一百二十六

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Después de limpiar el zumo, no pudo evitar invadir la boquita roja que simulaba un fruto maduro y fragante, mordisqueó los labios a su disposición para poder profundizar el roce ocasionando que Taehyung se derritiera y gimiera bajito con la danza en la que sus lenguas retozaron por un largo tiempo, felices por el reencuentro. Un hilo de plata unió sus bocas cuando se separaron, sus ojos viajaron por el rostro ajeno sin cansarse de admirar al otro.

― ¡Kookie! ―puchereó el castañito en el momento en el que su prometido le llenó de besos la carita y le mordió las sonrosadas mejillas.

―Quiero comerte ―admitió volviendo a capturar la piel suave entre sus dientes, sus brazos lo inmovilizaron evitando que huyera.

― ¡Eres un fénix y los fénix no comen carne! ―razonó pero su prometido no le hizo caso.

―Puedo comer estrellas ―bromeó escondiéndolo en su abrazo, rio alegremente sintiendo una emoción sobrecogedora invadir su ser aunque sabía que su estrellita estaba quejándose mentalmente de lo malo que era.

―Kookie malo, malo, malo, malo, malo... cuando vea a tu papá me quejaré y te castigará ―alzó la cabecita enojado.

― ¿Por qué quieres que me castiguen? Si lo hacen, iré a vivir con los ascetas y no podré darte besitos cuando tu maestro al fin te deje volver a mi lado. ―Al ver que sus palabras surtían efecto, sonrió maliciosamente para retomar los labios que no dejaban de tentarlo. En medio del ósculo, presionó la fina cintura con una mano y la otra se fijó en la nuca para evitar que Taehyung se retirara, lo besó profundo adentrándose en la exploración de su cavidad bucal dejándolo totalmente indefenso y con la respiración desigual.

El dios de los qilin se aferró a su cuello sintiendo que flotaba, cada día que pasó desde que se internó en la Segunda Mansión se motivó alimentándose de los recuerdos de esos besos que Jungkookie le daba, anhelando su presencia mucho más que cualquier otra cosa así que ahora que tenía la oportunidad no la desaprovecharía; siguió el hambriento ritmo impuesto por el fénix hasta que terminaron acostados en la alfombra de glicinas totalmente enredados.

― M-Mi avance se verá arruinado si n-nosotros hacemos eso ―farfulló sintiendo un bulto rozando su pierna y las manos contrarias cerca de un lugar peligroso.

―Lo sé, me dejé llevar ―lamentó Zheng Guo tratando de levantarse pero el polluelo no se lo permitió aferrándose con brazos y piernas, sus entrepiernas se rozaron ocasionando que ambos jadearan.

―No beberé mi primera botella de vino, tampoco podré comer todo lo que quiero...

―Sólo es temporal, TaeTae ―dijo apretando su naricita con ternura sin saber porqué mencionaba esas cosas.

―Mi maestro dijo que no podríamos hacer ejercicios de cama, sin embargo, podemos engañar las reglas ¿no cree, Su Alteza Real? ―sugirió en su oído en un tono provocador― Ya no puedes verme como a un niño, Kookie.

Ni siquiera el Tao podría haberle dado fuerzas para resistir provocación semejante, su prometido, más hermoso que todas las bellezas existentes, que opacaba a la luna, al sol, a las flores y a todo lo que se pudiera considerar bello estaba en ese momento acostado sobre una alfombra de flores, con un traje que resaltaba su piel de miel y en un estado tan seductor... sólo pudo maldecir al maestro de la estrellita por sus reglas estrictas antes de desarreglarle el hanfu para besarlo de pies a cabeza.

―No te veo como a un niño ―aseguró haciendo un camino de caricias que sonrojaron todo a su paso maravillado en el cuerpo que reaccionó de forma sublime. Se frotó en los mullidos muslos y por sobre ese lugar maravilloso e innombrable mientras atendía el duro problema contrario hasta que Taehyung ya no pudo más cayendo cansado sobre el desorden de telas―. Buen trabajo, bebé ―halagó besando su frente.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now