Capítulo 43

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¡Deja de ser una maldita llorona! 
¿Tienes idea de lo patética que estás siendo? 
No sólo ahora, siempre lo eres y nunca dejarás de serlo.  
Les das verguenza a todos los que te rodean. 
Tu madre estaba feliz cuando murió porque por fin pudo librarse de ti. 
Tu padre era feliz hasta que llegaste. Todos estaban bien hasta que llegaste. 
Yoongi tiene razón. Termina con todo esto ahora. ¡Hazlo! ¡Hazlo ahora! 

—¿Hazel? ¿Estás ahí? —escucho la débil voz de Matthew de fondo mientras la poderosa voz dentro de mi cabeza sigue hablando. ¿De verdad es él o también está en mi mente? 

No le contestes. Él también cree que eres patética y una molestia. 

Me incorporo con la espalda pegada a la puerta y estiro el brazo izquierdo, tanteando la pared hasta encontrar la llave de la luz. Mis latidos son acelerados. Duelen tanto que creo que una grieta aparecerá en el medio de mi pecho y se quebrará en dos. Tengo la garganta y la boca secas de inhalar y exhalar el doble o el triple de veces de lo que usualmente una persona hace. 

—Abre la puerta —la perilla redonda y dorada gira con intención de abrir la puerta y no logra tener éxito debido a que tiene la traba puesta. 

Aléjate de la puerta y termina lo que tu madre te impidió hacer. Haz algo bien en tu miserable vida por una vez. ¡Hazlo ahora! 

Extiendo la mano hacia la traba y la retiro rápidamente cuando veo mi muñeca al descubierto. No sé en que momento se me salió la venda o si me la quité yo, pero allí está, tirada en el suelo, a mis pies. Aún no se formó una costra sobre las heridas y diferentes matices rojos le dan un aspecto irritado y doloroso; un rojo opaco, propio de sangre coagulada, marca el trazo de las cortadas de un extremo al otro y éstas, a su vez, están rodeadas de un borde rojo más suave, el cual va desvaneciéndose a medida que se aleja de la herida.

De repente, siento que la piel me arde y tengo esa sensación de que algo filoso la traza. No es sólo en la muñeca. Todo mi brazo derecho arde, como si estuviese siendo cubierto con pequeños cortes invisibles. 

—¡Hazel! ¡Abre la puerta! —exige la potente voz de Yoongi, acompañada de golpes que sacuden la puerta. 

No soporto el ardor. Lo siento; siento una fría y afilada punta sobre mi piel, a pesar de no que no hay nada. Abro la canilla del agua y meto el brazo debajo de ésta, pero sólo logro que el agua sea como poner sal en una herida. ¿Qué me sucede? 

Mira en el closet... hay unas tijeras. 
Tómalas. 
Hazlo. 
Tómalas, tómalas, tómalas... 

La voz se vuelve un disco rayado y acalla cualquier otro sonido a mi alrededor. Sólo es ella y mi respiración agitada, temor y confusión.

—¡¿Quieres que las tome?! ¡¿Eso quieres?! —digo entre dientes. 

Me paso las manos por los ojos para borrar las lágrimas, aclarar mi vista y voy al closet. Arrojo al suelo todo lo que veo: frascos de acondicionadores y champú, desodorantes, pasta dental, cremas, toallas. No uso la mayoría de las cosas, pero al parecer Ann creyó que si lo haría. Cuando tiro la última toalla blanca, un brillo metálico queda al descubierto. En el momento que tomo la tijera, esa maldita voz de pesadilla desaparece. 

O al menos, eso es lo que me hace creer. 

Clavala en tu cuello, es más rápido. 
Hazlo. Vamos, hazlo. Eres horrible, patética, nadie te quiere, estás sola... ¡hazlo! 

El temor mismo me paraliza. Nunca tuvo un tono suave y amigable, sin embargo, no recuerdo haber oído un sonido tan aterrador como éste. Ni siquiera de alguna película o alguna pista de audio. 

|| Damaged || Suga ||Onde histórias criam vida. Descubra agora