Heredera Perdida [Completa]

Capítulo 8

Estaba en una de las grandes bibliotecas del castillo, el castillo contaba con tres bibliotecas. La primera, yacía en la segunda planta al lado derecho, esta es la misma que es exactamente igual en la mansión del siglo veintiuno, esa era una de las pequeñas. La segunda, que era la más grande de todas, se ubicaba en un edificio que estaba conectado al castillo con un pasillo, dicen que esa biblioteca es enorme, y posee algunos pasadizos que utiliza la servidumbre, me gustaría poder verla algún día. Y la tercera biblioteca, esta no era ni muy grande ni muy pequeña, estaba junto a la salida que daba hacia el jardín, estaba en esta última, estudiando la historia de Lótusz con Madame Weaslyeixs, una de las historiadoras más reconocidas del reino, por almacenar años de historia en más de cinco libros y en su memoria.

Caminaba de allá para acá hablando sobre los primeros reyes y reinas, de cómo se distribuyeron las distintas ciudades y de cómo se decidió que Xiannouz seria donde se construiría el gran palacio donde los reyes y reinas gobernarían. 

Me estaba quedando dormida, no podía concentrarme del todo, considerando que unas horrendas punzadas de dolor, en la muñeca vendada, me atacaban de una forma espantosa, me hacían querer tirarme al suelo y hacer una rabieta. A veces las punzadas se calmaban, pero otras, atacaban como mil demonios en furia. Daisy, la enfermera real, me recomendó mantener la muñeca inmóvil, evitar realizar acciones bruscas con esta y, tomar un brebaje de color café que, para mi mala suerte, tenía un olor asqueroso. Intenté protestar, pero Daisy fue estricta a la hora de decirme que si quería permanecer con esa herida matándome de dolor por más tiempo, no siguiera sus recomendaciones, que convincente.  

Después de haberle contado a mi madre y padre sobre lo ocurrido, me reprendieron, con cierta suavidad, dijeron que entendían el hecho de que aún no conociera bien las normas ya que mi llegada era temprana, sin embargo, no me quedé callada, o no, claro que no. Le supliqué a mi padre que no fueran tan bruscos con los trabajadores, que pusieran una edad desde donde pudieran empezar a trabajar para ellos. No era justo que trabajasen desde niños y no pudieran vivir una infancia digna.

No le gustó para nada que dijera eso. Luego de horas de súplicas, accedió, dijo que no serían tan bruscos, pero los azotes como castigo permanecerán ahí, no seguí rogándole, sería una pérdida de tiempo. Intentó intimidarme con la mirada, sin embargo, no accedí tan fácilmente, solo me fui sin decir ni una palabra.

Respecto al vestido, mi madre no enloqueció ni nada por el estilo, incluso me aclaró que ese vestido no era tan importante, que podía conseguirme más, algo que no era necesario ya que me parecían incómodos los vestidos, prefería los pantalones.

Y mi muñeca, mi padre dijo que se encargaría personalmente del guardia que me lastimó de tal forma, aclaré que en parte fue mi culpa, yo puse la mano impidiendo que azotara a Evan. George me aseguró que haga lo que haga no iba cambiar de opinión mi padre, él no iba a dejar pasar por alto esto, dijo que les dejaría en claro que, si alguno de ellos volvía a levantarme la mano con o sin intención, verían rodar su cabeza por el suelo, si, algo violento, fue lo primero que se me vino a la cabeza. Le pedí que no decapitara a nadie, al fin y al cabo, fue una imprudencia mía.

Veía hacia el jardín, el día era precioso, el sol estaba en su punto más alto, los pájaros cantaban y el césped se veía fenomenal con la blanca nieve que decoraba todo el suelo. El pequeño lago de agua cristalina hacía reflejos al contacto del sol, tenía una hermosa vista. Si en invierno se veía hermoso el jardín, no me puedo ni imaginar cómo se vería en primavera. Sería una obra de arte esculpida por las diosas de toda esta época.

Me gustaría captar esta imagen con una fotografía, por desgracia, no hay cámaras ni nada que se le parezca para captar el momento, la única forma en la que se puede captar el momento, es con una pintura, ojalá supiera pintar una obra de arte.

Ha sido difícil despertar todas las mañanas en una habitación que no la siento completamente mía, o desayunar, almorzar y cenar con personas que prácticamente no conozco, o tener que divagar por enormes y vacíos pasillos, o tener escolta, o ver cómo te ven como un fantasma que divaga sin rumbo alguno.

Todo esto es extraño para mí, me hace sentir más incómoda de lo usual, me hace querer huir de aquí.

—¿Qué es lo que acabo de decir?

—Qué...

—¿Qué...? — presionó Madame Weaslyeixs enterrando sus ojos negros en los míos.

—Que el primer rey de Lótusz, decidió hacer el castillo aquí en Xiannouz porque el terreno era extenso, no había mucha vegetación.

—¿Y por qué nombró al reino Lótusz?

—Porque unos viajeros trajeron una flor de loto del extremo de Noribiaxis, y al depositarla en el lago central de este reino, empezaron a florecer muchísimas en cuestión de segundos, no solo en ese lago, en todos los de Lótusz.

—Bien Jenara, bien — vio la hora en el gigantesco reloj apoyado en la pared — Os podéis retirar, vuestra clase ha terminado — dijo tocándose el pelo gris, para asegurarse de que no tuviera ni un mechón fuera de lugar.

Feliz de haberme librado de la clase, salí casi corriendo de allí. No era que no me interesara la historia de Lótusz, pero la voz de Madame Weaslyeixs, me causaba sueño, era algo aburrida y tediosa.

Es mi tercer día aquí y bueno, me tendré que acostumbrar a todo esto, adaptarme a cosas nuevas, es lo mío. Desde pequeña debo adaptarme a todo, ya es un don mío.

A pesar de que algunas cosas de las que debo adaptarme no me parecen bien, buscaré la forma de volver a mi otra vida, solo para saber cómo está mi mejor amiga y abuela, debe haber una forma de contactarlas, de verlas una última vez. Voy a buscar esa forma.

¡Holas lolas! He vuelto a publicar, no he solucionado los problemas técnicos, pero, les dejaré este capitulo para que no se olviden de la novela :(

¡Espero que tengan un hermoso día! Recuerden tomar agua o juguito de naranja ¡Nos leemos luego!