Capítulo 28

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En una hora estaría en el corazón del bosque y, a pesar de que solo me quedaban cinco kilómetros para llegar a mi destino, las copas de los árboles ya se cerraban, impidiendo la entrada de los rayos de sol al bosque, sin embargo, unas pequeñas y traviesas hileras se filtraban en estrechos huecos de las copas de los árboles, iluminando un poco mi camino. Ahora era cuando debía acercarme al riachuelo y atrapar un Chumiuxs, para obtener sus escamas, estaba llegando a la zona en donde habitaban.

Estaba haciendo la trampa cuando escuché a mi espalda una rama romperse, por el rabillo del ojo vi una sombra. Después de lo dicho por Trista y Xiomara, estaba muchísimo más alerta. Saqué la daga de mi bota y me levanté, caminé sigilosamente hacia donde había visto una sombra, levanté el cuchillo para enterrarlo sobre algo o alguien, pero no había nadie, no obstante, algo me llamó la atención. En el suelo, junto a algunos matorrales con espinas, había un pedazo de seda color salmón, se veía como parte de un vestido ¿Qué estaba haciendo un material como este aquí? Se conservaba bien, este pedazo de tela había estado aquí hace poco.

Lo tomé y dirigí mi vista hacia todos lados donde alguien se pudiera esconder, pero no vi nada. Encogiéndome de hombros, e intentando no ponerme más nerviosa de lo que estaba, seguí con la trampa. Consistía en hacer un círculo de hojas naranjas, del arbusto Rusf, al centro de esta hacer una cruz con dos ramas de un árbol de corteza gris, automáticamente, el Chumiuxs se acercará, pensando que es un símbolo maligno e intentará repeler los malos espíritus y vibras, ahí es cuando una red de lianas caería sobre él, cayendo justo en mi trampa para matarlo.

Luego de casi cuarenta y cinco minutos, tenía las manos manchadas de la verde y viscosa sangre del Chumiuxs. Raspé sus escamas dejándolas en un frasco pequeño, luego de tener las suficientes escamas, hice un agujero y enterré a la criatura. Me sentía culpable, no quería matar a esa criatura, no merecía morir, aun así, necesitaba hacer ese portal, necesitaba ir al siglo veintiuno y ver a las personas que amo y decirles que no volvería nunca más.

Luego haber conseguido las escamas, seguí mi camino junto a Eike. Iba muy tranquilo, después del ataque de los Rajous, permanecía a mi lado, quieto y callado. A veces me adelantaba volando con sus pequeñas y delicadas alas, luego yo trotaba hasta él, procurando que no cayera y se lastimara.

Un kilómetro, solo un kilómetro. Eike había estado volando, ya controlaba el aleteo de sus pequeñas alas, podía volar sin pausas, así que una preocupación se fue, la preocupación de que cayera y se lastimara, pero apareció otra.

Hace medio kilómetro, por el camino, empezaron a aparecer huesos, cráneos, esqueletos humanos, eso me preocupaba. Sabía que el Ximfuriuxs eran un tanto peligrosos cuando los viajeros iban a arrancarle su ojo, por codicia, o a veces simplemente no alcanzaban arrancarle el ojo, aun así, jamás creí que el corazón del bosque, llegara a ser un cementerio de viajeros.

Había llegado, estaba parada e inmóvil, esperando, lo que estuve escuchando durante tres minutos, eran los chillidos y exclamaciones de los Trexbouchs, el único animal que habitaba justo donde yo yacía, a parte del Ximfuriuxs.

Me había dispuesto a explorar, cuando escuché unas pisadas, pesadas y seguras, a este sonido sordo le acompañaba un olor apestoso, era una combinación de tierra mojada y a muerto. Desde la oscuridad de los árboles, se veía una gran sombra, quieta. Era el Ximfuriuxs, era el único animal que podía ser, el único que poseía esos ojos tan penetrantes e intimidantes.

Estaba inmóvil, su altura y corpulencia me aterraba, pero me aterraba aún más al no verlo, solo ver esa sombra, me causaba escalofríos.

—Jenara — dijo una voz ronca — Hija de Harald y Anneliese Hoz, primogénita, hermana de George Hoz y... Futura heredera al trono de Lótusz, futura esposa de Dmitrei, heredero de...

Heredera Perdida [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora