🥏Alec Ligthwood 2🥏

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Habían pasado un par de semanas y todavía no podía creerme todo lo que había pasado.

De repente había pasado de ser una huérfana con una vida muy normal a ser una especie de guerrera medio ángel.

— Tienes que concentrarte, sino jamás aprenderás a pelear—  me decía Clary, que me estaba enseñando a usar el sable láser que tenía un nombre raro Seramín o algo así.

— Es que tengo demasiadas cosas en la cabeza, he sufrido muchos cambios últimamente—  dije señalando el instituto, y mi ropa, la cual se había teñido de negro, y parecía ser de manera permanente.

— Es normal, pero sé que hay cierto moreno en tu cabeza que tampoco te deja concentrarte— dijo mandándole una rápida mirada a Alec, que se encontraba entrenando con Jace en la sala de al lado.

— ¿Alec?, noooo, solo me parece atractivo— dije mientras me tocaba el codo, recordando aquella caída en la enfermería, cuando le conocí.

— Puedes mentirte todo lo que quieras, pero he visto las miradas que os echáis, y ahí sé que no mientes jajaajajjaja—dijo la pelirroja riéndose, mientras veía como mis mejillas se teñían de rojo.

— Deberíais hablar— dijo Isabella metiéndose en la conversación y ofreciéndonos unas chocolatinas para recuperar fuerzas después del entrenamiento.

Miré a Alec, y nuestras miradas se cruzaron, me sonrojé y aparte la mirada rápidamente, haciendo que Clary e Isabella se riesen de mi.

Caminaba hacia las habitaciones, tenía que guardar mi cuchillo luminoso y darme una buena ducha.

— ¡T/N!—oí que alguien gritaba a mis espaldas, no me hizo falta girarme para saber quien era, se había vuelto dueño y señor de mis sueños y pensamientos.

— Alec— dije girándome hacia él saludándole.

— ¿Qué necesitas?— pregunté cuando me alcanzó y se colocó a mi lado.

— Solo quería hablar contigo, te he visto entrenar, y eres horrible con el cuchillo serafín. Así jamás te destinarán a una misión— dijo medio riéndose de mi, señalando el cuchillo que llevaba en la mano, y con el que me había cortado varias veces las manos intentando aprender a usarlo.

— O dios mago y señor del cuchillo sinfin, enséñame tus conocimientos— dije siguiéndole el rollo y haciendo que soltase una carcajada por mi comentario.

— Mañana, a las siete en el gimnasio, y, por quinta vez, es un cuchillo serafín— dijo continuando por el pasillo y despidiéndose de mi con la mano, antes de doblar una esquina.

No pude evitarlo, aquella noche dormí fatal, no quería llegar tarde a mi cita con Alec, y estuve entrenando porque no quería quedar totalmente en ridículo con él.

Así que, exhausta y con mil tiritas en las manos me dirigí al gimnasio al día siguiente.

Alec ya se encontraba allí, lanzando flechas a una pequeñísima diana con forma de demonio y que se movía rápidamente por la sala. Temí por mi vida cuando Alec me apuntó, asustado porque hice ruido.

— Has venido— dijo demasiado emocionado.

— Claro, no quiero quedarme aquí de por vida, sin poder salir— respondí desenfundando el cuchillo.

Comenzamos a entrenar, él era muchísimo más bueno que yo, tenía más reflejos, más agilidad y su fuerza era mucho mayor.

En una maniobra sorpresa me hizo la zancadilla para hacerme caer, yo, temiendo por mi vida me agarré a lo primero que pude, su camiseta y lo acabé tirando conmigo.

O más que conmigo, lo tiré sobre mí.

Nuestras caras estaban muy cerca DEMASIADO cerca y no pude evitar sonrojarme, él sonrió ante mi reacción, mostrando su perfecta y blanca dentadura.

Saqué fuerzas de donde no las había y lo agarré de la cara, besándole. 

Reaccioné y me alejé de él rápidamente, ahora era él el que estaba sonrojado. Justo cuando estaba a punto de salir corriendo fue él quien tomó la iniciativa y me volvió a besar.



Multifandom 🏳️🌈~ (en edición)Where stories live. Discover now