Ashley Clayton | Gossip Girl

4.05: Adiós, Columbia

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La mañana en el Upper East Side, donde hasta nuestro pajarito rubio ha sido visto dejando el nido temprano para llegar a sus clases de la mañana. Solo Serena van der Woodsen hace que lo geek se vea chic. ¿Quién diría que la Liga Ivy le sienta tan bien?
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Esa mañana me encontré con Serena bajando de un taxi cuando llegué a Columbia, así que caminamos juntas hasta donde Blair estaba, hablando con sus dos súbditas: Zoe y Jessica. Fue divertido descubrir que esas chicas eran las mismas que habían intentado almorzar conmigo el primer día de clases del año pasado, algo que no sucedió porque decidí hacerlo con Zac. Pero parece que no desistieron en la búsqueda de conseguir que alguna "chica popular" las valide.

Cuando alcanzamos a nuestra amiga, situándonos cada una en un lado, noté que las tres cargaban con distintas carpetas.

— Oh, expedientes. ¿Qué ocurre?

— Investigo mujeres poderosas para forjar mejor mi camino de convertirme en una de ellas —me contestó Blair—. ¿Sarah Louise Palin? —leyó un archivo indignada—. ¿De verdad quieres ser una subordinada? —le gritó a Zoe.

Reí por lo bajo.

— ¿B, podemos hablar nosotras tres un minuto? —le pidió Serena—. Necesito un consejo.

— Sí. Cinco pasos atrás, por privacidad —les indicó a las chicas—. Tú, diez —le ordenó a Zoe, entregándole las carpetas. Mientras ellas se detenían en el lugar, nosotras continuamos caminando—. ¿Cómo han estado? —nos tomó del brazo—. A penas las he visto en la semana.

— Son días estresantes —suspiré—. Entre el trabajo, el estudio y mi nueva relación... creo que voy a explotar.

— Bueno, por algo estás en mi lista de mujeres poderosas —contestó, haciéndome sonreír—. ¿S?

— Muy bien —respondió alegre—. Ya saben, con Dan y Nate en el pasado realmente siento que puedo enterrar a mi vieja yo y empezar de cero.

— Que descanse en paz —murmuré, juntando las manos.

— El único problema es que he llegado tarde a mi clase de Literatura Ingles un par de veces, y los retrasos son como ausencias que...

— Si tan solo hubiera un artefacto para saber la hora —la interrumpí con ironía, recibiendo una mirada enojada—. S, los profesores universitarios tienen un complejo de Dios, así que reúnete con él y dile que lo lamentas. He estado allí, me funcionó el año pasado.

— Exacto. La forma más simple de convertir a un enemigo en amigo, es pidiéndole un consejo —agregó Blair.

— ¿Quién te lo enseñó, uno de tus gurús asiáticos del Arte de la Guerra?