Ashley Clayton | Gossip Girl

1.18: Hago mucho de nada

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Dicen que el amor lo conquista todo. Pero tal vez el amor nunca conoció a Georgina Sparks. Pobre Humphrey, parece que nuestro modelo de virtud residente no es tan recto como parecía.
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Dormía plácidamente cuando sentí que me tocaban, moviéndome para despertarme. ¿Hace cuánto que no descanso cómo corresponde? Giré en la cama, refunfuñando en todo momento por el malestar. Esto de interrumpir mis horas de sueño se había vuelto una especie de costumbre para los demás.

— Hija, levántate de una vez —ordenó mi madre—. Los estilistas están aquí.

— ¿Ya?  —abrí los ojos con dificultad—. Aún faltan horas para la boda.

— Por eso mismo. No puedes hacer todo a ultimo momento —contestó con obviedad. Yo resoplé en respuesta—. Vamos. Baja a desayunar en diez minutos.

Salió de mi cuarto y junté todas mis fuerzas para salir de la cama. Era el cuarto matrimonio de Lily. Mi emoción por su caminata al altar había desaparecido un poco. Aunque me gustaban las bodas, por más irónico que pareciera si tenemos en cuenta que casarme nunca encajó en mis planes. Había algo de estos eventos que me ponían de buen humor. Y obviamente la exquisita comida que se servía.

Mientras trataba de revivirme en el baño, escuché que mi teléfono sonaba en mi tocador. Así que me acerqué para tomarlo y leer de qué, o quién, se trataba.

Llamada entrante: Dan.

Apoyé mi cepillo de dientes en el marmol para poder atender sin problemas.

— Bueno días, Humphrey. ¿Arreglaste las cosas con Serena anoche?

— De hecho, creo que las arruiné... Georgina —agregó como explicación.

— Voy a matarla —gruñí.

— No creo que tengamos que llegar a eso, pero te llamaba para pedirte ayuda. Necesito un plan para deshacernos de ella. De una vez y para siempre.

— No puedo —suspiré—. Mi madre y los estilistas no son una buena combinación para salir de casa —lo escuché reirse—. Aunque, conozco a alguien que estará dispuesta...

1, 2, 3...

— ¿Blair? Me detesta.

Sonreí ante su adivinanza. Era obvio que era la única que podía encargarse de esto, a pesar del desprecio mutuo. 

— Tal vez, pero también a Georgina. Y ama desterrar personas. Debes llamarla.

— De acuerdo —se resignó—. Si sale bien, te cuento los detalles en la boda.

— Ya estoy emocionada —hice un saltito.

Georgina estuvo suficiente tiempo estorbándonos, era momento de que recibiera las consecuencias. Y conociendo a la responsable de hacerla pagar, no serían nada agradables.

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¿Lo único que teme el engendro de Satanás? Mamá y papá. Blair Waldorf sí sabe que las perras no surgen de la nada. Son hechas, por padres aún más malvados que su prole.
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