Había sido difícil mantener una relación con la sabelotodo más famosa de todo Hogwarts, y ahora ministra de magia, pues prácticamente puede adivinar todo lo que hago o quiero hacer, la amo, pero nunca le perdonaré que arruinase nuestro cuarto aniversario porque habían desaparecido unos cuantos galeones de la cuenta. Ella necesita saber y controlarlo todo y ese ha sido una de las principales razones para nuestras discusiones.
Últimamente no la veo mucho, mi trabajo como jefa el el escuadrón beta de aurores consume la mayoría de mi tiempo y su trabajo como Ministra no la deja mucho tiempo libre. La aparición de un grupo de neomortífagos hace que pase la mayoría de mi tiempo con el jefe de los aurores, Harry Potter, recaudando información y pensando en estrategias para erradicarlo.
—Dios, ¡Ginny me va a matar! Son mas de las doce y no he dado señales de vida.— dice Harry frustrado mientras se agarra el pelo con ambas manos
—No creo, la he llamado hace un par de horas para que no se preocupase, soy mejor mujer que t— me burlo de él mientras descarto otra montaña de papeles con un golpe de varita. Por cierto ¿Que tal con Herms?—pregunta Harry haciendo lo mismo que yo con otra pila de hojas.
—Bien, he conseguido ocultarle lo de el viaje secreto a Grecia, creo que está tan ocupada como Ministra que no se daría cuenta si decido adoptar un niño— le cuento mientras comienzo a revisar la siguiente de las montañas de papel.
—Pero vuestro aniversario es esta semana, ¿Cuándo le darás la sorpresa?— pregunta dejando de lado el papeleo, a lo que yo hago lo mismo apartando las montañas para poder verlo mejor.
—Mañana, llegaré pronto a casa, le daré los billetes y cuando volvamos de el viaje le daré la segunda sorpresa de aniversario— le explico mientras fantaseo con lo que pasará cuando le enseñe los billetes, cuando estemos en Grecia y cuando vea que nos han aceptado en un programa de adopción y tendremos a nuestro bebe días después de llegar de el viaje.
-¿Sabes? Desde que os vi emocionaros al conocer a James supe que seríais unas excelentes madres, me alegro que lo halláis conseguido — Harry se levanta de su escritorio y me abraza.
Esa noche casi no dormí, quería quitarme todo el trabajo posible para poder salir pronto a el día siguiente, y lo conseguí. Salí de la oficina a la hora planeada, justo después de despedirme de Harry intenté despedirme de Ron, pero se había tomado la tarde libre, voy a extrañarlos estas semanas de vacaciones.
Usé los polvos flu para llegar lo antes posible, las mejores semanas de mi vida acababan de comenzar y estaba tan nerviosa que necesité secarme las manos de sudor varias veces desde que salí de la oficina hasta que llegué a las chimeneas del ministerio.
De repente me encontraba en medio de el salón, con la escena más horrible que podría haber imaginado nunca, en en sofá estaba Hermione con Ron, besándose. Me encontraba en estado de shock no podía moverme, no podía pensar, solo podía observar como mi mujer y uno de mis mejores amigos se besaban delante de mi cara.
—¡T/N!— exclamó Hermione horrorizada al darse cuenta de que me encontraba en medio del salón observándoles.
—Yo....yo...nosotros....no es lo que parece— intenta excusarse Ron mientras se alejaba de Hermione
—T/N Yo... te quiero, esto.....— dice Hermione intentando acercarse a mi.
—No, ha...ha quedado todo muy claro— digo aguantando las lágrimas para salir corriendo hacia la habitación.
Comencé a empacar mis cosas, necesitaba salir de ahí, alejarme de ellos, en ese momento yo era una explosión de sentimientos, rabia, tristeza, desolación, impotencia, me habían traicionado antes, pero nunca pensé que Ron o Hermione... y menos los dos juntos.
