Capítulo 26 ♡

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«―Las mentiras son las mejores armas para no sufrir»

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Al principio no supe cómo reaccionar.

Si salir corriendo o tomarme la noticia con calma. De verdad, preferiría la segunda opción.

Pero cuando se cortó la llamada justo en el momento que mi madre me dijo que Erika estaba grave, todos mis sentidos se pusieron alertas. Fue como si una bomba nuclear hubiera explotado sin ni siquiera avisarme o darme el amago del impacto. Todos mis nervios se dispararon aumentando el dolor de cabeza.

Me levanté por acto de reflejo brincando en la sala de Magdalena. Escuchaba los gritos de Ezequiel pero lo único que mi mente formulaba era el temor y el miedo que invadió cada parte de mi ser. Si antes tenía ganas de llorar, ahora estaba a punto de tirarme a piso y clamar con amargo dolor. Todo mi cuerpo temblaba, no sabía si de frio o de angustia.

Nonononono…

Jamás pensé en tener a Erika en un hospital, solo si era para acompañarme cuando me daban los ataques repentinos de ansiedad. En mi mente no pasó tenerme a mí cuidando de ella. Era tan irrelevante e irónico que me daban ganas de reír.

Siempre supe que no todos somos inmortales, cada ser humano en este planeta no es inmune a cualquier enfermedad. Somos tan mortales y unas de las criaturas más propensas a sufrir algún daño. Y tengo miedo de eso. No sé si sufrió un accidente, si contrajo alguna enfermedad, si tiene algo que no se puede curar y nunca nos dijo… y sea demasiado tarde.

Por favor, por favor, por favor

Nunca en mi vida había orando tanto como ahora, me removía inquieta mientras Ezequiel manejaba a toda velocidad sin preocuparse en detenerse cada vez que el semáforo se ponía en rojo. No paraba de preguntarme cosas que no sabía cómo responder. Tenía la garganta cerrada, ah, pero los orificios de mis ojos sin estaba más que abiertos. No quería ni verme para comprobar mi estado.

Sin embargo, siempre llega un momento en el que uno no siente absolutamente nada. El miedo sigue allí, claro, pero se llegó el punto de entrar en ese bloqueo mental en el que las voces son solo murmullos y la gente figuras borrosas, abstractas y distorsionadas como una pintura. Asi me encontré yo.

Me sentí vacía, desecha, dañada. Sé que estoy apresurando las cosas, que no debo tener una mente tan cerrada y negativa. De hecho, sentí el desgarramiento de algo en mi interior, ya no sabía que pensar, ni que pronunciar. Lo único que sé cuándo sentí ese retorcijón, fue la esperanza vaciándose gota a gota.

Solo ―aunque estaba en un estado de shock casi irremediable―pude salir del auto y correr hasta el hospital. Las personas pasaban a mis lados. Yo no intentaba ser amable en lo absoluto. Empujaba a cualquier individuo que ser entrometía en mi camino: niños, viejos, adultos, discapacitados. Tampoco me encontraba muy cuerda para pedir perdón o para siquiera pararme y darle una mirada de disculpa.

En cierto momento, alguien me tomó por el codo y me condujo al lugar donde quería llegar. Se me había olvidado por completo preguntar por mi amiga. El impulso de la aflicción condujo mi cuerpo igual que una maquina programada para hacer tipos de cosas establecidas por sus creadores.

Ezequiel también se mostraba desesperado. Lucia abatido, vulnerable. Todo esto le afecta más que a mí. Aunque lo niegue, se sabe perfectamente que esta coladisimo por ella. Está enamorado de amiga, y eso que ella juega con él las veces que se le da la gana. Tiene miedo, me está superando y no quiero que sufra tanto.

Nadie Como Tú © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora