Capítulo 38

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Puedo decir con orgullo que luego de practicar gran parte de la noche y toda la mañana, había logrado dominar un poder, el fuego, el más peligroso a mi parecer. Había sido toda una batalla saber controlarlo para que no me dañara, sin embargo, aunque una que otra lesión recibí, pude hacerlo parte de mí y controlarlo, así como controlar mi respiración, ahora se veía tan sencillo, ahora que era una parte completa de mí.

Amatista me pidió que intentara practicar a cualquier hora, de tal forma que el fuego esté tan acostumbrado a que lo invoque a la hora y en el momento que quiera, que no será problema utilizarlo cuando más lo necesite, y así hice. Caminaba rumbo a mi habitación mientras jugaba con pequeñas flamas de fuego que danzaban en mis dedos de allá para acá, como pequeños monos trepando en lianas.

Últimamente mi pequeño Eike ha permanecido gran parte del día en mi habitación, he estado tan ocupada intentando aprender a dominar mis poderes y haciendo cosas de princesa, que no he tenido el tiempo suficiente para él, por más que quisiera dejarle un hueco de mi tiempo, parecía algo imposible.

Al doblar la esquina, oí pasos ruidosos y luego como se detenían frente a mí y se aclaraba la garganta.

—No deberías hacer eso aquí, te podrían ver, y serías un bicho raro ante todos — habló entre dientes Dmitrei. Negué con la cabeza y seguí con mi camino, a lo que este me tomó del brazo, deteniéndome — Almorzaremos con los príncipes de Trupz, tienes que ir presentable ¿Oíste?

—¿Podrías, aunque sea por un segundo, dejar de darme órdenes? — me solté de su agarre — Para tu información, yo soy la maldita heredera al trono, así que te pido que me respetes como tal.

—Y yo te pido que me respetes como el prometido que soy, cuando nos casemos, no toleraré que me pases a llevar así, por más que seas la maldita reina — habló despectivamente.

En la punta de mi lengua tenía mil insultos que soltar, además de decirle que dejara de fastidiar o le patearía el trasero, pero el sonido de unos tacones resonando en las baldosas del suelo, llamó nuestra atención.

Mi madre, yacía de pie tras de Dmitrei, su semblante era serio, su expresión fría e intimidante, como solo lo sabe hacer una reina. Lucía un hermoso vestido celeste que resaltaba el color de sus ojos, su largo cabello había sido recogido en un rodete que lo afirmaba su tiara de esmeraldas. Cuando dirigió la mirada hacia mí, una pequeña chispa se reflejó en sus ojos, al igual que elevó un poco la comisura de sus labios.

Dmitrei se volteó, al verla, hizo una profunda reverencia, le seguí. Mi madre penetró sus ojos en los de Dmitrei, para luego mostrarle una media sonrisa y saludarle.

—Jenara, debemos hablar — hizo un ademán para que la siguiera — Pronto podrás comer con Dmitrei, hasta pronto príncipe.

—Nos vemos en el almuerzo, cariño — susurró Dmitrei, solo para que yo lo oyera.

Mi madre no esperó una respuesta por parte de Dmitrei, solo empezó a caminar, a la espera de que yo la siguiera, llevándome hasta mi habitación.

Una vez en mi habitación, mi madre se sentó en uno de los sofás, me senté frente a ella, observándola, a la espera de que dijera lo que tenía que decir.

—Cuando conocí a tu padre, lo detestaba — comenzó a hablar — No podíamos convivir, fue todo un caos cuando llegué al castillo, él se portó fatal. Solo su abuela podía controlarle y decirle que se comportara como tal — negó con la cabeza — Luego de un tiempo, las cosas empezaron a ceder, se mostraba más amable, como debía ser un esposo — me observó con una pequeña sonrisa — Hasta que nos enamoramos, supimos comprendernos el uno al otro, solo fue cuestión de tiempo para que pudiéramos entendernos

Heredera Perdida [Completa]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant