Capítulo 27

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Estaba soñando, sabía que estaba soñando, pero esto se veía tan real, como si no fuera un sueño, quizá un recuerdo, pero no era posible aquello.

Estaba a la orilla del lago, Eike dormía plácidamente, cuando un destello de luz verde y amarillo aparecieron al centro, en medio de dos árboles, separados a dos metros de distancia, aquellos destellos tomaron forma, formas humanas, de dos esbeltas mujeres de un metro setenta, ambas mujeres tenían algo en común, sus ojos y sus platinados cabellos que brillaban sin necesidad de estar al contacto de la luz lunar.

La mujer del destello verde, traía un vestido de cola color verde musgo, junto a una tiara con una esmeralda al centro, su cabello, brillaba el doble al contacto de la luz de la luna y sus ojos, ambos de distinto color, el izquierdo de un color azul intenso, como el color de la noche, el derecho, de un verde esmeralda, como el de la gema de su tiara.

La otra mujer, del destello amarillo, traía un vestido igual de cola, pero este era amarillo y se difuminaba en naranjo terminando en un rojo carmesí, traía una tiara más grande, con una gema en forma de diamante color amarillo intenso como el sol, su cabello brillaba el triple a comparación de la otra mujer, era majestuoso considerando que estaba fuera del alcance de la luz de la luna, podría jurar que si esta se acercaba a la luz, brillaría como un destello intenso, dando luz a gran parte del bosque. Su ojo izquierdo, era azul intenso, como el de la otra mujer, el derecho, era de un amarillo brillante, podría jurar que había visto diminutas llamas de fuego bailando en el iris del ojo.

Ambas mujeres hicieron una profunda reverencia, con una gracia angelical, algo completamente sobrenatural. Al mismo tiempo, alzaron sus cabezas y clavaron sus ojos en los míos. Observé por un segundo los pálidos brazos de la mujer de vestido amarillo, traía unos brazaletes, en ambos brazos, a comparación de la otra mujer, que solo traía uno en el brazo izquierdo.

—Alteza — dijo la del vestido amarillo, que yacía al lado izquierdo —A mi hermana y a mí nos sorprende verla aquí...

—Pero sabíamos que vendría — terminó la frase la del vestido verde — Es un placer conocerla al fin.

Me quedé congelada, cual estatua de piedra. No sabía qué decir, ambas mujeres tenían una postura tan angelical, así como de superioridad, eso me intimidaba un poco. 

Su porte sobrenatural hacía que me hundiera y quisiera lanzarme al suelo ofreciendo una reverencia y no levantar la cabeza sin el permiso de estas.

—Yo soy Trista — dijo la del lado izquierdo — Diosa de todo, con los dones de controlar el viento — alzó su mano e hizo un pequeño tornado — Agua — apuntó hacia la laguna y, alzando su mano, se elevó el agua — Al igual que puedo solidificar el agua... — el agua que estaba levitando, se congeló — Y por supuesto, el fuego — alzó la otra mano en dirección hacia el hielo, salió una llama de fuego, derritiendo lo que antes fue hielo.

Quedé asombrada, definitivamente este era un sueño, sin embargo, lo sentía tan real. La magia en Lótusz era real ¿Qué me dice que esto no lo es?

—Soy Xiomara, diosa de la flora y fauna, protectora de este bosque al cual exploras — alzó ambas manos, luego formó unas figuras en el aire con sus manos, después de un murmullo de su parte, llovieron flores, cayendo sobre mi cabello, formando una corona sobre mi cabeza.

Luego de ambas presentaciones y explicaciones, caí en cuenta de quienes eran, a pesar de que me lo habían dicho, tardé en reaccionar y asimilar sus nombres que había oído tantas veces en exclamaciones. 

Di un paso hacia ellas, acto seguido les ofrecí una reverencia elegante, no tanto como las suyas. Me enderecé y dije:

—¿Sois las gemelas Huznos? — pregunté.

Heredera Perdida [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora