Capítulo 17

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—Jen — susurró George que estaba a mi lado — ¿Qué os pasó en la mejilla? Ayer no tuve oportunidad de preguntaros.

Miré a Odilia de reojo, George comprendió al instante y no hizo más preguntas. 

No tenía apetito, sentía que podría volver a vomitar en cualquier momento.

Daisy fue a revisarme antes de que saliera de la habitación, dijo que estaría con el malestar de náuseas y dolor de cabeza hasta el final del día, debía ingerir líquidos para estar hidratada.

Ya quería salir del salón, no sentía hambre, mi madre me reprochaba con la mirada, para que comiera, no lo haría. 

Era domingo, se suponía que luego del almuerzo podría ir a practicar con Evan el manejo de armas, solo debía ser discreta al salir, sin embargo, tal acto no era prudente de mi parte si debía guardar reposo, aunque creo que servirá de algo salir al exterior para distraerme y tomar un poco de aire fresco. 

Me limpié las comisuras de los labios, me aclaré la garganta y me dirigí hacia Amatista.

—Amatista, ¿podríais enseñarme más sobre las criaturas?

—Pero, hoy es tu día libre, mañana os enseñaré más.

—Bueno, quiero aprender sobre una criatura en especial. Un Bicousus — Dmitrei empezó a toser secamente, con disimulo — ¿Qué os pasó, príncipe Dmitrei? — pregunté, con un tono de voz lleno de inocencia.

—No es nada, solo me...— nos miró a todos, luego clavó su mirada en mí — Debo irme, tengo que atender unos asuntos. Con permiso.

Se levantó, hizo una reverencia y salió del salón.

—Yo también debo irme. Amatista, estaré estudiando en vuestro despacho ¿no te molesta? — negó con la cabeza — Bien, con permiso.

Salí del gran salón, quería hablar con Dmitrei, pero no sé a dónde se había dirigido.

Fui hacia mi habitación para cambiarme de ropa, el frío era más recurrente con el paso de los días, necesitaba abrigarme más de lo usual. 

Entré a mi closet, saqué un par de botas cafés, unos pantalones sueltos del mismo color, un suéter verde que dejaba al descubierto una pequeña franja de mi abdomen, y una capa con capucha del mismo color.

Fui hacia el tocador para peinar mi cabello con una trenza, no podía traer el pelo suelto si iba a entrenar. Eike, fue hasta el tocador y se quedó ahí, jugando con un cepillo. Estaba terminando de trenzar mi cabello cuando llamaron a la puerta, al dar la orden de que pasara, quien quiera que fuese, oí como se dirigían hasta el umbral de la puerta de la habitación en donde yacía, luego la imponente silueta de Dmitrei se asomó, no se veía muy contento, su semblante era severo.

—Así que... Bicousus ¿eh? — empezó a acercarse — ¿A qué se debe que quieras estudiar esa bestia tan peculiar? — iba a ser directa con él, iría al grano de inmediato para que tuviera presente que no caería en sus estúpidos jueguitos.

—Si te intentan dormir con las babas del Bicousus, es prudente estudiar a tal bestia — me volteé viéndole a la cara — ¿No es evidente? — no contestó — Dígame, príncipe ¿Cuántas muchachas han caído en sus brazos sin saber que les daba una bebida para dormir? — apretó la mandíbula — Yo no soy una de esas muchachas, no caeré en sus redes.

Tomé a Eike y lo puse en mi hombro, empezó a juguetear con mechones de mi cabello. Dmitrei no decía nada, pasé a su lado sin dirigirle la mirada, me tomó del codo con brusquedad volteándome para verle la cara directamente, estábamos tan cerca que su cálido aliento chocaba contra mi rostro, a cada respiración de ira que este soltaba.

Heredera Perdida [Completa]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz