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Bastó de palabras, y sabía que pronto pensaría en un millón de cosas que pudo haberle dicho, pero no podía. Simplemente no tenía energías para seguir haciéndole comprender la maldita forma en que había arruinado todo con tan sólo un beso. 

Caminó a paso rápido en dirección contraria de la que venían. 

—¡Nick, vuelve! ¡Hablemos, por el amor de Dios! 

Al oírle exclamar desde lejos, pensó en la mera posibilidad de que la alcanzara para seguir hablando. No tenía ni una sola razón para creerlo, pero lo previno de todos modos, y se subió en la tabla para irse más rápido de ahí. Lo odiaba, joder. Lo odiaba y no quería verlo jamás. 

Dos cuadras pasaron cuando recién fue capaz de detenerse, sentarse en el borde de la acera y largarse a llorar. 

No podía creer que tantos momentos, tantas risas y peleas. Todos esos momentos que habían vivido juntos, desde el jardín de infantes, acababan de irse por la borda. Todo por un puto beso. Por un maldito momento de embriaguez en que su mejor amigo había decidido besarla. ¿Por qué? Quién sabe, pero esos veinte segundos de su vida acababan de convertirse en el peor recuerdo que podía tener jamás. 

Había perdido al chico del que estaba enamorada y a su mejor amigo a la vez. Era increíble cómo, esa persona a la que creyó conocer, después de todo esos años de amistad, le había fallado en algo tan importante para ella. Es que no lograba comprender cómo, en qué momento se le había cruzado por la cabeza que podía besarla sin sentir algo. ¡A su mejor amiga, joder! ¡Que no era una chica cualquiera! Hubiese preferido, incluso, verlo besar a la chica con la que bailaba antes de ella. Eso hubiese sido menos doloroso que lo que sentía ahora, que ya la leche estaba derramada. 

Ahora, que por primera vez entendía de qué se trataba tener el corazón roto, se daba cuenta de que en serio era como decían que se sentía, y aún peor. Se sentía como el infierno, tanto así, que no sería capaz de desearselo a nadie. Ni a la más cruel persona del mundo. Y se daba cuenta de un millón de cosas. 

Trató de respirar, y, desesperada, comenzó a darse toques en sus jeans para hallar su teléfono. Lo sacó de su bolsillo con dificultad y desbloqueó la pantalla. Fue directamente a sus mensajes de texto y abrió el que Courtney le había enviado al principio de la semana. 

«Está loco por tí, rubia. No sé qué hago en medio. ¡Disfruta la acción!»

Sí, claro. Tan loco que se comportó como un idiota —pensaba, mientras marcaba la opción de llamar. 

—¿Hola? 

—Court. Es Nick. —Sollozó. 

—Ah... 

—Siento llamarte de esta forma. En realidad ni siquiera sé qué estoy haciendo —falló en reír, —pero necesito hablar de esto con alguien, es sobre Niall.

—Nick, yo... no creo que sea la persona adecuada para esto. De verdad, lo siento mucho. 

Tenía razón. Era, de hecho, la última persona con quien debiese hablar y recurrir por consejo. Es decir, ella ya había tenido demasiado con Niall, como para que Nick fuese a ella para contarle sus problemas con él. Definitivamente no era la persona adecuada, y se sentía como una idiota. 

—Tienes razón —Murmuró. —Lo siento, yo... 

—No te preocupes. —Interrumpió. —Espero que te mejores. 

—Siento haber sido una estúpida contigo. 

—No hay problema, Nick. En serio. 

Alejó el teléfono y le dio a la pantalla para cortar la llamada. Era una estúpida. 

Not The Right One (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora