Capítulo 41

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Sigo el taxi con la mirada hasta que un camión pasa y bloquea mi vista. Namjoon parecía otro chico, no el quejumbroso pero amable chico que había sido desde que lo conocí. Una furia apacible brillaba a flor de piel en sus ojos y su rostro extrañamente inmutable le otorgaba una expresión sombría y misteriosa. Le preguntó varias veces a Hoseok qué sucedió, sin embargo tengo la sensación de que ya lo sabía. 

Regreso a la tienda y una clienta entra detrás de mi. Antes de rodear el mostrador, veo un papel tirado en el suelo y lo tomo. Tiene nombres y números escritos con la letra de Namjoon. Debió haberlo tirado cuando apareció Hoseok. Hay dos columnas de números pero no puedo darles un significado; no parecen ser un patrón o dirección, edades o números de teléfono. Al final de la columna de nombres, está el nombre que creo haber oído que Hoseok mencionó, Shayne, seguido de un tres y un doscientos cincuenta. De igual manera que con el resto de los nombres, no le encuentro sentido a la secuencia de números que lo acompaña. 

La señora apoya los productos que eligió sobre el mostrador y guardo el papel en mi bolsillo, abollándolo. Cuando se va, tomo mi celular y le envío un mensaje a Namjoon. La respuesta llega unos minutos después.

Está bien, se quedará en el hospital un par de horas más. 

Se me ocurre preguntarle sobre el papel, sin embargo escribo "¿Qué fue lo que pasó?" y se lo envío. 

Un hombre le robó el dinero de los pedidos y él se resistió. 

¿Que le robaron? Solo un golpe era necesario para dejarlo inconsciente y quitárselo, no hacía falta ensañarse de esa manera. Parecía que, quien fuera que lo golpeó así, tenía intención de matarlo directamente. 

Me apresuro a cerrar antes de que alguien más venga. Trabo las ventanas y echo un último vistazo panorámico por la puerta en busca de algo o alguien sospechoso. No creo que Namjoon me haya repetido unas mil veces más o menos que me fuera una vez que cerrara todo sólo porque se le ocurrió. Recuerdo el rostro ensangrentado de Hoseok como si lo tuviera adelante mío y, no es miedo, sino inquietud y preocupación. Pronto, esos sentimientos se van transformando en paranoia. ¿Qué tal si la misma persona que le hizo eso a Hoseok, viene y me hace lo mismo o algo peor? 

Ya que Namjoon no está, debo hacer lo que él siempre hace después de cerrar: cuenta el dinero de la caja y lo guarda en otra en el cuarto de atrás. Le pongo llave a la puerta de adelante y apago las luces del frente. Después de unos quince minutos, escucho unos golpes provenientes del frente. Asumo que será algún cliente fijo al que le resultará raro que la tienda esté cerrada antes de las seis, sin embargo me doy cuenta de que me equivoqué cuando escucho cómo el vidrio de una de las ventanas se rompe en incontables pedazos. Las hojas de ésta están del lado de adentro, un raro diseño. 

—No hay nadie —dice una voz masculina. 

Avanzo con pasos lentos por la oscuridad y casi tiro unos paquetes de arroz de una de las estanterías. 

—¿Le habrá llegado el mensaje que le envié? —pregunta otra voz masculina con aire de burla.   

—Tal vez... si pudo llegar —dice el primero entre risas. 

¿Están hablando de...? Yo sabía que no fue sólo un robo cualquiera. 

Mi celular empieza a sonar y mi corazón por poco sale disparado de mi pecho del susto. Con manos temblorosas intento silenciarlo, pero los nervios me traicionan y se me cae dos veces antes de poder rechazar la llamada. 

Que no hayan oído, que no hayan oído... 

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —pregunta la segunda voz, acompañada de unos golpes en la ventana. Me paralizo; detengo mi respiración y clavo la vista en la madera opaca de las persianas de la ventana. Si pudiera, hasta detendría mis latidos acelerados para asegurarme de no emitir ningún sonido en lo absoluto. 

|| Damaged || Suga ||Where stories live. Discover now