Capítulo 41 ♡

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«―Soñar solo nos hace más daño»

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Josh Kozlow

Las cosas se están poniendo jodidas.

Todavía no me viene a la mente quien puede ser el muy maldito que quiere perjudicarme. Tengo muchas personas a la mente, los típicos enemigos y los que dicen ser mis "socios", pero todos saben que nunca en la vida va a ver una amistad que derroche confianza en este tipo de profesión. Por eso siempre evito confiarme de los otros gerentes, uno nunca sabe cuándo van a jugar en tu contra.

Después de todo, la mierda viene envuelta en un papel de aluminio.

La llamada de Theo me revolvió todo por dentro. Nunca me había pasado algo como eso, con nadie. Sus palabras sonaron tan sinceras que me fue imposible no creerle. Y en serio, jamás creería en ninguna palabra que suelte él, ni nadie que quiera estar con mi Micaela. Esos inútiles se ganaron mi odio en el momento que quisieron arrebatármela.

Ahora me encuentro en camino para ir a la empresa, le comenté lo que está sucediendo a Enrique y necesito advertirle a los demás. Aunque también tengo que estar alerta con ellos, al fin y al cabo, Theo me dijo que "están intentando sacar información" ¿y quiénes son los únicos que pueden saber sobre todos mis proyectos? Los que están cerca de mí, o se ponen a chismorrear para comentárselos a los demás.

―Su madre no ha dejado de llamarme ―me informó Doug.

Ladeo un poco mi cabeza del vidrio y suelto un suspiro. Mentiría si dijera que no me sentía irritado. Todo este tiempo intenté evitarla, no saber nada de ella durante mucho tiempo, pero eso sería soñar despierto. Sé que es cobardía de mi parte no estar para ella en estos momentos, algunos pensaran que cuando pasó aquello tenía que estar a su lado. Pero aquí habla mi orgullo y resentimiento: ¿Por qué tengo que estar con ella, si cuando la necesitaba solo se excusaba y seguía poniendo a mi padre en un altar?

Ya no más.

Tiene que probar una cuchara de su propia medicina.

―No le contestes ―farfullé, apretando la mandíbula―. Ni si quiera le digas donde estoy.

Él asiente y no me vuelve a dirigir más palabras en lo que queda del viaje.

Diviso muchas personas en la entrada de la empresa. Fruncí el ceño, incrédulo. Ya ha pasado muchos días desde que se dio a luz la relación que mantengo con Micaela. Además, le dejé muy en claro a todos la vez esa que soltaron la estúpida pregunta. Todavía puedo recordar muy bien el rostro de la chica chiquitica y su actitud de empoderada divina.

No le pude mencionar nada a Becca, pero sé que fue ella quien la mandó. Nadie, más fastidiosa que ella, pagaría a una periodista para que dijera cosas sin sentido. Sabe muy bien que una pregunta como esa iba a despertar la curiosidad de los demás, y admitiéndolo todavía la alabo por tan maravillosa jugada. Sinceramente no habrá nadie más suspicaz que ese intento de ser humano.

Siento que mi chaqueta vibra antes de que el auto se aparque en el estacionamiento. Lo saco, viendo el nombre de Mica iluminarse con cada tono. El recuerdo de lo que pasó ayer me calienta el pecho. Siendo sincero, no esperé que el momento de volver a tenerla a mi lado, fuera tan rápido e inesperado. Me imaginé algo tipo una playa, o un hermoso cuarto con un espectacular ventanal  que mostraba la naturaleza que rodeaba otra cabaña que tengo a mi nombre.

De cierta forma, me estoy volviendo un romántico. Y amo eso de la nueva Micaela.

―¿Si? ―pregunté agitado, noté mi respiración acelerarse.

Nadie Como Tú © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora