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Zheng Guo fue trasladado a una alcoba más cómoda y amplia del Palacio de sus padres, en la Cuarta Mansión*, conocida como la Villa Fáng, como la posición de una de las constelaciones del Dragón Azur. Aunque se negó a quedarse a descansar allí, ellos insistieron, dijeron que necesitaba reposo y evitar exponerse si es que el Señor del Inframundo planeaba alguna cosa, no habían pruebas para implicarlo directamente pero debían estar alerta. Zhì Mín había llegado con un poco de la misteriosa magia y también contándoles que el pequeño pudo divisar la sombra de un amuleto del Di Yu, su teoría indicaba que el contacto con su hermano fue el culpable, sin embargo, Xi Zhen notó que el niño no reaccionó a la presencia del Primer Príncipe en su forma real en ningún momento.

El siguiente paso a dar, para el fénix, era claro, aunque su familia siguiera queriendo dejarlo encerrado: iría a ver el tobillo de Taehyung para enlazarlo con su "alma gemela".

Tuvo que burlar a los guardias fuera de su habitación, corrió hasta los jardines a la luz de la luna y las constelaciones de colores que brillaban gracias a la Diosa de la noche y sus ayudantes; decidió evitar la entrada principal, debería ser más fácil pasar por el alto muro que rodeaba el Palacio Celestial. El aroma de los cielos que desprendían las peonías rosadas lo llenaban todo, las flores se extendían hasta el final de los jardines y los árboles de hermosas perlas brillaban junto a los cipreses chinos. En una esquina, algunos troncos secos recordaban a los melocotones de la Inmortalidad*, que por alguna razón ya no crecían. Por el sendero del lago, pudo divisar la silueta de sus padres, Nan Jun abrazaba a Xi Zhen mientras caminaban.

Temió que lo notaran, pero sus miedos se esfumaron en lo que dura un parpadeo. El sabio y siempre correcto Emperador de Jade, corrió tras el Consorte Real luego de que éste huyera riendo; al alcanzarlo, lo aprisionó en un árbol antes de besarlo con hambre y empezar a deslizar su traje. Zheng Guo no quiso quedarse a ver el espectáculo. Se aseguró la espada en la espalda, cerró los ojos para concentrarse y saltó muy lejos del muro.

El Valle de las Nubes* lo rodeaba absolutamente todo y si no corriera la sangre real por sus venas, hubiera sido lanzado al vacío eterno; corrió por los caminos de Kunlun hacia las Nueve Puertas, el Kai Ming, un tigre gigante de nueve cabezas con caras humanas, dormía profundamente. Trató de ser lo más silencioso posible mientras caminaba a su lado, su mayor temor fue que el inmenso gato oliera su sangre, pero llegó a los portones sin novedad. Cruzó el portal hacia el mundo humano exitosamente.

El aire del cielo era muy diferente al de la tierra, su estado puro y fragante, con tonos florales por los inmensos campos de peonías cambiaba. Zheng Guo se dirigió a la casa Kim sin prestarle atención a los seres que acechaban por la noche, escuchó el asqueroso sonido de un Yao Guai* devorando un cadáver no muy lejos e hizo una mueca.

Al llegar a su destino, primero entró al almacén, revisó cada rincón encendiendo una flama y puso talismanes de protección escritos con su propia sangre. Fue hasta la casa, pasó a la habitación del castañito donde algunas estrellas fosforescentes brillaban en el techo y varios juguetes yacían regados por el suelo. Taehyung dormía plácidamente, como una estrella de mar, se extendía por todo el colchón y sólo la mitad de su cuerpo estaba cubierto por las mantas. El fénix bufó mirándolo. Se sentó cruzando sus piernas en el suelo, a un lado del niño. Cerró los ojos y murmuró un rezo; Taehyung rodó hasta el otro lado, balbuceó alzando la voz, al parecer peleaba con su hermana en sueños; el pelinegro tuvo que volver a ubicarse y repetir el proceso, pero el acanelado volvió a rodar lejos del alcance del dios.

─Seol noona, no te comas todas las galletas. Dame una ─chilló haciendo un puchero. Abrazó su almohada tirando su edredón al piso.

Zheng Guo, cansado, se paró y tomó las dos piernas ajenas para inmovilizarlo. Cerró los ojos, se concentró ignorando los intentos del cuerpecito por moverse, hasta que sus ojos pudieron ver más allá. Taehyung portaba un delgado y casi invisible trazo blanco, tan fácil de romper, no muy lejos del nudo que lo ataba, se enredaba de forma misteriosa y no se podía divisar el otro extremo. Era el camino que seguiría cuando él le pusiera la cuerda bermellón para unirlo con la persona con la que debería encontrarse, pero la senda desaparecía sin dar pistas de su alma gemela. El príncipe frunció el ceño, todo eso se ponía cada vez más extraño.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now