Capítulo 44

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Está parado frente a mi, sin embargo luce ausente. No sé si realmente me está viendo a mi o a otra persona. La melancolía en su mirada oprime mi pecho, un bloque de hierro macizo aplasta mis costillas. Se ve tan vulnerable, tan diferente a como es él usualmente. Hace un rato lo abracé porque tenía miedo, ahora siento la necesidad de hacerlo para aliviar esa nostalgia que parece llevar adentro de él. 

—¿Qué error? —pregunto y mi voz lo trae de regreso de donde sea que se había ido. 

Sus músculos faciales se tensan y rápidamente endurece su expresión, pero no es suficiente para lograr borrar esas lágrimas estancadas en sus ojos que amenazan con rodar por sus mejillas. 

—Baja a cenar algo antes de dormir —me ordena con voz monótona y, antes de darme tiempo a insistir con la pregunta, se va. 

Eludir responderme sólo hace que piense mil situaciones para darme esa respuesta que me negó y no puedo decidir cuál elegir. ¿Qué tan grave es el error que cometió para que lo llevara al punto de casi derrumbarse? Por un momento, se me cruzó por la cabeza que podría estar casi tan dañado como yo. ¿Por qué no? Las personas dañadas saben muy bien cómo ocultar su dolor y cicatrices, hasta que en un momento de descuido, éstos quedan expuestos y, aunque los vuelvan a camuflar con sonrisas y actitudes despreocupadas, una vez que han sido vistos, han sido vistos. 

En la cocina, me encuentro a Matthew sirviéndose una porción de pizza con queso que cae por los lados y me ofrece la caja para que me sirva. Amolda sus labios en un intento de formar una sonrisa en su rostro, pero se le da terrible disimular lo incómodo que está conmigo. 

—Ahora entiendo por qué no vives solo, vivirías a pizza y comida rápida —me burlo de él para distender el ambiente y le doy una mordida a la porción en mi mano. Matthew vuelve a sonreír, esta vez parece más convincente. 

—Espero que mi futura esposa sepa cocinar o estaré en bancarrota en menos de un mes por destinar toda mi paga a las casas de comida rápida —dice antes de meterse casi media porción entera en la boca. 

El queso está a temperatura ideal, la salsa no está demasiada picante y los bordes son como pan recién sacado del horno; no podría estar más deliciosa. Si tan sólo tuviera apetito. No sé cómo puedo estar tranquila, comiendo pizza con Matthew cuando Ann parecía estar haciendo una cena especial para todos. Las ollas con la comida que estaba preparando aún están sobre la cocina, sin un pequeño fuego azul que las caliente desde abajo y vapor que salga de ellas. Son otra prueba de que siempre arruino todo. 

—En un rato van a volver —dice Matthew, contestando la pregunta que me estaba haciendo en mi mente, al ver que miro fijamente los utensilios detrás de él. 

Devuelvo la porción de pizza a la caja. Si como otro pedazo, vomitaré. Lo último que comí fue en el hospital, sin embargo, mi estómago se revuelve como el mar en medio de una tormenta. 

—¿Estás bien? ¿No te gusta? —me pregunta Matthew.

—No tengo hambre —curvo la comisura del lado derecho mi boca hacia arriba. 

—Tienes que comer algo. Si quieres pido otra cosa, o veo si hay algo que pueda calentar en el microondas —insiste y niego con la cabeza. 

Entonces cierra la caja con poco más de media pizza todavía intacta y la mueve a un lado. Se acomoda en su asiento, estira la espalda y apoya los codos sobre la mesa; mantiene la vista abajo y juega con sus dedos. Va a empezar un interrogatorio, lo sé. 

—Me voy a dormir —digo mientras me levanto. Sorprendido y con sus ojos puestos en mí, abre la boca para decir algo, no obstante, piensa que es mejor idea que las palabras queden en su cabeza y no decirlas en voz alta. 

|| Damaged || Suga ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora