Capítulo 29

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Pequeñas lagunas de recuerdos logré recolectar del viaje que, la mayoría del tiempo, permanecí inconsciente.

Cuando despertaba, una mujer me hacía beber un brebaje que causaba un efecto tan fuerte en mí, que me dormía nuevamente. No sé cuántos días habrán pasado, pero me había despertado en el suelo de una habitación de cuatro paredes de piedra, ya no traía la ropa de antes, si no, un vestido blanco, mis muñecas estaban atadas a unas cadenas que estaban pegadas a la pared, afortunadamente las cadenas median alrededor de dos metros, y podía movilizarme sin lastimarme, hasta cierto límite de la habitación. Había un cubo a mi izquierda y dos sillas frente a mí.

Tenía un dolor de cabeza horrible, sentía como si me fuera a explotar, aun así, me esforcé en permanecer despierta, tenía que ver a mis captores, que en ese momento no estaban en la habitación. Luego caí en cuenta de que Eike no estaba aquí, entré en pánico ¿Y si le hicieron daño?

—¿Eike? — llamé — ¿Eike? ¿Dónde estás pequeño? — silencio — ¡Eike!

Grité continuamente su nombre, pero no hubo respuesta, mis gritos rebotaban en la piedra, haciéndome saber que estaba completamente sola. Empecé a llorar en silencio, no me había separado de Eike desde el momento en que lo tuve en mis brazos, no sabría qué haría sin él.

Mientras lloraba en silencio, escuché como se abría la puerta, escuché pasos, de dos personas, acto seguido, un chillido, era Eike. Alcé la cabeza y ahí estaba este, corrió hacia mí, colgándose en mi cuello al instante, mientras secaba mis lágrimas y quitaba mechones rebeldes de mi rostro.

—Que... Conmovedor — habló un hombre — Nunca creí que al darte ese bicho, sería tan importante para ti.

—Bueno cariño, es uno de sus puntos débiles, algo a nuestro favor.

Los vi y no me fue tan difícil asimilarlo, era obvio, tan obvio que hasta con el golpe que tenía en mi cabeza me hacía ver todo con más claridad que antes. Ante mí, estaba Dmitrei y Odilia, viéndome ahí, como si fuera un bicho raro del cual merecía un rotundo asco y desprecio.

Sabía que estaban aliados, sabía que eran igual de ruines y crueles, pero ¿esto? ¿Un secuestro? ¿Qué querrán estos idiotas para hacer algo tan imbécil de su parte? ¿Qué tan bajo cayeron para hacer esto? Simplemente eran repugnantes.

—Me alegro de que hayas despertado, una semana entera inconsciente nos ha retrasado nuestros planes — dijo Odilia cruzándose de brazos.

—¿Una semana? — susurré — ¿He estado inconsciente una semana?

—Bah, eso es lo de menos — aclaró Odilia — Necesitamos que nos des el trono, que rechaces ser la futura reina.

—¿Qué? ¿Están locos? ¡No se puede dejar el trono así como así!

—Oh claro que sí — dijo Dmitrei — Puedes, irte de Lótusz, cambiarte el nombre, vivir en otro reino. Es más, te proporcionaremos la cantidad de dinero que necesites. ¿Qué piensas?

—Jodanse — escupí con desprecio.

—Pierdes puntos al insultarnos, Jenara querida — dijo Odilia acercándose a mí.

—¿Y crees que me importa? Ya déjenme salir — empecé a sacudir las cadenas para poder librarme de ellas, fue inútil.

Era completamente inútil seguir forcejeando las cadenas, no podría liberarme de aquí, estaba atrapada, como un bicho en un frasco.

Sentí los pasos de Odilia acercarse a mí, se puso en cuclillas y me examinó de pies a cabeza, como si jamás en su vida me hubiera visto.

—¡Ay primita! ¡Te ves horrible! — negó con la cabeza — Si tan solo aceptaras el trato, podrías ser libre — meneó la cabeza — Bueno, sería una pena que tengamos que persuadirte lastimando a vuestros seres queridos, dime si alguna de las personas que quieres, fuera azotada ¿Aceptarías?

Heredera Perdida [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora