Capítulo 2

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/Narra el autor/
  Pasaron los días y ambos aprendieron del otro. Hipo aprendió algunos trucos que le sirvió en los entrenamientos, y chimuelo aprendió acerca del chico. Ambos se volvieron muy unidos. El joven, todas las noches, con lo que descubría del dragón buscaba la forma de mejorar la aleta. Un día antes de que su padre llegara, el muchacho perfeccionó la prótesis para su amigo, al ponérselo este vió que podía moverlo sin necesidad que el otro tuviera que usar el pedal para manejarlo.

Hipo: Ok chico, eres libre - Dijo luego de ver cómo probaba su nueva cola - ¿Te gusta Chimuelo?

  El dragón podía mover su cola completamente y la probó volando durante unos minutos. Al aterrizar se lo veía tan feliz que hasta lamió a su nuevo compañero. El chico, triste, lo acarició y se despidió. Caminó hacia su casa mientras que pensaba.

Hipo: Quizás deba dedicarme a ayudar a dragones heridos. Bromeó. Los demás me matarían si me escucharán.

  Al día siguiente Hipo fue a la cala, en donde encontró a su dragón. Se quedó allí para recordar lo que había pasado hasta el momento, y para darle una última despedida al lugar en donde encontró a su primer amigo.

Hipo: Hasta pronto.

  Pero luego, una mancha negra tapaba el sol, y se acercaba a ese lugar. El chico lo notó y se alegró. Era la criatura que volvió para estar con su amigo. El castaño lloró mientras abrazaba al ébano reptil.

Hipo: *Llorando* Gracias.

  Chimuelo le señalo su lomo y automáticamente Hipo entendió lo que quería. Felices, ambos surcaron los cielos y jugaban con las nubes.

  Mientras tanto, en la aldea, un barco llegó y de él bajo un hombre robusto con una larga barba rojiza, era el jefe que llegaba a su hogar decepcionado de su búsqueda.

  Mientras arrivaba, caminó en dirección a su casa al mismo tiempo que hablaba con su amigo. Se enteró de una noticia que alegró su día.

  En el cielo, los dos amigos jugaban tranquilamente hasta que se les ocurrió hacer una carrera en picada hasta el suelo.

Hipo: Bien amigo - Se paró del lomo del animal - ¡Ya! - Y saltó.

  El único que caí era el joven y mientras descendía a una velocidad increíble, cerró sus ojos y comenzó a recordar algo. Se acordó de cuando era un simple bebé. No recordaba con exactitud el rostro de su madre, pero si que ella y su padre silbaban, cantaban y bailaban la misma canción juntos, llenos de alegría y emoción.

  El muchacho comenzó a silbar, poco a poco el silbido se volvió canto

Hipo: Por bravo mar navegaré
Ahogarme yo no temo
Y sortearé la tempestad
Si eres para mí.
Ni ardiente sol, ni frío atroz
Me harán dejar mi viaaaje
Si me prometes corazón
Amarme por la eternidad

  En eso, abrió sus ojos y notó como Chimuelo lo seguía, se acercó hasta él y se vieron fijamente mientras caían en dirección al mar. Ambos extendieron una mano/pata y las juntaron. Al verse mutuamente sintieron que eran el reflejo del otro.

Hipo: Mi buen amor tan dulce y leal
Me asombran tus palabras
No quiero una empresa audaz
Es bastante si me abrazas

  Ambos comenzaron a bailar y a reír. Jugaban mientras caían, pero no les importaba. A tal punto que no se dieron cuenta que descendían justo en frente de la aldea de Berk apuntando al mar. Cómo el heredero estaba de espalda contra el pueblo, no lo pudieron ver.

Hipo: Sortijas de oro te traeré
Poemas te voy a cantar
Te libraré de todo mal
Si siempre me acompañas
¿Sortijas de oro para qué?
Poemas no me importan ya
Tu mano solo sostener
Mejor que eso no hay mas

  A pocos metros, Hipo se subió a Chimuelo y se elevaron rozando el agua mientras el humano seguía cantando. Se levantaron y se dirigieron al pueblo causando mucho escandalo. Como el Furia Nocturna iba tan rápido, nadie pudo ver quién era el que lo montaba. Hipo se inclinó un poco y agarró el hacha de un vikingo que andaba por ahí, luego lo tiró lo más alto que pudo, el arma se incrustó en lo más alto de uno de el techo de una cabaña.

Hipo: Con tus abrazos y tu amor
En la danzas y en los sueños
Con pena y alegría igual
Conmigo yo te llevo
Por bravo mar navegaré
Ahogarme yo no temo
Y sortearé la tempestad
Si eres para mí

  Chimuelo fue en línea recta y antes de chocar con el gran salón, se elevó verticalmente y nuevamente subieron hasta lo más alto en la cielo. Ambos se sentían libres.

Cómo Entrenar A Tu Dragón (Una historia Diferente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora