Capítulo 45: El amante traidor

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Los ojos violetas de A-Cheng fijaron en los de su marido, se concentró en su mirada de amor y su olfato en su aroma protector. Ya no habría tiempo de aceptar la marca de su marido. Enlazarse llevaba tiempo y casi siempre arrastraba a la pareja al coito por el placer que experimentaban, No había tiempo para ello. Seguramente, en unos instantes vendrían a clamar por la presencia del líder para dirigir a la secta.

—A-Cheng, pase lo que pase te protegeré. Confía en mí, amor.

Jiang Cheng envolvió sus brazos en la nuca de su alfa y se lanzó a sus labios, los necesitaba. Aunque sea por un instante era vital sentir el amor de su marido, por un instante quería olvidar que ambos podían morir ahí.

Xichen envolvió a su pareja por la cintura, lo apretó cotara su cuerpo como si quisiera fusionarlo, convertirse en uno solo. Como desearía asegurarse de que a Jiang Cheng no le suceda nada. Deseaba alejarlo del peligro lo más que pudiera. Tenerlo así totalmente protegido de todos, en sus brazos, disfrutando de su aroma y envolviéndolo con el suyo para que nadie se atreva a tocarlo. Jiang Cheng había robado su corazón por completo, era el amo de su corazón, de su alma. Acarició la espalda del omega e intentó que su aroma de alfa quedase impregnado en él lo más que pudiera. Ya no había tiempo para marcarlo, debió haberlo hecho antes, pero, aun así, moriría antes de permitir que Jiang Cheng sufriera alguna de las vejaciones que se había escuchado de los Wen a las distintas familias caídas.

—A-Huan, tengo miedo. —Confesó. — Pero, cumpliré con el plan. —Agregó más repuesto.

—Saldremos adelante. ¿Lo ves? —Señaló hacia afuera. — La barrera que creamos es impenetrable. Lo lograremos. Una vez que capturemos a Wen Chao podremos negociar con Wen Ruohan. Eso nos dará tiempo para, junto a la secta Jiang, marchar hacia Sin Noche. Estoy seguro que aún quedan sectas que están dispuestas a pararse nuevamente para pelear.

—Lo haremos, capturaremos a Wen Chao.

Esa era la gran apuesta. Debían de obtener algo con que negociar contra Wen Ruohan y era uno de sus hijos. Aunque no hubiera amor, estaban seguros que no dejaría morir fácilmente a uno de ellos, además si ellos vencían ahí sería un golpe que serviría para que más sectas se levanten en contra de Wen Ruohan.

Nuevamente, se besaron, pero esta vez con más lentitud, solo para saborear los labios del otro y disfrutar sus últimos momentos antes de ponerse la careta de seriedad y valentía para inspirar a toda la secta Lan a luchar.

Escucharon el clamor de los discípulos fuera del hanshi, Xichen dio un último beso en la frente de su lotito. Tomó su mano y juntos desenvainaron sus espadas para salir del hanshi donde fueron recibidos por los discípulos. Era el momento de hacer su jugada.

Jiang Cheng se encargó de acelerar y cuidar a todos los no combatientes que debían de refugiarse en la montaña ancestral, donde existía el hechizo más poderoso de barrera. Incluso si caía la secta Lan, la montaña ancestral los protegería. Ahí también transportarían algunos de los tesoros y armas de la secta, así como los libros más sagrados y peligrosos. Mientras que Xichen fue al frente, dividió a sus discípulos en diferentes categorías, los que atacarían con flechas desde dentro de la barrera, los que atacarían usando sus armas musicales y los que junto a él saldrían a pelear cuerpo a cuerpo y limpiar a los Wen que más se acercaban.

Las distintas divisiones comenzaron. Wanji y Qiren usaban su guqin para atacar dirigiendo a los demás discípulos diestros en las armas musicales. Mientras que otros jóvenes maestros Lan atacaban con flechas a los que ya se veían turbados por la música. Aprovechando la caída de varios Wen, Xichen salió de la barrera y comenzó a pelear con todos los remanentes. La sangre chorreando de sus víctimas manchó sus túnicas blancas. Quería llegar a Wen Chao, pero era el hombre más protegido en ese batallón. No dirigía de frente a sus discípulos, sino que observaba desde atrás, apretando la mandíbula, nervioso por ver como el líder Lan no parecía tener rival.

Betrayal LoveWhere stories live. Discover now