五十五

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No había ni día ni noche, el olor a descomposición lo devoraba todo en el horrible paraje de los confines, la humedad era tan elevada que todos parecían haber pasado por una lluvia torrencial dejando que las armaduras aumentaran su peso al doble. Zheng Guo prefirió caminar sobre el suelo arcilloso que volar, el ambiente no era bueno y no podrían desplegar sus alas en el revoltijo de ramas que podrían cobrar vida en cualquier momento. Su figura alta y recta como el bambú parecía diminuta frente a los árboles alrededor, las visibles raíces grises eran del tamaño de todo su cuerpo, la energía viciosa parecía envolverlos dotándolos de un toque siniestro y más horrendo que el peor lugar del Inframundo. Uno de los aprendices estuvo tan impresionado por la lóbrega vegetación que no se fijó en el camino y casi tropezó con un montículo de tierra, bajó la mirada notando que mientras más se adentraban, el lugar estaba lleno de ellos.

─Parece ser un inmenso cementerio ─susurró.

Uno de los capitanes de la Guardia Imperial usó su espada para remover la tierra apilada dejando que todos vieran algunos huesos agrietados, cabellos, pedazos de tela y otros objetos que seguro llevaban las víctimas.

─No parece que su objetivo haya sido enterrar los cadáveres, es como si una bestia los estuviera guardando para entretenerse.

El comentario puso los pelos de punta a más de uno, sus rostros no cambiaron de expresión pero sus cuerpos sudaron frío, muchos de esos huesos podrían pertenecer a seres como ellos que encontraron un destino fatal.

─Estén alertas ─advirtió el fénix notando que estaban siendo observados, sus sentidos se agudizaron en el silencio espectral.

De pronto, todo desapareció a su alrededor, aunque el aire no se purificó y su cuerpo se fue sintiendo cada vez más pesado, se encontró sentado en pose de flor de loto al lado de un lago, algunas gotas brillando gracias a una luz desconocida caían en la superficie creando ondas que quebraban la tensa quietud del paisaje. Su mirada viajó por la gruta reconociéndola al instante, quiso moverse de su posición inicial sin lograrlo, su garganta terriblemente seca no lo ayudó a encontrar su voz, no escuchó la risita juguetona por la que iba cada día; recordando a la estrella, intentó moverse con todas sus fuerzas, las venas en todo su cuerpo saltaron latiéndole hasta marearlo y toda su energía fue absorbida sin lograr su cometido. Se sintió cansado como nunca antes en su vida, luchó por respirar ignorando el desagradable hedor mezclado con un gusto metálico, su mente estaba cubierta por un velo nebuloso que no le permitía saber si la experiencia era real o si era sólo una ilusión de un maestro en pesadillas. Invocó su poder como soporte y repitió el intento varias veces, su conciencia se fue desvaneciendo por llevarse constantemente al límite.

El tiempo no parecía pasar, meditó para absorber la energía a su alrededor, el proceso fue lento, más pesado que el monte Tai* y sólo su determinación se mantuvo firme. En el tiempo que tarda una varita de incienso en arder, logró mover su dedo índice, aquello le dio el ánimo suficiente para repetir el proceso. El fuego ardiendo en su interior parecía haberse petrificado, al poder tener la movilidad de sus diez dedos y sus párpados, la calma fue sustituida por algo emergiendo.

─Ahí estás, amigo mío ─la voz de un hombre hizo eco en la gruta, se arrastró al salir del agua hasta llegar a él, su piel estaba hinchada y oscurecida por el ahogamiento, sus rasgos eran poco claros. Sus ojos enrojecidos por el resentimiento miraron a la estatua de carne con burla─. No pensé que volveríamos a vernos. ¿Dónde pusiste a la estrella? ¿Por qué no puedo escucharla? ¿Por qué te prefirió a ti si no tenías nada?

El dios del fuego no se detuvo en él por mucho tiempo, siguió tratando de recuperar el control de su cuerpo pensando que seguiría desvariando, mas, el objetivo del cadáver se hizo claro una vez que intentó arrastrarlo hacia el agua para ahogarlo, la fuerza usada le desgarró el traje y le hizo varios hematomas, el resentimiento ajeno parecía alimentar su fuerza porque su cuerpo inmóvil fue cediendo. Un gran remolino se generó en el lago antes de desbordarse de forma inusual por toda la gruta, la cantidad de líquido incoloro fue tanta que llegó a inundarlo todo. En ese momento, Zheng Guo trató de soltarse del agarre del cadáver que seguía aferrándose a él, al tener control sobre una de sus piernas pateó el abdomen contrario de tal forma que perdió a su ex amigo de vista por un momento, sin embargo, el dios que lo traicionó en la otra vida volvió a arrastrarlo hacia el fondo donde ya ninguna luz lo esperaba, su descenso parecía interminable. Dentro del agua, su situación fue empeorando, las algas se enredaron en las partes que podía mover y no importa cuánto tratara, su fuego no podía ser usado. Cuando su cuerpo traspasó el límite, escupió un gran bocado de sangre oscura y espesa, sus ojos se fueron cerrando sin poder evitarlo más.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now