Capítulo 40

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—Debemos retrasar la coronación, por favor.

—¡Tú solo quieres complacer a nuestra hija, para que escape de sus responsabilidades!

—¡Basta, Harald! Sabes mejor que nadie que tu hermano quiere matar a nuestra hija.

—Si hay que dar nuestra vida para que Jenara pueda reinar...

—¡Daría mi vida una y mil veces para que nuestra hija pueda vivir y reinar! ¡Para que sea feliz, Harald! ¡No vuelvas a poner en duda eso!

Al entrar a la habitación, vi como los ojos de mi madre estaban llenos de lágrimas, mientras mi padre tenía los puños apretados y la mandíbula tensa, su rostro era la viva imagen de la ira y a su vez, de la impotencia.

Corrí hasta mi madre, y la abracé, ella se sorprendió por mi presencia, no creyó que estaría oyendo tras la puerta. Aunque aquello no sea bueno, suelo hacerlo para poder enterarme de las cosas, si no, nadie me diría nada y viviría en una utopía llena de ignorancia.

—No quiero que den su vida por mí, no pretendo que las personas que amo se sigan sacrificando — hablé, alejándome de mi madre — Hew no tendrá el privilegio de hacer aquello, yo lo mataré antes de que él lo haga conmigo, padre, madre.

No pude descifrar si la expresión de mi padre era de mero orgullo, o simplemente, preocupación y desaprobación. Tal vez era una mezcla de todo eso. En cambio, mi madre era un libro abierto, su rostro estaba mezclado de preocupación y horror.

Sabía lo que tenía que hacer para evitar más muertes, no toleraría perder a mis padres, ni a uno de los dos. Es verdad que mi padre a veces, no entiende las cosas, a veces es testarudo y dan ganas de lanzarle un balde de agua fría para que reaccioné, sin embargo, no toleraría perderlo, ni a él, ni a mi madre. Los protegería, con mi vida.

[...]

Las maravillosas figuras de hielo decoraban el suelo, para luego ser cubiertas de las ramas que habían entrado por la ventana, para ser aplastadas brutalmente. Cuando las ramas se habían alejado, elevé los cristales de hielo, convirtiéndolos en agua, haciendo una pequeña bola de ella, detrás de esta estaba Amatista, su rostro se veía desfigurado si la observaba desde la bola de agua. Pronto, lancé nuevamente el agua al balde, recibiendo un pequeño aplauso de Amatista junto a una sonrisa, llena de orgullo.

Le devolví la sonrisa, al mismo tiempo que Daysi entraba a la habitación, tras ella venía Evan, alcé una ceja por la repentina aparición de estos dos ¿Cómo eludieron la guardia?

Con una sonrisa, me acerqué al castaño, a quien lo envolví con un cálido abrazo, inhalando su perfume, había extrañado tanto esto. En cuanto se apartó de nuestro abrazo, me observó de pies a cabeza.

—¿Estás bien? Las noticias vuelan como pólvora, en el pueblo todos hablaban del ataque de los seguidores de Hew. — su rostro estaba impregnado de preocupación.

—Estoy bien. Si no hubiera estado Dakott conmigo, no hubiera salido viva.

—Me halaga, su alteza — todos dirigimos nuestras miradas hacia el umbral de la puerta, contemplando a la princesa que traía su uniforme gris, al ver la escena, su boca formó un perfecto círculo — Lo siento, no quería interrumpir, no he visto nada.

Por un segundo, contemplé con mayor detenimiento la escena; Amatista tenía a Daysi de la mano, y Evan, me tenía rodeada de la cintura, no existía excusa o engaño que pudiera tapar esto.

Me disculpé y salí de la habitación, corriendo tras Dakott, llamándola. Debía pedirle que no contara lo que acababa de ver, sobre todo, si se trataba de Evan y yo, no era conveniente ni para mi ni para él que nos vieran juntos, considerando que Dmitrei es mi futuro esposo.

Heredera Perdida [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora