Capítulo 9 ♡

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«―Disfrutar un poco de sexo no le hace mal a nadie, ¿verdad? Además a todos les encanta el sexo.

―Menos a un asexual»

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―¡¿Qué?!―Exclamé golpeando mi pecho.

Bruce baja la cabeza, avergonzado.

―Sí, me lo dijo ayer cuando le pregunte su apellido―contesta.

Me sonrojé  sin saber él porque. Si, mis cachetes ardían tal y como cuando Josh me dijo un piropo.

Se formó otro silencio espeso en la mesa, tenía justo en ese momento varias preguntas que acribillaron mi cabeza. Sentía la urgencia de saberlas todas, pero también sabía que no las iba a tener porque no soy nada Josh.

Mi hermano se removía incomodo en la silla, como si fuera un tema muy difícil de hablar para él.

―Siento mucho todo esto…―dice.

Lo interrumpo:

―¿Por qué te disculpas?

Levantó la mirada y pude ver claramente lo que quería transmitir.

―Pues… porque… no sé, ¿no es obvio?―miró alrededor del comedor en busca de ayuda divina―, es la hermana de tu jefe… eso no…

―¿Me estas queriendo decir que no vas a estar con ello porque es hermana del Sr. Kozlow? ¿Quién soy yo para impedirlo?― pregunté rápido y con un tono cargado de molestia.

Él se quedó mirando el plato durante un momento. Sonrió, pero no llega hasta los ojos, fue leve y melancólica. Si me hubiera dicho otra cosa estaría mejor, pero sé que ella es su punto débil, no la conozco  y ya siento miles de emociones hacia Sue.

―Pensé que sería un problema―dice al fin, suspirando derrotado.

El vaso de jugo de fresa que había puesto mi madre para pasar la sequedad, no llegó a mi boca. Rozó mis labios y pude oler ese toque agrio del jugo. Mi padre masticaba en silencio, mirándonos intercaladamente y escuchándonos. En cambio mi madre puso sus codos en la mesa y entrelazó sus finos y delicados dedos.

Bajé el vaso con lentitud y cautela hasta ponerla al lado del plato con comida por la mitad. Miré mis manos para no reírme a carcajadas.

―No es problema―rectifico, tratando de ablandarlo―. Si tú quieres estar con ella, anda. Nadie te lo impide, solo no hagas nada imprudente que pueda poner furioso a mi jefe.

Y fuera lo que fuera que afectara tanto a mi hermano quedó en el olvido, ahora si sonrió como nos tiene acostumbrado, achinando sus ojos y mostrando sus dientes.

―Eres la mejor hermana, ¿lo sabias?―silba.

Suelto un resoplido como si lo que hubiera dicho fuera absurdo.

―Y hablando como los locos―habla mi padre―, ¿es bonita?

Los ojos de mi hermano se iluminaron como un niño en navidad. Diosito, mi hermano está enamorado, con tan solo 16 años y ya sabe lo que es “amor”. No yo que ya voy para 23 se cómo es ese sentimiento. Lo he sentido en los sueños que tengo, pero igual no lo he sentido en carne propia.

Nadie Como Tú © [COMPLETA✔]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu