Capítulo 43 ♡

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«―Una persona decepcionada nunca va estar bien»

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Josh Kozlow

La ira recorre mi cuerpo como si fuera una serpiente. Va cada vez más rápido a medida que mi sangre se va calentando, y mi cerebro solo funcione para una cosa: encontrar a Dean en donde sea que esté. Porque ya nadie puede contenerme, ni siquiera Bruce pudo. Y dudo mucho que mi racionamiento ayude a que piense con claridad y deje a un lado toda la estupidez que estoy a punto de cometer.

Manejo con tanta furia, igual que cuando me enteré que Robert estaba dispuesto a contarle a todo a Micaela sin decirme, y obvio que no tiene por qué hacerlo, pero yo como estoy mal de la cabeza, pensé que me iban a comunicar de todo como llevan haciendo desde años. En ese momento tenía ganas de llorar de miedo, ahora quiero gritar de impotencia y rendirme de una buena vez.

Pero no puedo hacerlo.

Soy un ser extremadamente egoísta que solo piensa en sí mismo. Vivo diciendo que me importa Micaela más que todo, que siempre es lo primordial en mi vida, pero la realidad es que digo eso para recordármelo. Si fuera por mí, no le diría absolutamente nada, y la tendría para siempre sin importarme los demás. Pero sé que eso no es sano.

Que yo no estoy sano. Y que necesito con urgencia atención psicológica sino quiero llegar al borde la locura.

Las personas pasan rápidamente por mi vista. Mantengo la mirada fijamente en la carretera, procurando llegar lo más rápido posible a mi destino. Puedo ver el sol descender, iluminando con sus últimos rayos las carretera principal de la cuidad. Es sorprendente que en el dia más corto de mi vida, hayan sucedido más cosas de lo que puedo imaginar. Y sospecho que todavía faltan muchas cosas que pasarán en cualquier momento.

Aparco el carro en la editorial donde trabaja Dean. Mi corazonada me dice que está aquí, palpita con fuerza igualmente que yo. Bajo de mi auto más rápido que un peo, camino a paso rápido sobre la acera y entro a la editorial con la vista de todos los trabajadores que se quedaron en silencio. Viéndome incrédulamente.

Dejo a un lado todas las miradas que me acechan y camino hasta el mostrador.

―¿Se encuentra Dean? ―pregunté entre dientes.

La chica, pelirroja y muy mona, se sobresalta y empieza a asentir repetidamente.

―Dígale que baje ―ordeno, recostándome sobre el mostrador―. Y también que quien lo busca es Rebecca Lincoln.

Si baja, entonces confirmo lo que pensé hace unos minutos atrás.

Ella vuelve a asentir y pone el teléfono en su oreja. Comienza a hablar con el supongo que es Dean sin mirarme, literalmente me está dando la espalda y no la culpo. Las demás personas que me miraron apenas entré, desviaron la vista, pero sigo sin quitar la expresión furiosa de mi rostro. Y sé que eso puede llamar la atención de más de uno, porque siempre he mantenido la fachada alegre y viva en cada momento que me ven.

Ahora es completamente diferente.

Aprieto mi mano, formándola en un puño, y luego vuelvo a aflojarla. Hago aquello varias veces, intentando calmar mi frenética emoción de querer descuartizar a todos, mutilarlos en pedacitos y después meterlos en una bolsa de basura y tirarlos en un rio que vaya al mar y que en el mar desaparezcan. Inmediatamente fruncí el ceño, ¿Qué demonios me pasa? Nunca había tenido ese tipo de pensamientos, sí del mismo índole, pero no tan sangrientos.

―¿De dónde conoce a Dean? ―preguntó una chica más adorable que la otra.

Paso mi lengua por mi labio inferior.

Nadie Como Tú © [COMPLETA✔]Where stories live. Discover now