Capítulo 59

6.1K 613 51
                                    


Segundos después de que Louis llame a la puerta dando tres golpes limpios, una señora de unos cincuenta y tantos años, nos da la bienvenida. Tiene el cabello castaño oscuro recogido a los costados con clips, dejando a la vista sus orejas adornadas con unos sutiles aros redondos plateados y unos cuantos nacimientos canosos en su cuero cabelludo. Lleva puesta una camisa color beige suelta con las mangas plegadas, una pollera lisa un tono más oscuro hasta por encima de sus tobillos y unos zapatos negros. En cuanto ve a Louis y Ann, sonríe y, tanto en las comisuras de sus labios como sus ojos, desfilan arrugas finas. Ella da un paso hacia atrás, dándonos lugar para entrar.

—Louis, hace tanto tiempo que no venías de visita. Me tienes olvidada —lo saluda ella. Su voz es tan cálida como su expresión.

—Perdón, Eleanor. Hay mucho trabajo en el hotel —se excusa él, devolviéndole el abrazo.

—Cada vez que te veo estás más joven, lo juro —Eleanor le da un abrazo a Ann.

—No hace falta que mientas —le responde ésta última con una sonrisa. Eleanor tiene razón, Ann parece ser Benjamín Botton; en lugar de envejecer, se vuelve más joven. He visto varias fotos suyas de hace varios años atrás y luce igual, incluso mejor.

—¡Matthew! No sabía que tú también venías —es el turno de Matthew ahora. Luego de observarlo y revolver su cabello como si fuera un niño pequeño, su mirada se encuentra con la mía.

—Eleanor, ella es Hazel —habla Louis.

—Es un placer Hazel —me extiende la mano y le devuelvo el saludo, así como también una sonrisa sin separar los labios.

Como todo el mundo, no puede evitar mirar fijamente mis ojos. Debería acostumbrarme ya, pero todavía me incomoda un poco. Suelto su mano despacio y finalmente desvía sus ojos grises de los míos.

—¿Eleanor? ¿Son ellos? —una voz gastada habla desde el interior de la habitación contigua.

—Sí, Clarice —responde Eleanor, elevando la voz más un poco.

Me siento como si estuviera caminando por una cuerda floja que pende sobre una piscina llena de tiburones esperando a que me caiga para convertirme en su alimento. Es ridículo este nerviosismo.

Eleanor se adentra en la siguiente habitación a la izquierda y todos la seguimos; Louis y Ann adelante, Matthew y yo detrás. Éste me da un ligero apretón en el hombro y una sonrisa para aliviar mis nervios. Aunque no sirva de mucho, agradezco la ayuda que intenta darme.

La luz del sol que ingresa por el ventanal ilumina por completo una sala que me hace sentir como si hubiera viajado en el tiempo, a algún año entre los sesenta o setenta tal vez. Tres sillones con respaldo de duro y tapizado floreado, dos individuales y uno doble, están situados enfrentados; dos lámparas sobre dos pequeñas mesas con delicados relieves en su superficie de madera brillante junto a los sillones individuales; unas pinturas de paisajes que no reconozco para nada cuelgan de las paredes blancas. Si hay algo más que podría llamarme la atención, no lo sé, porque toda mi atención se dirige a una figura femenina parada junto al sillón doble.

Por un momento me parece ver a mi abuela materna, con su cabello oscuro y corto, grandes aretes dorados cuyo brillo se abre paso entre la negrura de su cabello; esa mirada juzgadora y pensativa con la que siempre me miraba a mi y a mi madre y los labios apretados formando una fina línea, como si tratara de impedir que palabras amargas e hirientes salieran de su boca.

Un silencio por demás incómodo invade el lugar. Sólo hay intercambios de miradas rápidas e inhalaciones y exhalaciones que intentan mantenerse dentro del rango normal. Son segundos interminables, hasta que Louis por fin habla.

|| Damaged || Suga ||Where stories live. Discover now