𝐍𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐢...
Una escuela privada, pero no vida privada. Lo que sea que los estudiantes hacen, va directamente a su blog. La desconocida pero escandalosa Gossip Girl, le da problemas a los...
• Jenny Humphrey metiéndose en una fuente buscando monedas.
• Blair Waldorf coqueteando con un portero en Blarney Stone un lunes por la noche.
Parece que la batalla entre la Reina B y la Pequeña J pasó de la calle a los blogs. ¿Quién envía este platillo degradante? Tengo un presentimiento... ════════════════════════════
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Serena, Eric y yo atravesamos las puertas del Palace. Mientras que ellos salían de su penthouse familiar, yo salía de mi suite personal. Ibamos a caminar juntos a la escuela esa mañana para hacernos compañía.
— ¿Por qué esa cara? —le pregunté a Eric, notando su expresión desganada.
— ¿Sigues triste porque mamá no te dejo ir a Monte Carlo? —cuestionó su hermana preocupada.
— No, estoy bien. Dejé que Bart, Chuck y el príncipe Albert se diviertan solos... Eso no salió como quería decirlo —frunció el ceño.
Nosotras reímos, antes de ser interrumpida por el sonido de nuestros teléfonos al unísono.
— Gossip Girl —murmuró Eric viendo la pantalla—. Vieron a Jenny en GAP cosiendo etiquetas de Stella McCartney en unas camisetas.
— Esto se está poniendo ridículo —suspiré.
— ¿Como yo siendo Gossip Girl?
— Tenía sentido en ese momento —le dijo Serena—. Debes admitirlo.
— Nunca lo tuvo —negó serio.
— ¡Sí lo tuvo! —contesté carcajeando.
Me detuve en el lugar cuando mi teléfono volvió a sonar, esta vez recibiendo una llamada.
Llamada entrante: Chuck.
— Esperen, es Charles.
— Tengo que hacer algo, pero envíenle saludos —dijo Eric, siguiendo su camino
— Bien, no te olvides de la cena de hoy por favor —gritó Serena mientras se alejaba.
Eric asintió, desapareciendo de nuestra vista en pocos segundos.
— Salut, Charles —atendí.
— Hey, ¿todo tranquilo por allá?
— Sí, estoy con Serena y aún estamos bien —le dediqué una sonrisa a mi amiga.
— ¿Entonces la psicópata no hizo acto de presencia?
