Ashley Clayton | Gossip Girl

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𝐍𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐢... Una escuela privada, pero no vida p... Més

Gossip Girl Blog
1.01: Piloto
1.02: El almuerzo salvaje
1.03: Hiedra venenosa
1.04: Malas noticias
1.05: Rompiendo las reglas
1.06: El cuento de la doncella
1.07: Victor/Victrola
1.08: Diecisiete velas
1.09: Un interesante Día de Acción de Gracias
1.10: La alta sociedad
1.11: Fiestas navideñas
1.12: Mentiras escolares
1.13: La delgada línea entre Chuck y Nate
1.14: El proyecto de la bruja de Blair
1.15: Buscando desesperadamente a Serena
1.16: Todo sobre mi hermano
1.17: Una mujer al límite
1.18: Hago mucho de nada
2.01: El verano es algo maravilloso
2.02: Batalla por Marcus
2.03: La noche oscura
2.04: Los expedientes de los ex
2.05: Serena también resurge
2.07: Chuck en la vida real
2.08: Prêt-à-pobre-Jenny
2.09: Podría haber sangre
2.10: La hoguera de las vanidades
2.11: Los magníficos Archibald
2.12: Es una mentira maravillosa
2.13: Adiós a Bart
2.14: En el reino de los Bass
2.15: Lo que el testamento se llevó
2.16: ¡Ya entraste a Yale!
2.17: Conocimiento carnal
2.18: La edad de la disonancia
2.19: El abuelo
2.20: Los despojos de Jenny
2.21: Cambios
2.22: Los caballeros sureños las prefieren rubias
2.23: La ira de mamá
2.24: Chicas del valle
2.25: El adiós a Gossip Girl
Nace una estrella
3.01: Reveses de la fortuna
3.02: Los novatos
3.03: El muchacho perdido
3.04: Dan de Fleurette
3.05: Rufus se casa
3.06: Suficiente de la malvada
3.07: Fracaso fallido
3.08: El abuelo - Parte II
3.09: Cuidado con los Humphrey
3.10: Los últimos días de la aguja del disco
3.11: El tesoro de Serena Madre
3.12: Los que se fueron
3.13: El relicario del dolor
3.14: La dama desapareció
3.15: La virgen de dieciséis años
3.16: El Empire contraataca a Jack
The Tonight Show Starring Jimmy Fallon
3.17: Bass-tardos sin gloria
3.18: La insoportable culpabilidad del ser
3.19: El extraño doctor van der Woodsen
3.20: El mundo de papá
3.21: Exesposos y esposas
3.22: El último tango, luego París
4.01: Belles de jour
4.02: Doble identidad
4.03: La rechazada
A y O descubiertos por NYC
4.04: El toque de Eva
4.05: Adiós, Columbia
4.06: Tranquila, Jenny
4.07: Guerra en casa de los Rose
4.08: Juliet ya no vive aquí
4.09: Las brujas de Bushwick
4.10: Sobredosis
4.11: Pueblerina - Parte I
4.11: Pueblerina - Parte II
73 Preguntas Con Ashley Clayton | Vogue
4.14: Pánico en el loft
4.15: Otro día de San Valentín
4.16: Mientras no estabas durmiendo
4.17: El imperio del hijo
4.18: Los chicos se quedan en la foto
4.19: Mezquina de rosa
4.20: La princesa y el sapo
4.21: Bass destrozado
4.22: El adiós equivocado
5.01: Sí, luego cero
5.02: La bella y la fiesta
5.03: La joya de la negación
5.04: Memorias de un Dan invisible
5.06: Soy el número nueve
5.07: El sueño no tan eterno
5.08: Todas las bonitas fuentes
5.09: Rhodes a la perdición
5.10: Montando en coches con los muchachos
5.11: ¿El fin del amorío?
5.12: El sacerdote y la novia
5.13: G.G.
5.14: Dan al respaldo
5.15: Loco, Cupido, Amor
5.16: Cruce de Rhodes
Estado de gracia
5.17: La dote de la princesa
5.18: Falsa heredera
5.19: It Girl interrumpida
5.20: Salón de los muertos
5.21: Despreciable B
5.22: En busca del arte perdido
5.23: Los fugitivos
5.24: El retorno del anillo

Tres meses, dos encuentros, una decisión

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— No puedo creerlo —susurré, luego de chequear mi reloj por décima vez esa noche.

Volví a recorrer la entrada del elegante restaurante con los ojos, buscando al responsable de mi mal humor, esperando a que se dignara a atravesar la puerta. Pero, de nuevo, parecía haber desaparecido de la faz de la tierra.

Intenté no perder la cordura cuando los ojos del camarero de baja estatura se posaron otra vez en mí, queriendo acercarse, con la duda de si debía volver a recargar mi vaso con agua o traerme otra solitaria copa de champán. Para este punto, comprar una botella sería más adecuado.

Pero antes lo fulminé con la mirada, advirtiendo que no moviera otro pie hacia mi dirección si no quería recibir represalias que no se merecía. Mi estado de ánimo no era el mejor en ese momento. Me costaba recordar que solo estaba haciendo su trabajo y que no tenía la culpa de que me hayan dejado plantada.

Sí, así como se lee. Había sido malditamente plantada. Por primera vez en mi vida.

¿Cómo había sucedido? Ni yo lo sabía. Mi viaje comenzó excelente en Milán. Tuve una pequeña gira por Europa y hasta algunos paises Asia, en la que trabajé mucho y a penas tuve horas de sueño. De todas maneras, no me quejo de eso. Fue una experiencia maravillosa. Además hice mi primera tapa de Vogue, para Portugal. Chillo de emoción cada vez que recuerdo mi participación en la más aclamada revista de moda. Definitivamente uno de mis sueños hecho realidad.

El trabajo marchaba bien. Más que bien, excelente. Estaba viviendo en el cielo. Y por eso quise divertirme un poco. A penas había vivido la fantasía de turista joven con un país desconocido a sus pies. Y ahora que me encontraba finalizando mi recorrido en Reino Unido con varios amigos de la industria, creí que era el momento justo. Solo Dios sabe lo vulnerable que soy cuando se trata del acento inglés.

Por eso anoche, en medio de una fiesta en la que terminamos sin saber realmente cómo, decidí aceptar la invitación de un hombre que me invitó a cenar. No había tenido una cita en un largo tiempo, ya temía haber olvidado lo que es enrollarse con alguien. Y por eso me encontraba aquí, en el restaurante que Jack, el tipo de anoche, sugirió como ubicación. Mi cita era un empresario conocido, de cabello oscuro como sus ojos, alto y, confieso, un poco mayor. Muy apuesto.

El problema en la ecuación es que estaba sola. Y ya había pasado una hora.

Al principio me resistí a escribirle para preguntarle la razón de su tardanza, preservando mi orgullo; pero a la media hora me cansé, y lo bombardeé con mensajes que iban desde la preocupación a pequeñas amenazas. No entendía qué había pasado. Habíamos conversado perfectamente en las horas previas a la cita. Y ayer, en la fiesta, había expresado varias veces las ansias que tenía de volverme a ver. Estaba confundida.

Bebí lo que quedaba de mi copa, sintiendo mi estomago rugir por la falta de comida, mientras meditaba la posibilidad de haber sido usada como una simple cara bonita seducida para una apuesta o una retorcida broma entre sus amigos. El tipo puede ser mayor, pero todos sabemos que los hombres jamás alcanzan un aceptable nivel de madurez... Era eso o que a Jack lo haya atropellado un autobús en esta última hora y no tenga forma de avisarme.

Justo cuando estaba sacando mi tarjeta para pagar por las bebidas que consumí y acabar con el festival de la tristeza, sentí una presencia detenerse frente a mi mesa. Estaba lista para gritarle a mi cita por hacerme esperar, pero una desconocida voz ronca, y muy agradable al oído, se adelantó:

— No esperaba encontrarte de nuevo... menos en estas circunstancias.

Levanté la cabeza, encontrándome con un hombre desconocido, de cabello rubio y ojos claros, observándome con una mueca seria. Entrecerré los ojos, tratando de descifrar quién era, pero ni su rostro ni su porte me recordaba a alguien.

— ¿Disculpa? ¿Te conozco?

Miré sobre mi hombro, buscando a otra persona. Quizás me había confundido con alguien más... Pero no había nadie cerca. Y me estaba mirando fijamente.

— No me he presentado aún. Aunque seguro que ya lo sabes, soy Oliver Wembley —me extendió la mano, pero no la tomé. Estaba bastante aturdida por su arrogancia como para accionar—. No nos conocemos, pero te he visto más a ti estos días que a mi padre en años.

— Oh, supongo que estarás hablando de los carteles de la campaña de Armani que hay por toda la ciudad —deduje, tratando de llegar a una conclusión no-peligrosa—. Créeme, para mí también exageraron con la cantidad de veces que mi rostro se proyecta por calle.

— ¿Qué carteles? —preguntó, ahora siendo él el confundido.

Y así regresó la preocupación. Estaba a punto de interrogarlo por su conocimiento sobre mí, pero fui interrumpida por el mismo camarero que estuvo observándome con compasión esa hora. Aunque ahora se acercó sonriendo, con otra botella de champán. Ni siquiera tuve tiempo de negarme cuando llenó las dos copas sobre la mesa. 

— Me alegra que esté aquí, señor Wembley.

— Gusto de verte otra vez, Thomas —lo saludó, sentándose en la silla como si fuera el dueño del lugar.

Mi desconcierto creció ante su intercambio doméstico con el camarero, quien parecía estar genuinamente contento de verlo.

— ¿Les traigo algo má...?

— Ya puedes irte —lo interrumpí, sin dejar de mirar al intruso, quien ojeaba el menú con total tranquilidad.

¿Quién diablos es este tipo?

El camarero se marchó rápidamente, volviendo a dejarnos solos.

— Si me permites, te recomiendo los mariscos. Jeff es muy bueno con...

— ¿Quién te crees que eres para irrumpir mi espacio y sentarte en mi mesa, cuando claramente no fuiste invitado? —ataqué, molesta por su acto—. No te conozco. Puedes ser un psicópata que me recomienda comer camarones para luego envenenarme y robarme. O algo peor.

— Nah, solo es una sugerencia porque sé lo buenos que son —contrarrestó—. Y sobre lo otro, me dio pena verte siendo plantada y decidí acercarme.

— ¡Qué afortunada que soy! ¡Un extraño, al que supuestamente conozco, me tuvo lástima y decidió invadirme! —ironicé—. ¿Y cómo sabes que fui plantada?

— ¿Hay otra razón por la que una chica tan hermosa como tú esté sentada sola en un lugar como este, llenándose con agua y champán mientras observa la puerta con anhelo? —cuestionó, antes de darle un sorbo a su copa.

No me dejé llevar por sus intentos de halagos. Todavía no tenía respuestas.

— Como dije antes, te he cruzado varias veces antes que hoy —continuó—. Creí que el registro había sido mutuo, pero cuando mencionaste una supuesta campaña con Armani me di cuenta que solo yo te había visto. Y de verdad, la ciudad es grande, pero haberme encontrado con tu presencia dos veces -ahora tres- en solo cuatro días... me hizo un poco de ruido y por eso decidí interceptarte. Lamento la brusquedad, pero llegué a creer que me estabas siguiendo.

Tiene que estar bromeando. ¿Qué les dan de comer en Inglaterra?

— ¿Yo, siguiéndote? —pregunté atónita—. Tú fuiste quien apareció de la nada, diciendo cosas inentendibles. Tienes suerte de que no haya traído mi gas pimienta.

Oliver soltó una risa. Yo tuve que reprimir la mía. La situación era muy bizarra, y aunque ya no estaba tan enojada, seguía sin entender del todo.

— Lo siento. Ni siquiera sé por qué motivos me seguirías, no es que tenga algo que ocultar —frunció el ceño, como si recién cayera en cuenta de lo tontas que fueron sus sospechas—. Volver a mi ciudad natal me puso algo paranoico.

— Entonces, ahora que has comprobado que no estoy obsesionada contigo, a pesar de que no sabes por qué lo estaría; y que yo estoy un poco menos convencida de que no vas a asesinarme, ¿por qué no me cuentas sobre esos dos supuestos encuentros que tuvimos estos días? —sugerí, apoyando mis codos sobre la mesa.

— Me parece justo. Pero antes, ¿cómo te llamas, hermosa no-seguidora?

Viré los ojos, negando con la cabeza.

— Soy Ashley... Ashley Clayton —me presenté, extendiendo mi mano.

Él la tomó con delicadeza, plantando un suave beso en la palma antes de comenzar a hablar.

Como su acento lo demostraba, Oliver era británico. Específicamente de esta ciudad, Manchester. Por eso, según lo que me contó, una tarde en un partido de fútbol nos cruzamos por primera vez. ¿Por qué fui a un partido de fútbol cuando no entiendo nada del deporte? Bueno, soy una típica turista que visita las atracciones más conocidas cuando va a un nuevo lugar. No puedo evitarlo.

Según él, sin miedo a admitirlo, le parecí atractiva y decidió acercarse para hablar conmigo... pero luego el equipo contrario al suyo anotó un gol, y se molestó cuando vio que yo lo celebraba. Mi versión de la historia es que ni siquiera entendía lo que estaba ocurriendo. Solamente grité y festejé cuando la gente a mí alrededor lo hizo. No es que simpatice con ningún equipo de Europa. Pero él lo tomó como algo personal y decidió olvidarse de mí. Muy pasional.

Entonces me dijo que estuvo en la fiesta de anoche, ya que conocía a algunos de los presentes, y así me enteré que era productor discográfico. Casi muero de un infarto al enterarme que había trabajado con Robyn... El punto, es que también me cruzó ayer y, aunque no es muy creyente, lo vio como una especie de señal divina. El inconveniente esta vez fueron los coqueteos de Jack, y mis gratos recibimientos. Digamos que eso detuvo su impulso.

— Diría que me sorprende que te haya dejado plantada, pero Jack Douglas es un idiota que solo sabe regocijarse sobre las propiedades que posee —concluyó su relato.

— Puedes insultarlo, pero gracias a él fue que te acercaste a mí esta noche —alcé una ceja, sintiéndome más relajada—. Si hubiera venido, probablemente no te hubieras animado a hablarme... de nuevo.

— Bueno, ya me había convencido de que me estabas espiando, así que lo hubiera tomado como una razón más para llamar a la policía —contestó divertido—. A pesar de lo preciosa que aún me parezcas.

Bebí un sorbo de champán, sin dejar de mirarlo a los ojos. Había algo de él que llamaba mi atención, además de los rasgos de su rostro perfectamente elaborado. Algo que me había hecho quedarme para escuchar sus palabras, a pesar de su comportamiento anterior.

Ya habíamos ordenado y estábamos cenando en ese momento, continuando la conversación, como si anoche hubiera acordado reunirme con él y no con el estúpido de Jack, del quien todavía no tenía señales de vida. Y de esa forma me enteré que el padre de Oliver es un chef reconocido, que este restaurante era de él y por eso el camarero lo conocía. Que sus padres estaban divorciados hace años y que su madre aún vivía en Manchester. Mientras que él se había mudado solo a Londres a los 22 años por trabajo, y que ahora tiene 26.

Yo me expliqué por los carteles de Armani, contándole que era modelo. Él me dijo que ya lo sabía. Anoche, luego de verme conversando con Cara Delevingne (a quien ya conocía), la interceptó cuando estaba sola para preguntarle sobre mí. Su brutal honestidad es algo que jamás había visto hasta el momento, pero no es algo me disguste.

— ¿Tú padre se encuentra en la cocina ahora mismo? —pregunté luego de terminar mi plato—. Tengo que felicitarlo por estos mariscos. Tenías razón, son exquisitos.

— Como dije, eso es crédito de Jeff, uno de los cocineros. Y no, está en Estados Unidos, en su restaurante Nueva York... De hecho, yo mismo volaré hacia allí el martes, ya que la semana que viene es su cumpleaños.

Su declaración me sorprendió.

— Tienes que estar bromeando, ¡el martes regreso a Nueva York! ¿Estás seguro que no eres tú quien me está siguiendo? De nuevo, tienes que agradecer que olvidara mi gas pimienta, tengo muy buenos reflejos.

Oliver inclinó la cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta mientras soltaba una risa muy placentera. Estaba empezando a gustarme demasiado esa acción, ese sonido... casi incitándome a decir algo divertido para reproducir todo de nuevo.

— Tu humor es exquisito, me encanta. Nunca lo cambies.

Eso me hizo sonreír más que antes. Me gusta mucho recibir cumplidos por mi personalidad. Estoy tan acostumbrada a recibirlos por mi apariencia, que me toma desprevenida cada vez que escucho uno que no se trata de cómo me veo, sino de cómo soy. Y no los obtengo a menudo, así que significa algo importante.

— No lo estaba planeando —contesté, fingiendo indiferencia.

— Y sobre lo otro... no te estoy siguiendo, cariño, ya te dije que han sido todas coincidencias.

Agradecí estar sentada, porque mis piernas dejaron de funcionar cuando escuché ese cariño salir de sus tentadores labios. ¿Ya dije que tengo una debilidad por el acento inglés?

Logré recuperarme para responder. — Bueno, supongo que tendremos que revisar nuestros boletos. Puedo llegar a desmayarme si descubro en el avión que me tocó sentarme a tu lado.

— ¿Por qué no mejor nos dejamos sorprender otra vez por el destino? —sonrió—. Estaré ahí para evitar que te golpees la cabeza al caer.

Solté una carcajada sin poder evitarlo, mirándolo a los ojos todo el tiempo. Rindiéndome ante el pedido de mi cabeza, siendo cautivada por él.

No me importó cuando Jack contestó mi avalancha de mensajes, informándome de que se había visto obligado a permanecer en una reunión con uno de sus inversionistas, disculpándose por el retraso y asegurando que me lo recompensaría. Ni siquiera consideré contestar mientras me detenía junto a Oliver en el mejor puesto de de tarta de manzana de la ciudad, según sus dichos.

Me fui de Nueva York con la intención de sanar lo inconcluso, y quizás vuelva con más que eso realizado. Aunque pasé los últimos meses destruyendo de a pedacitos la esperanza de volver a sentir, puede que esté equivocada. Porque por primera vez, lo que es pasado es pasado. Y por eso decidí dejarme llevar por lo que me trasmite el momento, después de tanto. Sin pensar en nadie más que en mí. Comenzando de nuevo.

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N/A: Holaa, ¿cómo andan?

Bueno, ayer publiqué este cap cuando aún estaba en borrador (casi muero cuando me di cuenta), pero ahora sí está terminado. Es un adelanto de lo nuevo de esta temporada, y estoy muy emocionada. Perdón a todos lo que leyeron el desastre que era ayer.

Continuando, en multimedia está la sesión mencionada de Vogue Portugal. ¿No es preciosa nuestra reina?

Y sobre Oliver... cuéntenme sus primeras impresiones.

Va a ser interpretado por Dylan Sprouse, la actual pareja de Barbara en la vida real. Aunque no sea realmente británico, no pude evitar añadir esa característica a su personaje... you know I love a London boy!!

Espero que les guste este par. Se viene muucho contenido.

Gracias por leer. Nos vemos pronto. ❤️

Continua llegint

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