Nadie Como Tú © [COMPLETA✔]

Capítulo 36 ♡

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«―Todo famoso quiere ver como se vuelve más famoso»

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Micaela Gardner

"―… según comentan o murmuran, el teatro fue el lugar del enfrentamiento. Delante de muchas personas, en una reunión donde estaban invitados especialmente los hermanos Kozlow. Tenemos entendido que la primera en comenzar el pleito fue Sue Kozlow (hermana menor del empresario Josh Kozlow) vociferando a los cuatros vientos que preferiría mil veces a la actual novia del empresario, que a Rebecca Lincoln. Cito palabras de la jovencita: La prefiero a ella que a ti, a una mujer que se acuesta con todos los hombres. No podemos seguir con lo demás porque estamos en horario infantil…"

Mastico la tostada con fiereza, rápidamente, provocando un sonido grotesco.  En la pantalla del televisor muestran, en una esquina, en una diminuta partícula, una foto de Sue, sonriendo, feliz mirando el lente de la cámara. Después de varios segundos desaparece y ponen una foto donde sale Becca, con la ropa de ayer y el pelo liso. En pantalla se ve aún más hermosa de lo que es. No es justo que un demonio sea tan hermoso.

Siento como el peso del mueble se hunde a mi lado, miro de reojo a Josh con solo los pantalones de pijama y el torso descubierto. La  réplica exacta de un cuadrito de chocolate. Tiene las mejillas rosadas, no sé bien si es por el frio o es algo normal apenas se levanta, pero se ve cuchi y quiero comerlo a besos.

―Es increíble todo lo que son capaces de hacer ―espetó, pasándome una taza con leche caliente―. Solo para ser lo más vistos y tener el puesto alto en esa estúpida etiqueta. Enserio que son idiotas, ¿Cuál es la función de exagerar todo para nada? No lo entiendo, de verdad.

Tomé un sorbo de la leche, deleitando el calor que abrigó mi garganta y alivió un poco lo frio que estaba mi cuerpo. Desde las ventanas corredizas que dan a la terraza del apartamento de Josh, el cielo se encuentra oscuro y la brisa golpea con fuerza las ventanas, haciendo que el siseo se asemeje a un chillido fantasmal.

―Eso es lo que quieren ―opiné encogiéndome de hombros. Aunque tenía un nudo en la boca del estómago que quería que me pusiese a llorar y montar un drama―. No basta con lo que les han dicho, quieren que la información sea más… ¿suculenta? Bueno, quieren eso y llamar la atención de los televidentes. Están desesperados por ser reconocidos, vistos…

Él desliza una mano por el borde el mueble y hace un recorrido lento, suave, puede que hubiera pasado inadvertido si no fuese visto el brillo malicioso en sus ojos. Aun así me quedé quieta, como piedra, pero alerta ante cualquier movimiento el falso que  él puede hacer y pueda estar prevenida.

Últimamente tengo que comportarme de esa manera por su culpa. Siempre me agarra cuando estoy desprevenida y toca una parte de mi cuerpo. Ya sea la espalda, el hombro, la mejilla, la barriga. Ayer, después de haber apagado las luces, y después de quitarnos las ropa y las malas vibras, nos quedamos acostados juntos. Abrazados. No había ningún milímetro de separación entre nosotros, y nos dedicamos a escuchar el sonido de los grillitos.

Pero cuando estaba a punto de dormirme, puso su grande y diestra en mi barriga y empezó a acariciar mi ombligo. No fue más que un toque indefenso y sin nada de morbo, el problema era que todavía no me acostumbro a sus caricias. Sus toques arden en mi piel cuando hacen contacto, es como si me quemara y encendiera un fuego forestal que en vez de echarle agua con espuma, agregaba más gasolina y azufre, alimentándolo, creciéndolo, haciendo que consumiera gran parte de mi coherencia y me comportara como la propia estúpida.

―Me sorprende que digas las cosas tan calmada y tan madura ―comentó Josh, posando de una vez su mano en mi hombro y acercándome a su desnudo torso tentador―. Ayer no decías lo mismo. Ayer estabas histérica y creí que no te pararías de la cama, de verdad que lo pensé y ya tenía un plan  para sacarte del cuarto.