Capítulo 4

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Era sábado por la noche. Desde que me enteré que Nate me engañaba con Violet, no quise salir de mi habitación. Fui una idiota al no darme cuenta de lo que estaba pasando.

Mi abuela vino a verme el jueves por la noche a mi habitación, creo que quiso darme algo de espacio porque no volvió.

Después de haber estado todos estos días acostada siendo masoquista viendo películas de amor y escuchando música triste, fui al baño de mi habitación, me vi en el espejo, me veía fatal; tenía grandes ojeras y el pelo lo tenía horrible, creo que es momento de tomar una ducha. 

No podía seguir así, ya se estaba volviendo patético de mi parte permanecer encerrada en mi habitación completamente triste porque un idiota me engañó, al fin y al cabo, yo no hice nada malo.

Al acabar de ducharme y vestirme vi la hora, era temprano aun, bueno no tan temprano, eran las ocho de la noche. Me recosté en mi cama con mi celular en mano, viendo el inicio de Instagram, cuando vi una foto de Violet, donde estaba con Nate, el pie de foto decía lo siguiente:

"Eres lo mejor que me ha pasado ¡Tendremos un hermoso noviazgo!"

Sabía que, tarde o temprano vería publicaciones así, nunca creí que sería tan pronto. Idiotas.

Dejé el celular en la mesita de noche, empecé a bajar las escaleras con el fin de ir a buscar algo de comida, cuando vi tres maletas al pie de esta, no le di mucha importancia, seguí con mi camino rumbo a la cocina, al llegar, saqué la leche de la nevera y serví un poco en un vaso.

—Jenara, creí que te enseñamos modales — dijo mi madre sin despegar la vista de la computadora, al igual que mi padre.

—Creí que volverían dentro de dos semanas ¿Cancelaron las juntas? — pregunté mientras tomaba un sorbo de leche.

—Si, por algo nos ves acá — contestó mi padre de mala gana.

—¿Por qué? Digo, no me molesta que estén aquí, pero.... ¿Por qué volvieron tan pronto?

—La abuela está enferma Jenara, tiene cáncer y sus días están más que contados, dicen que no sobrevivirá más de tres noches — dijo mi padre cerrando la computadora. Escupí toda la leche, salpicándola en el piso.

—¡Jenara! ¡Tus modales por Dios! — exclamó mi madre viéndome asqueada.

—¿Es en serio, madre? ¿Te preocupas de mis malditos modales, pero no de la abuela? No puedo creer que me digan esto con un tono tan... ¡Neutro! Como si les diera igual.

Dejé el vaso de leche en el fregadero y fui a la habitación de mi abuela que estaba en la planta baja, donde yacían las habitaciones de huéspedes.

No podía creer que estaba enferma, no tenía indicios de verse mal o algo, tampoco me lo dijo. Eso explicaría por qué no me fue a ver después del jueves, quizá estaba empeorando.

Estaba parada frente a la puerta de su habitación, abrí la puerta y ahí la vi, recostada, con su largo cabello gris trenzado, sujetaba un libro de tapa roja.

—Hola abuela ¿Cómo estás? — pregunté sentándome a su lado y tomando su mano, ella dejó el libro de lado.

—Bien, al saber que te tengo a ti como nieta, Jen — me miro a los ojos — Jenara, tienes que saber algo — la miré, confundida.

—Si, lo que sea abuela, dímelo.

—Ay Jenara, mi niña, tu no...

—Mamá, ¿Cómo te sientes? Tomamos el primer vuelo al saber que estabas aquí — apareció mi madre interrumpiendo.

Heredera Perdida [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora