Capítulo 1

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Siempre me quejé del clima lluvioso y húmedo de Manchester pero nunca pensé en mudarme de esta ciudad. Vivía con mi madre hasta que enfermó. Lamentablemente fue diagnosticada con cáncer de estómago en una etapa avanzada de éste y fue cuestión de meses, a pesar de seguir el tratamiento que le había indicado el médico al pie de la letra, para que la enfermedad se llevara a mi madre. Ella lo era todo para mi porque ella era la única persona en el mundo con la que podía contar. Me crió ella sola, trabajando fines de semana y días festivos sin nunca quejarse o protestar por ello; siempre tenía una sonrisa para darme sin importar qué tan cansada estaba y buscaba el tiempo para jugar conmigo y leerme antes de dormir cuando era pequeña. Nunca llegué a conocer a mi padre en persona porque él vive en la costa oeste de Estados Unidos.

Mi madre había ido de vacaciones de verano con un par de amigos a la costa oeste de Estados Unidos y fue allí cuando lo conoció, hace 18 años. Ella siempre me contaba cosas sobre él como que su ropa siempre olía a café, su adicción, y que su cabello nunca estaba arreglado o que nunca se molestaba en arreglárselo aseguraba ella, que su comida favorita es carne asada con papas a la provenzal, incluso en los días más calurosos de verano, que cuando se conocieron pensó que él era un vagabundo que quería robarle cuando en realidad sólo quería pedir indicaciones para llegar a la playa y lo más importante de todo, que a pesar de que nunca pudieron vivir una vida juntos, ella se sentía agradecida con él por haberle dado la oportunidad de convertirse en mi madre. De vez en cuando, tomaba una caja pequeña de su closet y me mostraba fotos de él: un chico veinteañero con una expresión feliz y fresca en su rostro, rodeando la cintura de una chica de ojos verdes y cabello castaño claro a los hombros con sus brazos sueltos. Aunque quiera negarlo, soy muy parecida a él: tengo el mismo cabello oscuro y brillante, labios rosados y pestañas espesas y negras que hacen que mi mirada sea intensa pero una cosa en la que difiero con él es que tengo heterocromía: uno de mis ojos es color avellana, como los de mi madre y el otro, celeste, como los de mi padre.

Lo suyo fue un amor de verano. Cuando mi madre volvió a Inglaterra no sabía que estaba embarazada  de un estadounidense que había conocido a principios de la estación más calurosa de todas. Mi abuela se había enfadado mucho con ella.

<<No hay nada más mal visto e indigno que una madre soltera>> solía decir ella las muy pocas veces que la vi. Nunca se interesó por mi porque era producto de ese acto indecoroso que había cometido mi madre, según ella. Cuando fue diagnosticada con cáncer, de algún modo supo que su tiempo acababa y no quería dejarme sola en el mundo, así que decidió que él tenía que saber de mi existencia. Me pidió mi opinión y, aunque no quería que le dijera sobre mi porque qué caso tiene que sepa que tiene una hija de dieciocho años ahora, no pude decirle que no a mi madre en el estado en que estaba, iba a hacerla sentir mal y lo que menos quería era arruinar sus últimos momentos en esta vida.

No lo culpo por no haber estado en mi vida desde el principio, él no sabía de mi pero me resulta realmente imposible considerar mi padre a un extraño que nunca he visto salvo en fotografías. 

Mi padre le había prometido a mi madre que su amor nunca cambiaría, que serían él y ella por siempre, sin importar los obstáculos que tuviesen que enfrentar; que un día la iría a buscar a Inglaterra y que tendrían una vida juntos, incluso si terminaban viviendo bajo un puente, pero estarían juntos.

Ella nunca lo dijo pero yo sé muy bien que lo esperó; cada vez que se tildaba contemplando sus fotos veía como se le iluminaba el rostro al recordar aquellos momentos para siempre guardados en esas imágenes, sabía que ella aún tenía la esperanza de que él dejáse su empleo, su casa y su esposa para venir a vivir con nosotros y completar nuestra familia. Me dolía verla tener esos pensamientos tan estúpidos e irreales y fingir que estaba bien. No era capaz de verlo pero nuestra familia, por más pequeña que fuera, ya estaba completa: ella y yo. No necesitábamos a ese hombre del otro lado del océano. Sin embargo, ella lo esperó pero él nunca vino; terminó muriendo sola y lo que más me duele es que hasta su último respiro sé que lo esperó. El amor nunca cambia; todo lo que él le dijo, todo lo que le prometió fueron palabras vacías que llenaron el corazón de mi madre y terminaron hiriéndola. 

|| Damaged || Suga ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora