Capítulo 22

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El sol entraba por las cortinas del balcón, iluminando gran parte de mi habitación, ya que estaba amaneciendo, la luz natural fue la que me despertó. Amatista dormía en una silla a mi lado, al igual que Eike.

Me senté con cuidado de no despertar a ninguno, luego reaccioné ¿Dónde habían quedado mis libros y pergaminos? Si alguien los hubiera leído, además de Dmitrei, estaría perdida, no podría salir del castillo y mi plan estaría arruinado. Si es cierto que ahora Rex se convertiría en mi sombra, pero sabría deshacerme de él, solo debo descubrir la forma.

Me levanté con sigilo directo hacia la estantería de la otra habitación, de seguro estarían ahí. En efecto, ahí estaban mis libros, al igual que los pergaminos, suspiré aliviada, quizá Canela los había puesto ahí, espero que no los haya leído.

Luego fui consciente del dolor que sentía en la muñeca, me dolía como si recorriera hielo por mis venas. Cerré las puertas de la otra habitación y me acosté, con la muñeca sobre mi regazo.

—Tomaos esto — dijo Amatista, ya despierta — Es un anestésico, y luego tomad esto — levantó una pequeña botella con líquido morado — Regenerará vuestro tejido, así el hueso no estará expuesto. — asentí.

Tomé la primera bebida, no tenía sabor así que fue fácil beberla. Esperé unos cinco minutos para que surgiera efecto, para luego tomarme otra bebida que me ayudaría.

Ya pasado los cinco minutos, tomé la botella con el líquido morado, la bebí, pero al instante la escupí. Amatista chilló, en desaprobación, al ver cómo gran parte del líquido caía en el regazo de su vestido blanco.

 —Tenéis que tomarla Jenara ¿Qué creéis? ¿Qué sabría a jugo de uvas? — negó con la cabeza limpiando inútilmente su vestido — Me debes un vestido nuevo, esta mancha no saldrá ni con magia ¡Tenme un poco de piedad Trista!

—Te daré dos nuevos vestidos, con la condición de que no me hagas tomar ese asqueroso brebaje, nunca.

—¡Ja! A mí no me vengas con chantajes. Tomadlo, es por vuestro bien.

A regañadientes, tomé la botella y bebí el contenido, lo bebí rápido para así no sentir el sabor de este, sin embargo, una sensación amarga quedó en mi paladar.

—La próxima semana, si tomas estás bebidas día por medio de aquí al lunes, estarás como nueva, con un poco de molestia claro, pero estarás bien — aseguró.

Cuando acabé, mis párpados comenzaron a pesar, y caí dormida nuevamente, hace mucho que no descansaba como era debido, debía aprovechar.

[...]

Tenía los ojos cerrados, la boca la sentía tan seca, podría ser un perfecto desierto formándose en mi boca.

El ruido de algo golpeando el suelo, me despertó. Abrí los ojos, los posé en el reloj que está sobre la chimenea de mi habitación, daban las once con siete minutos, bajé la mirada, el fuego ardía intensamente.

Me dolía horriblemente la cabeza, necesitaba algo para el dolor, y beber algo con urgencia, sentía que tenía arena en la boca. Me senté en la cama, estirándome. Eike alzó la cabeza para verme, pero siguió durmiendo, quizá el dolor de la frente no lo dejaba estar despierto por mucho tiempo. 

Miré mi muñeca vendada, la estiré y apreté un poco, el dolor llegó al instante, pero no tan agudo como antes, era como un ardor intenso que me recorría hasta el codo, podría lidiar con ello.

Escuché que alguien chasqueó la lengua en evidente desaprobación.

—Pobrecilla de mi prima — hizo un puchero — Me pregunto cómo os heriste vuestra muñeca — dijo Odilia.

Heredera Perdida [Completa]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin