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Jueves, 10.30 am. 

En el mundo hay millones y millones de personas. Cada una con una manera diferente de comenzar el día. Despertar puede ser, en muchos casos, un ritual del que depende el estado de ánimo de un individuo durante el resto del día. Algunos usan alarmas de sus teléfonos, otros, despertadores clásicos, esos de las campanitas que se golpean para silenciarlas. Otros simplemente abren sus ojos en la hora correcta, o se atrasan. En vacaciones es completamente aleatorio. 

Pero si existe una forma peculiar y adaptable a cualquier situación, es la manera en que Niall despierta a Nick. 

Sus ojos se abrieron como platos al sentir que todas las capas de ropa de su cama volaron hacia atrás, dejándola al descubierto y congelándole hasta los huesos. Se volteó, teniendo una vaga idea de lo que le esperaba. 

—Explícame esto, pequeña malvada. —Dijo, apuntándose a sí mismo con el dedo índice. Su rostro, además de tener sueño, estaba lleno de pequeñas caritas felices dibujadas a lápiz, en donde cada una tenía un ojo de tinta y otro de lunar. 

Nick se rió como boba un segundo, luego se excusó. —Fue demasiado tentador. 

—¿Sabes que es tentador?

—Oh. 

Lo de siempre. 

Jueves, 11.00 am.

Se merecía algo a cambio y lo aceptaba. Por lo que, luego de las cosquillas, tuvo que buscar un pañuelo y algo de crema, y sentarse en medio de la sala para quitarle una a una cada cara feliz que había dibujado sobre el rostro del chico. 

Claro que no iba a quejarse. ¿Qué chica enamorada no querría tener el rostro de su chico mirándola, apoyado sobre sus piernas mientras ella le limpiaba? 

En realidad, cualquier cosa que hiciera con él estaría bien. Y era obvio, pero si eso implicaba tener su rostro a menos de veinte centímetros, era fantástico.

—¿Cuánto falta? —Preguntó, inquieto. 

—Mucho. —Dijo Nick con el entrecejo fruncido. —Deja ya de moverte, Niall —Soltó, riéndose. Cada vez que miraba hacia algún lado, su cabello le hacía cosquillas. 

Niall volvió a moverse, exagerando mucho más ésta vez, y haciendo como si no entendiera, preguntó. —¿Por qué? 

Nick frunció los labios y puso las manos sobre el piso, con falso enojo lo ojeó y espero a que dejara de moverse. —Bien —Dijo, rindiéndose. Nick volvió a ponerle una gotita de crema sobre la piel y a frotar el pañuelo, bajo la mirada atenta de Niall. 

—Qué —preguntó, evidentemente nerviosa. 

—¿Qué, qué?

—¿Estás jugando conmigo, Horan? 

Niall sonrió como un chiquillo travieso y los ángulos exteriores de sus ojos se hicieron pequeños, formando un pliegue junto a cada uno de ellos. Los hubiese besado ahí mismo. Y lo hubiese besado a él. Y en ese momento se prometió a sí misma que algún día podría mirar esos ojos y besarlos cada vez que quisiera. Y algún día iba a tenerlo sólo para ella e iba a hacerlo feliz. Y jamás tendría que quejarse sobre las chicas, ni sentarse por horas a pensar en una escalera, ni dejar de sonreír. 

Pero lo más importante de todo: Ella iba a encargarse de hacerlo sonreír todos los benditos días de su vida. Y ésta no era una promesa debilucha, era un puto juramento.

Jueves, 8.30 pm. 

Maura, Denise y Nick habían decidido que sería bueno hacer una pequeña celebración íntima y familiar del cumpleaños de Niall, ya que el Viernes él y Nick volverían a Londres. Bueno, vale. La idea había sido sólo de Maura y Denise, pero Nick había aportado en una buena parte del plan. 

Not The Right One (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora