Después

251 34 11
                                    

Ya me había acostumbrado a abrir los ojos y encontrar sobre mi un distinto cielo raso, pero nunca podré acostumbrarme al enfermizo color blanco, reflejando la nada misma ante mis ojos.

Cerré los ojos nuevamente, me tomé mi tiempo, luego los volví a abrir, lentamente, esperando encontrar el cielo raso del que alguna vez me acostumbré a ver diariamente, pero no fue así. Un suspiro agotado salió de mis labios, quería incorporarme, pero el cuerpo me pesaba más de lo usual, como si me hubiera enfrentado a una batalla con dragones, dragones... Solté una risa, como si alguna vez mis ojos pudieran contemplar a esa criatura fantástica.

Me estiré intentando deshacerme de la pesadez que se había instalado sobre mí cuerpo. Alcé mis manos y luego estiré mis brazos hacia el techo, como si quisiera acariciarlo. Decidí observar mis manos ante mis ojos, como si las hubiera visto por primera vez, y quizá eso estaba haciendo a la hora de observar con detenimiento mi mano izquierda. Observé el dorso y luego la palma abierta, contemplando una marca irregular sobre esta, la piel se había recogido de una forma demasiado extraña, como si una araña de fuego se hubiera plantado sobre esta dibujando telarañas y pronto, se hubiera posado al centro de la mano a descansar, dejando un pequeño agujero extraño.

Mis ojos viajaron por el resto de mi brazo hasta mi antebrazo herido, alcé una ceja.

—Si que sabes dejar buenas cicatrices a tus víctimas, Hew — susurré para mi misma.

Sentí como algo, o más bien alguien, se removía a mi lado.

—¿Hablando sola otra vez? —preguntó con voz adormilada mi mejor amiga.

—No, solo... Pensaba en voz alta.

—Para tu información, eso es hablar sola. Se dice que hablar sola provoca...

Sin dejarla acabar, empujé a Alaska de la cama. Soltó un grito antes de caer con un golpe sordo.

—Te caíste, menos mal, ya es hora de ir a clases.

—Ja ja, muy graciosa Jenara. Deberían llamarte "reina comedia".

—Como tu digas...

Ante la mención de la palabra reina, me hizo recordar cosas que quizá sería bueno olvidar, o quizá... Quizá deba recordar y enfrentar lo que he estado evitando durante un mes y medio.

Caminé hasta el baño y me di una ducha, para nada corta. Necesitaba pensar, necesitaba que el agua corriera sobre mi y pudiera despejar mi mente aclarando mis ideas, dándome una solución de lo que debía hacer. Debía tomar una decisión ahora, no podía seguir postergando esto por más tiempo pero...

—¡Jenara! ¡Llegaremos tarde!

—¡Ya voy!

Saliendo del baño me encontré a una Alaska ya vestida y maquillada. Me sonrió ampliamente.

—Es emocionante que hayas decidido volver al instituto, estuviste ausente casi dos meses enteros. ¡Una locura!

—Claro, una locura... —contesté caminando hasta el tocador, tomando una chaqueta para ocultar la gran cicatriz.

Me percate de como Alaska observó aquello.

—¿Algún día me dirás cómo te hiciste eso? —preguntó, rompiendo el silencio.

La observé a través del espejo, se veía tan real, tan... Extraña. Pero ella no era la extraña aquí, yo lo era. Aún permanecía en una época que no es mía, estaba evadiendo mi origen.

—Aunque te lo dijera no lo creerías — Alaska alzó una ceja incrédula —Jamás —recalqué.

—¡Bah! Espero que algún día me lo digas, no es una cicatriz normal.

Heredera Perdida [Completa]Where stories live. Discover now