Capítulo 51

5.7K 623 138
                                    

Nunca antes me sentí tan segura de estar en el momento y lugar indicados. Lo siento; aquí debo estar. Aquí debe suceder. Con el rostro empapado en lágrimas, inhalando y exhalando aire que lastima mis pulmones, enceguecida por luces y oyendo como el motor ruge sin desacelerar a medida que avanza hacia mi.

Y sin miedo; sin miedo de dejar todo atrás. Esa chica que sonríe con una mirada triste que el espejo me devuelve cada vez que me miro en él, que finge ser fuerte cuando la realidad es que se quiebra con la más mínima corriente de aire, que se engaña a si misma diciendo que todo mejorará; ésa no soy yo. Respondo al nombre que mi madre me dió, pero hace tiempo que Hazel desapareció. No sé en qué momento o cómo fue, simplemente se esfumó, dejando atrás esto que soy hoy.

«¡Vamos! ¡ Atropéllame de una puta vez!» un grito silencioso nace en mi interior. No voy a moverme. Ni un centímetro. No por mis propios medios. 

Cierro los ojos, las luces se apagan. Aprieto los puños, detengo mi respiración y una brusca y tardía frenada intenta cambiar mi destino. No se puede cambiar el destino. Puedes huir de él, pero sólo por un tiempo. Puedes dar vueltas y vueltas, tomar infinidades de caminos, arrepentirte a mitad de éste y retroceder para poder elegir otro; sin embargo, tarde o temprano, te darás cuenta de que cada uno de ellos te llevan al mismo lugar. 

Segundos después algo me derriba, sí, pero no de la manera que esperaba. El único impacto que siento es mi codo contra el áspero pavimento de la calle al caer de costado sobre ésta. Unos brazos temblorosos me sostienen con torpeza mientras me voltean de boca al cielo y levantan mi torso, haciendo que me siente.  

—No, no, no...   

Sollozo cada vez más fuerte, al mismo tiempo que golpeo a Yoongi con fuerza, nada de golpes de niña que no quiere romperse las uñas. Golpes de verdad, llenos de furia, bronca y frustración. Atino a darle golpes a su torso, pecho, brazos, rostro, donde sea. Me duelen los nudillos de proporcionar golpe tras golpe sin pausa y debe dolerle a él también cada vez que mis puños se estrellan contra su cuerpo, sin embargo no se mueve, salvo para asegurarse de no soltarme.  

Mis monosílabos me ahogan. Mis lágrimas me ahogan. Respirar me ahoga. Todo debía terminar, no continuar.   

—¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te...

Yoongi detiene mi hablar cruzando mi rostro de una bofetada

—¡Hazel, basta!¡Por favor, detente!—brama en mi rostro—. Detente, por favor —ruega suavizando su voz. 

Ya sin la catarata de palabras que emanaban de mi boca, el aire ingresa atropelladamente en mis pulmones. Yoongi lleva su mano a mi mejilla y la acaricia, haciendo que el golpe de la bofetada ceda con cada roce. Sus ojos están sumergidos en lágrimas que se rehúsa a dejar salir; éstos reflejan una lucha interna por no darles rienda suelta de ningún modo. 

El conductor del auto, otro estudiante, desciende de éste, agitado y asustado. Balbucea palabras entrecortadas con el fin de dejar en claro que él no tuvo la culpa de casi atropellarme, a pesar de que nadie le pidió explicaciones o lo culpó. 

El flagelo físico y emocional me azota con golpes invisibles, no obstante, muy reales. Mi pecho se va a partir en dos, lo sé, y lo peor es que no me va a matar. Me sentiré morir, estaré más cerca de eso que de vivir, pero no moriré. Si tan sólo lo hiciera, si tan sólo el propósito de sentirme así fuese matarme, ¡Dios! ¡hasta lo disfrutaría! 

—¿Por qué... —mi voz es devorada por mi llanto, el cual me cuesta controlar con cada segundo que pasa. 

Yoongi me aprisiona entre sus brazos para mantenerme quieta y hacerme dejar de lanzar golpes contra él. Tensa sus brazos a mi alrededor, como si pretendiera exprimir hasta la última lágrima de mi cuerpo, pero mi frustración y angustia son el combustible que las alimenta y les dan fluidez. Mientras ellas duren, también lo hará mi llanto. 

|| Damaged || Suga ||Where stories live. Discover now