一百二十一

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El dios del fuego acarició los cabellos castaños hasta que la estrellita dejó de esconderse como un criminal, sus ojos negros reflejaron la linda carita con extrema ternura y cuidado haciendo que Taehyung se sintiera todavía más culpable por ser travieso, en su cabecita pensó que sería castigado igual que lo hicieron con el hada floral.

― ¿Qué escenario apocalíptico estás creando en tu cabecita? ―dubitó Zheng Guo conociendo esa expresión muy bien, su atención se desvió del suceso.

― ¿El Abuelito Celestial me expulsará de KunLun? ―dudó rodeando su cuello con sus brazos.

― ¿Por qué mi padre imperial haría algo así?

―Porque fui desobediente ―puchereó algo desconcentrado al perderse en los labios que no se cansaba de besar, su mirada subió por los rasgos varoniles y apuestos y su corazón latió con fuerza.

El fénix notó su cambio, ocultó su sonrisa pero no pudo evitar todos los malos pensamientos gracias a la oportunidad que se presentaba frente a él. Según la mitología, los fénix eran aves sagradas benignas, también simbolizaban la pureza pero en el caso del Segundo Príncipe, cómo explicar su situación en momentos como ése...

Sólo tenía cada vez más ganas de corromper a su pareja, de retenerla en su nido, su codicia había crecido a tal punto que podría competir con la de los dragones, tal vez podría superarla. La gentileza en sus pupilas también se mezcló con un deseo intenso.

―Sabes que fuiste un niño malo ―dijo con un tono grave y bajo, su aliento bañó el oído ajeno enrojeciéndolo.

― ¿De verdad me exiliarán? ―Taehyung estaba indignado.

―Yo soy el actual Dios del Matrimonio, primero deberías preocuparte por el castigo que yo te daré. ―Los arrepentimientos que lo atormentaban siempre que terminaba por perder la cabeza, no parecían ser suficientes para frenarse nunca; al tener ahí al ser que había anhelado tanto tiempo, por el que había perdido el corazón, al que soñaba tomar hasta en sueños, sólo caía una y otra vez.

Las mejillas del pequeño polluelo se inflaron con agravio, su expresión mostró que nunca pensó que su Jungkookie diría que lo castigaría con tanta firmeza. Los sirvientes salieron del estupor sólo para ver a su señor coqueteando cínicamente con su pareja a la que sostenía posesivamente, decidieron no decir nada, hicieron una reverencia silenciosa para dejarlos solos.

―P-Pero... ―Intentó actuar lindamente hasta que recordó que debía enfrentar sus problemas como el Antepasado que era, el problema surgió al darse cuenta que siempre fue parte de su esencia―. Aceptaré mi castigo como el Antepasado que soy.

El fénix se dio cuenta que estaban solos así que lo tomó posesivamente de la cadera con una mano, la otra fijó la parte trasera de su cabeza para evitar que se escabullera y se inclinó besándolo con rudeza, mordió ansioso los labios para abrirlos, ingresó su ágil lengua buscando a su igual para enredarla y molestarla, el asedio fue tal que la saliva se escurrió mostrando el desorden en el que las bocas se unieron haciendo que los bordes de los ojitos de melocotón del castañito se humedecieran. Zheng Guo no estuvo contento hasta que su asalto los llevó a casi tirar el altar. Cuando la estrella fue liberada, recién se dio cuenta que estaba casi acostado encima y cosas como el oro y la plata habían rodado por el suelo igual a objetos de poco valor.

―Tu castigo todavía no ha comenzado ―murmuró el Segundo Príncipe sin la fachada de ave sagrada. Bajó hacia su cuello donde una marca se asomaba como un pétalo para darle una lamida―, hasta tiraste ofrendas de mi altar, el Emperador no puede interponerse, TaeTae.

―Y-Yo... ―Sus rodillas estaban débiles, sus manos seguían aferradas a las ropas ajenas y su aspecto era desastroso. Quiso replicarle porque era obvio que el que se lanzó como una bestia hambrienta fue Jungkookie, también fue el que lo acorraló ahí.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora