Capítulo 34

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Habían transcurrido casi dos semanas tortuosas para mí, mi madre exigió que debía estar en constante supervisión, tenía una escolta de cuatro guardias, ya no los soportaba, cada vez que me descuidaba hablaban a mis espaldas de mí, no se molestaban en ocultarlo, por lo que hoy era el día en el que les haría frente a toda la guardia del castillo, o a la gran mayoría. No había tenido oportunidad de hablar con ellos, pero tras suplicarle al rey que quería hacerlo, él accedió, no creo que lo haya hecho porque yo se lo pedí, si no, porque le atraía la idea de saber que su hija pudiera actuar como él, intimidante ante los plebeyos, aunque no estaba muy equivocado.

Hoy decidí vestirme con un vestido de seda con bordados de hojas en los brazos, en la columna, de una seda casi transparente, trepaba el bordado, luego las hojas rodeaban mi cintura, para luego esparcirse por toda la falda color piel. Como nunca, el día de hoy traía una espada mediana, un regalo que me había hecho George, según él para la buena suerte.

Los guardias estaban formados en el campo abierto tras las caballerizas, me apoyé en un árbol a la espera de que llegaran todos y el sol estuviese en su punto más alto. Mis guardias no estaban a mi lado, yacían a una distancia prudente.

—Buenas tardes, su hermosa alteza.

Sonreía ante el cumplido que me había hecho, si no hubiera tantas personas presentes, me lanzaría a sus brazos a besarlo.

—Buenas tardes, guapo — saludé con coquetería.

—¿Hablarás con los guardias? — preguntó mientras pasaba un dedo por mi brazo.

—Así es, esta conversación no se puede seguir postergando. — Evan asintió.

Debía reconocer que estaba un poco nerviosa, tener que hablar ante los guardias como princesa y futura reina, era un paso gigantesco que debía tomar. 

Vi que ya era hora de ir a hablar con los guardias, debía hacer frente a mis responsabilidades. Caminé hasta quedar frente a toda la guardia, sus portes y cantidad me intimidaba, eran demasiados, a decir verdad.

Giré mi vista hasta encontrarme con la de Evan, este me sonrió y asintió, era una señal para alentarme y motivarme a hablar. Mis cuatro guardias estaban en una esquina, parados junto a la formación.

—Tienen más que claro que yo soy la futura reina, que las órdenes las daré yo, les guste o no. Y por ello exijo respeto y obediencia, si es así, todo estará en paz.

—Qué carácter más amargo, mujeres...

Esa frase se escuchó entre la multitud de guardias, provocando que las carcajadas se hicieron presentes por todo el lugar, haciéndome quedar en ridículo, las guardias solo veían a sus compañeros con una expresión de incredulidad. Me quedé quieta, sin expresión alguna, a la espera de que sus absurdas carcajadas se detengan, y así fue, al ver que no tenía expresión alguna en mi rostro.

Sabía que la gran mayoría de los guardias eran toscos e idiotas, aun así, jamás creí que demostrarían aquello tan rápido ante mí, que soy la princesa y futura reina de Lótusz.

—El guardia que acaba de decir aquello, dé un paso al frente, ahora. — los guardias no tenían intención de moverse, permanecían quietos como estatuas, no estaban dispuestos a obedecer mi orden. —Bien, es evidente que son una tropa de incompetentes que no respetan a su futura reina, el rey se tendrá que enterar de esto, no puedo tener en mi castillo a tales personas.

—Su alteza, yo, lo siento — habló un guardia sobresaliendo en la multitud — No quise ofenderla.

—¿Tú nombre?

—Diego.

—Fue un placer tenerte en la guardia, Diego. Has sido dado de baja — hablé firme y segura.

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now