Epílogo

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Las semanas pasaron como un parpadeo borroso ante mi. El funeral de mi padre fue doloroso, fue enterrado junto a mi madre, ahora estarían juntos, no solo en cuerpo, si no, en alma.

La muerte de Dmitrei conmovió a gran parte del reino de Lótusz, después de todo, iba a ser su rey. Me uní a su duelo, ya que el reino entero creía que había sido una víctima más de Hew, y lo prefería así, no podía revelar que me traicionó y que lo asesiné, no querrían una asesina por reina.

La ejecución de Odilia no le dolió a nadie, pues el pueblo estaba eufórico por presenciar su ejecución, ejecución a la cual no asistí. Mi prima intentó hablar conmigo, intentó solicitar a los guardias mi presencia ante ella, pero se la negué, no merecía mi perdón ni verme por una última vez, claro que no.

Observaba por la ventana, el paisaje era fresco y la brisa me brindaba calma , cerré los ojos para disfrutar la luz natural impactando contra mi rostro, necesitaba disfrutar de esto una vez más.

Oí la carrera de pasos acercándose, y como Eike trepaba por mis piernas hasta llegar a mi hombro y sacudirme, abrí los ojos, este sonrió, chillando de alegría, besé su frente y seguí contemplando el paisaje, hasta que Eike volvió a chillar.

—Creo que ya es hora.

Caminé a paso lento fuera del salón real, subí las escaleras y caminé por el gran pasillo que estaba decorado por una alfombra color verde musgo. Observé las pesadas puertas color café roble, y las abrí, las personas que estaban en el interior de la biblioteca, voltearon a verme, todos mostraban una mirada llena de apoyo y aliento, suspiré.

Caminé hasta quedar frente a las personas que más amaba en este preciso momento, a las personas que me creyeron una heredera perdida pero ahora, era su reina, e incluso más que eso; su amiga, su hermana y su pareja.

George se acercó a mí y besó mis dos mejillas para luego abrazarme con fuerza, no me quería soltar, ni yo a él, pero pasado un minuto, nos separamos.

Observé a Dakott quien sonrió y me dio un corto abrazo. Amatista y Daysi me rodearon entre las dos, a lo que Eike protestó al ser aplastado, pero luego dejó de quejarse, soltamos una risa ante ello. Y luego, observé al castaño que estaba frente a mí, sonreí, y vi el símbolo dibujado tras él.

—Siempre estarás en nuestros corazones, Jenara. Te amamos y lo sabes. — lo abracé y hundí mi cabeza en su cuello — Por favor, no te tardes, no me hagas sufrir por tu regreso — reía al mismo tiempo que gruesas lágrimas brotaban de mis ojos.

Dejé que Eike saltara al hombro de Evan, y lo observé, la tristeza me inundó, haciéndome dudar de mi decisión, pero estaba tan cerca como para renunciar a ello.

—Volveré, lo prometo.

Les di la espalda, y musité las palabras que debía decir para que esto funcionara, debía decirlo tres veces. Me paré en el centro del círculo del portal frente a la estantería, dejando que la brillante y dorada luz me tragara.

[...]

—¿Jenara? ¿Estás bien?

Me dolía la cabeza, mi cuerpo estaba contra el duro suelo, no podía moverme. Una voz se escuchaba en mi entorno, los párpados me pesaban y no podía abrirlos. Hice un gran esfuerzo para abrirlos y ver que me rodeaba.

Alaska estaba en mi campo visual, tenía el ceño fruncido por la preocupación y angustia. Alocados rizos caían en torno a su rostro moreno, al verme despertar su rostro se iluminó y, sin pensarlo dos veces, me abrazó.

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now