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—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Niall. Nick elevó la vista y se encontró con esos ojos.

Volvió a bajar la mirada, antes de enloquecer o comenzar a extrañarlo. Tenía que admitirlo; era la primera vez en muchísimo tiempo que le dirigía la palabra y, ver cómo la miraba directo a los ojos no era algo fácil con que lidiar. 

—Arreglo mi tabla. —Respondió, sin desconcentrarse. 

Niall se agachó hasta quedar en cuclillas. Apoyó sus codos sobre sus rodillas y preguntó: —¿Quieres que te ayude?

—No, gracias. Puedo sola. —Y, habiendo dicho eso, le dio la última vuelta a la llave. Dio vuelta la tabla y se subió en ella, para alejarse andando hasta la rampa. 

Después de eso no volvió a verlo en todo el día. Ni siquiera llegó al entrenamiento con los chicos. Y sentía que necesitaba verlo de nuevo, necesitaba que él le hablara o le ofreciera ayuda, aunque fuera en la cosa más estúpida. Y aunque ella sabía perfectamente que volvería a rechazarlo una y otra vez, por alguna razón quería que él insistiera, que la buscara y que le hiciera ver que la necesitaba en su vida, tanto como ella lo necesitaba a él. 

Y es por eso, que cada vez que su teléfono sonaba, ella esperaba ver su nombre en la pantalla, pero luego pensaba que si fuese él, cortaría la llamada de todos modos. Cada vez que el timbre de su casa sonaba, esperaba que fuera él quien esperara afuera, con una disculpa en la punta de la lengua. Cada vez que cosas cotidianas pasaban en su vida, ella sólo quería que Niall tuviese algo que ver con ello, que todo se arreglara y volvieran a ser mejores amigos. Pero sabía muy bien que no sería capaz de volver a ser lo mismo. Es que ya nada podría ser lo mismo jamás.

Dos días después de aquella tarde en el parque, sucedió. Y fue lo que menos se hubiese esperado, pues se encontraban ambos en el mismo lugar, a no muchos metros de distancia entre ellos. 

Nick se hallaba en la cima de la rampa, asegurando su casco por debajo de su mentón. Sólo un click y estaría lanzándose para continuar con ese FingerFlip. Su teléfono comenzó a sonar dentro de su bolsillo en cuanto terminó e asegurarse. Lo buscó con prisa, para hablar rápido y poder lanzarse, pero todo se detuvo cuando vio en la pantalla el nombre de Niall. 

Miró en dirección a los chicos, que sostenían una animada conversación entre ellos, unos metros más allá. Pero Niall no. Él estaba de pie junto a ellos, pero no participaba en la charla, sólo sostenía el teléfono sobre su oreja y la miraba, esperando que ella pudiese responder. 

Lo hizo. No tenía idea de por qué, pero respondió el teléfono después de cuatro o cinco pitidos. Deslizó su dedo por la pantalla para descolgar y se puso el aparato en la oreja. No dijo nada. 

—Te necesito. —Dijo Niall. Y cortó la llamada.

No esperó una respuesta, ni se acercó en cuanto terminó su entrenamiento. Nada. Él sólo lo dijo una vez y no volvió a repetirlo. Pero, ¿qué diablos pretendía? Estaba loco. 

Estaba completamente loco y lo odiaba cada vez más. 

Durante los diez días siguientes, no hizo más que entrenar duro, asistir a clases sólo por obligación y hablar, respirar y comer trucos de skate. Sólo se enfocaba en eso, nada más le importaba, porque estaba decidida a ser la ganadora de la primera edición del Campeonato Capitalino de Londres. Ella, Nick Wilcutt, sería la primera ganadora de categoría femenina en la historia del CCL. 

Había oído que en la página web de la competencia había un concurso de fotografías, en el que elegían la mejor fotografía hecha durante entrenamientos. Todo el mundo quería participar y Nick no hacía más que preguntarse qué tan importante podía ser un concurso de fotografías. Es decir, si deseaban tanto ganarlo, por qué no hacían cursos de fotografía en vez de entrenar tan duro para un campeonato de skate, que era lo realmente importante en ese momento. 

Not The Right One (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora