Capítulo 14

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—¡Me duele! ¡Ten más cuidado, por favor! Mierda... ¡Sácala! 

—Su alteza, por favor, quedaos quieta, o será más difícil retirar las espinas — me advirtió Daysi.

Me encontraba en la enfermería con Daysi, me estaba quitando las espinas. La castaña me regañó con la mirada mientras soplaba un mechón de su corto cabello que se había deslizado hasta su rostro.

Cuando llegué a la enfermería, soltó una exclamación de horror, al principio no creí que estaba tan mal, pero al verme en el espejo de pared, me percaté de que la mirada de horror de la enfermera no era una exageración, estaba fatal. Me pidió que le contara lo sucedido, solo dije que me resbalé y caí en las espinas.

Luego, llegó Leda, a ella le conté con lujo de detalle lo que había pasado en realidad, puesto que nuestro lazo de confianza aumentaba a medida que me acostumbraba a esta nueva vida, junto a su presencia incondicional que me ofrecía en los días que sentía como la soledad me absorbía en un oscuro y frío agujero.

Luego de veinte minutos en la enfermería, me desinfectó las heridas, y aprovechó de revisar la herida de la muñeca, la volvió a vendar ya que se habían incrustado un par de espinas, por suerte la venda les impidió que penetrara la herida, evitando más daño del que tenía.

Era sorprendente cómo en poco tiempo de mi llegada ya había adquirido dos nuevas heridas que, quizá, me dejen cicatriz.

Estaba agotada, así que cuando llegué a mi habitación, fui directo hacia mi cama. Me lancé boca abajo en ella, a lo que me sumí en un sueño profundo que me permitió descansar de todo y todos.

[...]

Oí como llamaban a la puerta de mi habitación, pero lo ignoré, no quería levantarme a abrir la puerta, así que me tapé la cabeza con la sabana.

Escuché un segundo golpe insistente en la puerta, fruncí el ceño y solté un bufido lleno de irritación. Quité la sábana que había puesto sobre mi cabeza con la intención de ignorar los toques en la puerta. Froté mis ojos al mismo tiempo que me sentaba en la cama y parpadeaba para acostumbrarme a la brillante luz. Vi la hora en el reloj, eran las seis con catorce minutos de la mañana, dormí más de lo esperado.

—¡Adelante! — grité.

Un bostezo escapó de mis labios al mismo tiempo que estiraba los brazos.

Amatista entró casi corriendo, llevaba un vestido color beige, y una capa con capucha a juego. En la mano izquierda traía un pedazo de papel, me causó curiosidad por lo que la miré, interrogante.

Se paró frente a mi cama, intentando mantenerse quieta, pareciera que estaba a punto de saltar y aplaudir ¿Qué le ocurre? ¿Se volvió loca?

—¿Y eso es...?

—Jenara, es una carta del príncipe Dmitrei — dijo destilando emoción — Es para ti — me tendió el pergamino.

Lo miré, dudosa. No quería leer eso, pero la curiosidad me estaba matando.

No entendía la emoción de Amatista, hace unos días me compadecía y, se podría decir, que estaba de mi lado respecto a no casarme con Dmitrei.

Me tendió el papel nuevamente, insistente. Lo tomé en mis manos y lo abrí para leer lo que decía en su interior.

"Querida Jenara... — leí en voz alta — Me encuentro en el castillo, sería un gran honor para mí, recorrer el castillo con vos. Os esperaré a las ocho en punto en las caballerizas, por favor, se puntual. Se despide, Dmitrei. Posdata: Tengo un regalo para vos, espero que os guste" — terminé de leer, un poco nerviosa.

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now