó la desnudez de su cuerpo de la cintura para abajo, jalo desesperada las sábanas para cubrirse — ¿Qué haces en mi cama, hurón pervertido? — grito

— ¡Tu cama! — exclamó el rubio ofuscado por el odioso apelativo que escuchó — mira bien Sabelotodo... Esta es mi casa.

— ¡Plop! —  se escuchó de rrepente en la habitación, Stuart apareció y haciendo una reverencia preguntó — ¿Están listos los señores para bajar a desayunar?

— No — gritaron ambos al unísono lanzándose miradas asesinas.

— Nadie desayunara hoy — respondió Draco molesto — Hasta que no arreglemos este desastre.

Hermione miraba atemorizada a Draco y sintiéndose vulnerable hizo lo que hacen todas las mujeres asustadas... Llorar

El rubio suspiró cansado, sintiendo remordimiento por su comportamiento en ese extraño momento, se acercó a ella y la abrazó — tranquila Hermione — susurró mientras acariciaba su espalda — Perdoname por gritarte y decirte Sabelotodo.

Hermione sorbia su nariz y aún escondida entre sus brazos le dijo — Perdoname tu también por llamarte, hurón, pero aún no entiendo cómo llegamos aquí — recuerdo que me acompañarías a mi casa.

— Estábamos muy mareados, yo tenía mucho sueño y quería dormir — respondió Draco — creo que pensé en mi habitación y nos traje aquí — Perdoname Herms, te juro que no te toque.

— Pero entonces como nos desvestimos — exclamó la castaña confundida.

— Yo no puedo dormir vestido — dijo Draco ¿y tú?

Hermione asintió avergonzada.…yo tampoco.

— ¿Quieres desayunar aquí o en el comedor? — preguntó Draco cauteloso.

— En la cocina está bien para mí — aseveró Herms en un susurro.

— ¡Stuart! — llamó Draco — prepara nuestro desayuno en la cocina, por favor.

— Si, amo — dijo Stuart — sus desayunos están listos tal como les gusta.

Esas palabras despertaron curiosidad en Hermione, quien bajo en compañía del rubio hacía la cocina, sorprendiendose aún más al encontrar... Jugó de calabaza, huevos revueltos, café y fruta recién cortada, todo lo que ella solía desayunar, pero no dijo nada.

Por otra parte, Draco tenía servido, panqueques con miel y fresas, café y fruta, en específico una manzana verde.

Conversaron mientras desayunaron como dos viejos amigos. Por ratos, Hermione miraba a Draco, notaba lo inteligente que era, con él habían tópicos de conversación, utilizaba los cubiertos y la servilleta, cuidaba de no ensuciar la mesa, detalles que ella tuvo que perdonarle a Ron, porque lo amaba.

Eternal Flame Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz