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Domingo. 10.45 pm

Nick se encontraba en la terraza, sentada bajo una sombrilla que, a esa hora, por supuesto que no la protegía de nada. 

La luna la observaba desde arriba, gorda y luminosa y las estrellas parecían estar por caer sobre ella. Un poco más abajo, el mar, que iba y venía sin rendirse, besando a la arena cada vez que tocaba la orilla. Las olas, apresurándose en tomar vuelo, como si de alguna forma tuviesen la oportunidad de salir de ahí, de desligarse del resto del agua. 

Había una leve brisa que traía consigo gotitas de humedad y sal, que se posaban sobre su rostro cada vez que soplaba. 

 Qué relajo. 

Su teléfono vibró. ¡Vaya!, pensó. Es que en Brighton rara vez llegaba la señal telefónica a los celulares. Cogió el aparato y lo puso sobre la mesa de plástico que tenía a su lado, con la pantalla alumbrando hacia arriba. Sacó una mano de los bolsillos de su campera y con un dedo abrió el mensaje. 

Jake: «¿Estamos bien?» 

No, no lo estaban. Pero preguntárselo era correcto, a fin de cuentas, Nick jamás le dijo nada sobre terminar. Sólo pidió que saliera de su casa y, a esas alturas, ya no podía tomar nada por sentado ni asumirlo como obvio. 

Y ahora, ¿Qué responder? Terminar con él por mensajes de texto no parecía una idea muy acogedora. En absoluto.

La ventana corrediza se abrió detrás de ella, haciéndola dar un respingo del susto y Niall salió a la terraza. En silencio, tomó asiento en la silla plástica que había junto a la mesa, y puso encima una taza de porcelana que no dejaba de despedir vapor.

  —¿Chocolate?

Él sabía cómo conseguir lo que fuera. Con chocolate.

Y lo odiaba por eso.

Asintió y deslizó la taza por la superficie de plástico hacia sí misma. Tomó los bordes con sus dos manos y la acercó a su boca, sin dejar de mirarlo, cual ratón que se acerca a una trampa por el trozo de queso, aún sospechando de quién lo puso ahí. 

Tomó un sorbo y la devolvió a su lugar. 

 —¿Quieres hablar?

 —No —Sonrió Nick. —Con el chocolate estamos bien. 

Niall se rió, la observó tomar otro sorbo de chocolate y volvió a reírse. Nick había comprendido que necesitaba ser algo más flexible y transar de vez en cuando. Suponía que él no había querido restarle importancia en ningún momento y había sido sólo una frase. A veces era necesario pensar más como chico y no tanto como chica, tú sabes, eso de imaginar un sinfín de historias detrás de un par de palabras, que finalmente terminaban por ponerte de cabeza y lo único que te hacía sentir mal eras tu misma al buscarle una quinta pata al gato.

Niall no dejaba de mirar al mar chocar contra la orilla y jugar con una tapa de lápiz de quién sabe dónde que tenía entre sus dedos.

Suspiró y la miró con ojos entornados. 

—Oye.

—¿Mh?

—No eres sólo Nick. —Dijo. — Eres Nicole Wilcutt, la chica más genial que conozco. 

Nick comenzó a reírse despacio al notar la culpa que sentía. Niall solía lidiar mucho con su cargo de conciencia. Es que prácticamente todo lo hacía sentir culpable, bastaba con decir que había hecho algo mal y lo mantendrías todo el día ocupado ideando una forma de pedir disculpas y remediarlo.

—¿Tienes cargo de conciencia, Horan? 

Sonrió de medio lado y bajó la mirada. Estaba un poco avergonzado. 

Not The Right One (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora