Capítulo 37

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El día estaba precioso como para salir a cabalgar, hacer un picnic o simplemente dar un paseo. La primavera ya se estaba haciendo visible ante nuestros ojos con el paso de los días. Había más días soleados, los pájaros cantaban con más frecuencia, y las hojas verdes de los árboles brillaban a cada brote.

A pesar de que todo estaba perfecto, estaba tomando medidas para el vestido que sería para mi coronación y casamiento. Mi madre le pidió a la diseñadora que sea un vestido perfecto para ambas ocasiones, ya que no tendría tiempo para cambiarme, las ceremonias estarían juntas. En más de una ocasión mi madre me explicó que no solo era importante el vestido, si no, el antifaz que llevaría, el cual cubriría mi rostro y dejaba al descubierto solo mis labios.

Según la tradición de Lótusz, el día de la coronación, todos los presentes deberían llevar un antifaz del estilo que prefieran, menos verdes, ya que ese color solo lo podía llevar el futuro rey o reina, por tradición y respeto a los colores del emblema de Lótusz. Cuando la coronación haya dado inicio, debían arrodillarse todos ante su futuro soberano, y cuando las palabras que sentenciaban el juramento lleno de compromiso hacia la nación, acababan, todos debían quitarse el antifaz, mostrando su verdadera cara. Se dice que, al tener el antifaz puesto, ocultas todo sentimiento negativo que tenías antes y, que cuando te deshaces de este, es para brindar respeto hacia el gobernante, ya que mostrarás tu verdadera cara.

La reina estaba sentada en una silla elegante, donde podía ver como la chica tomaba las medidas y las decía en voz alta para que el muchacho que la acompañaba anotara todo. Movió su dedo en círculos para que me girase, luego se llevó una mano a su barbilla, acariciándola pensativa, para luego negar. Me gustaría saber qué está pensando en este momento.

Agitó la mano, dando a entender que podía descansar y bajarme del pequeño taburete donde estaba. Observé a mi madre quien se encogió de hombros sin poder darme una respuesta de lo que podía hacer ahora.

Mi madre ha pasado el mayor tiempo posible conmigo, últimamente, intentando recuperar el tiempo perdido, y todo lo que despreció cuando me tuvo cerca de ella. Ahora, ella estaba más cerca de mí, más que nunca.

Debo de admitir que mi madre demostró una faceta completamente maternal conmigo esta vez, una faceta que no se había tomado el tiempo de mostrar, puesto que, no me dirigía la palabra más que no fuera para algo que tenga que ver con mis deberes de princesa, solía hablarme con superioridad y a través de regaños por mi mal comportamiento.

Ahora, casi a diario se presentaba en mi habitación para comer conmigo, siempre y cuando no se le presentaba algo importante que hacer, como realizar los preparativos de mi boda, algo que ahora hacemos juntas, no lo hago con mucho entusiasmo, pero ver como el rostro de mi madre se ilumina cuando me ve, me basta y sobra para soportar los tortuosos preparativos.

—La princesa debe bajar de peso — habló la diseñadora a modo de reproche.

—Oh, no — se apresuró a hablar mi madre levantándose del asiento — Siguió por meses la dieta al pie de la letra, ella no...

—Imposible, no entrará en el vestido que debo hacer, las medidas deben ser más pequeñas y... — la reina alzó la mano, haciéndola callar.

—No vuelva a interrumpirme así — habló con fastidio — Y la princesa no bajará ni un kilo más. Bastante delgada está, si no está capacitada para hacer un vestido de su talla, podremos buscar a otra persona más capacitada. Buenas tardes.

La reina caminó hacia la entrada a paso veloz, pero a su vez, elegante y llena de gracia. Todas las personas que dejó atrás, le hicieron una gran reverencia. Fui tras de mi madre, ambas caminamos rumbo a uno de los salones reales, donde veríamos un concierto junto a una interpretación teatral.  

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now