Laced | Zayn Malik (Español)

Capítulo 33 (Una Noche de Anuncios)

El salón de baile era enorme, grandiosos candelabros colgaban ridículamente alto de los techos. Todo el mundo estaba vestido formalmente como si se tratara de una fiesta de cóctel y los sirvientas, quien estaban usando trajes negros, caminaban alrededor sirviendo bebidas y colocándolas en la mesa de refrigerio.

La mayoría de la habitación estaba libre de mesas, excepto por aquellas que estaban puestas estratégicamente cerca de los muros para permitir espacio en medio del inmenso salón de baile.

Todo el mundo estaba disperso a lo largo de la inmensa habitación; algunos estaban de pie junto a los refrigerios, algunos sentados a las mesas redondas y otros reunidos en frente del oscuro escenario.

— ¡Ven! —Amber estrecho mi brazo con su mano, jalándome hacia la mesa de refrigerios.

Tuve problemas para seguirle el paso con mis tacones negros, advirtiendo cada paso que daba con cuidado.

Cuando finalmente llegamos a los refrigerios, sujete un diminuto, limpio plato de plástico y transferí algunos camarones de cóctel del extravagante mostrador a mi plato, goteándoles un poco de la salsa agria y roja que venía con los camarones.

Levanté varios cubos de queso de una pulgada con esos pequeños palillos que los atravesaban y los agregue al plato miniatura.

Una vez que estuve satisfecha con lo que coloque en mi plato, me dirigí en dirección al largo grupo de esclavos bien vestidos cerca del frente del escenario.

Mientras caminaba, un sirviente llevaba una bandeja de copas de vino rojo, me ofreció una bebida. Vacilé, sin embargo sujete una copa y le agradecí al hombre. Con un asentimiento de su cabeza, me mostró una sonrisa y continúo caminando alrededor, sirviendo bebidas.

Solo antes de que pudiera aproximarme al largo grupo de mis colegas esclavos, sentí un brazo enroscarse alrededor de mis hombros y me congelé, sorprendida.

—Abigail. —Me hablo el Amo Zayn, apartándose para encararme. Me dio un rápido asentimiento de aprobación de mi atuendo, pero entonces frunció el ceño. Me paralicé mientras su manos se dirigían entre mi cara y mi cabello, los cuales habían sido arreglados por los artistas y el maquillaje de de Samuel en un parpadeo.

Sus dedos pasaron por las pinzas de pelo que sujetaban mis largas ondas y las sacó.

Mi cabello cayó sobre mis hombros, largo y levemente ondeado por haber estado sujeto por tanto tiempo.

— ¡Oye! —Protesté, ligeramente molesta—. Eso le tomo a la señora peluquera una eternidad.

Sonrió hacia mí, depositando un rápido beso en la esquina de mis labios, fastidiándome—. Tu cabello me gusta más de esta manera.

—Oh. —Arrugué el entrecejo.

Finalmente me percaté de cuan simpático e impresionante lucía él con ese traje. La camisa de vestir debajo de su americana abrazaba estrechamente su pecho y su cabello estaba peinado en un copete desordenado. Sus iris color miel y marrón observaban mi plato en mi mano y después la copa de vino rojo en la otra. Alzó las cejas, luciendo levemente entretenido.

— ¿Estás segura de que quieres beber? —Inquirió y enarqué mis cejas en confusión.

—Sí. ¿Por qué no?

Me guiñó un ojo, quitándome la copa de mi mano—. No queremos que te avergüences a ti misma como lo hiciste hace varios días, ahora ¿o sí?

Mi mandíbula cayó levemente, intentando recodar lo que ocurrió cuando bebí varias copas de vino con él en cerca de la piscina. Mis pensamientos estaban en blanco—. Oh Dios mío. ¿Qué hice?