Capítulo 31

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Una luz brillante estaba sobre mis párpados, esa brillante e incómoda luz, me despertó, pero aún no abría los ojos ¿Cómo llegó luz a la celda? A menos que...

Abrí los ojos y me senté rápidamente, provocando que me mareara un poco. Estaba en mi habitación, había muchos brebajes en mi mesita de noche y a mi lado izquierdo estaba Eike en su cama, con su pequeña espalda vendada. Metí mi mano bajo mi camisón para ver si tenía mis heridas vendadas, mientras tanteaba mi espalda sentí las vendas en ella, un agudo dolor recorrió por todo mi cuerpo, solté un grito ahogado.

Amatista, que estaba sentada en uno de los sofás, alzó la vista rápidamente, dejando un libro que leía sobre la mesita, corrió hasta mí.

—¡Oh, Jenara! — exclamó — Iré a por vuestros padres y anunciaré que habéis despertado.

Y sin más, salió corriendo de la habitación dejando el libro que estaba leyendo sobre la mesita de té.

Me dolía absolutamente todo el cuerpo, desde la punta de los pies hasta el cuero cabelludo, al parecer me habían dado un baño, porque no sentía el cabello grasoso o las manos sucias. Dormir en el suelo sí que me hizo mal, pero no lo había notado hasta ahora que estoy en mi cama, limpia y cómoda.

Volví a recostarme con suma delicadeza, acurrucándome junto a Eike, mientras acariciaba su pequeña cabeza, este se removió.

—Me duele... Jen, m-me duele...

—¿Eike? ¿Puedes...? ¿Puedes hablar?

—Solo...Solo tú puedes escucharme.

—¡Hija mía, mi pequeña niña! — entró corriendo mi madre hacia mí, abrazándome con delicadeza y con lágrimas en los ojos — Creí que te había perdido, que te había vuelto a perder — sollozó en mi hombro.

—Oh, madre — le devolví el abrazo.

Nunca había estado tan feliz de ver a tantas personas, todos estaban aquí. Mi padre, madre, George, Amatista, Daysi, Canela, Blanca, Jenna, mis maestros de baile, historia, danza y comportamiento real. Hasta Rex y Louis estaban aquí, pero... ¿Evan?

Empecé a buscarlo con la mirada, pero no estaba, no había señales de él, solo de otros empleados del castillo, pero no estaba él, hasta que, vi a Dmitrei, Odilia estaba al otro lado de la habitación. Mi corazón se estrujó, y empecé a temblar, mi labio empezó a temblar, intenté disimular, fue inútil.

Mi padre se plantó frente a mí, preocupado me observó, para articular la siguiente pregunta que estaba cargada de odio, no hacia mí, si no a los que me habían dañado.

—¿Quién?

Mi vista viajó de Odilia, que permanecía en silencio con una mirada altanera, y luego mi vista viajó hacia Dmitrei, que fingía una preocupación ensayada, junto a una vestimenta maltratada, haciéndolo parecer como si no hubiese dormido en días.

Si hablaba, se reirían en mi cara, me tratarían de loca y no me dejarían salir de mi habitación jamás ¿Por qué mi futuro esposo y mi prima me secuestrarían? Quizá esa sería la pregunta que cuestionaría mi relato, de cómo permanecí secuestrada y torturada por semanas.

Iba a abrir la boca, cuando unos pasos se escucharon, luego ella entró a la habitación, tras de ella venía Frank, me observaba indiferente, estaba ahí para protegerme, no para compadecerme.

—¿Quién fue, Jenara?

Tragué saliva, los culpables de todo esto estaban aquí, en la habitación, fingiendo que ellos no tenían nada que ver con la tortura que sufrí por semanas. Fingiendo que sí habían estado preocupados por mi desaparición. Fingiendo que ellos no tenían ni la más remota idea de mi paradero.

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now