Capítulo 12

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Me creía más fuerte que esto, que tenía la fortaleza y determinación que tenía mi madre pero dejé que, con unas cuantas palabras, me rompiera en pedazos. Aquel hombre que me prometí a mi misma dañar de la misma forma en la que nos dañó a ambas, terminó con lo que quedaba de mi. No tengo a dónde ir, no tengo a nadie y siento como si me desvaneciera de a poco. 

¿Así se siente darse finalmente por vencido? 

 No comprendo por qué la decepción es tan grande, cuando, de un modo u otro, sabía que esto pasaría. Tenía esa pequeña esperanza de que no fuera el hombre que yo creía que era y por confiar ciegamente en esa ilusión, ahora estoy pagando el precio. ¿Cuándo será que mi corazón termine hecho polvo para que ya no haya ningún pedazo, por más pequeño que sea, que romper? ¿Cuántas decepciones más? ¿Cuántas desgracias más faltan hasta que eso suceda?

Cuando escucho la puerta principal cerrarse de un portazo, yo ya estoy a varios metros de distancia, arrastrando mi equipaje y ensuciándolo con la tierra del breve camino no pavimentado que hay entre la casa y la ruta. No volteo a ver quién salió y tiro de las valijas con todas mis fuerzas para apresurar el paso. 

"¡Hazel!" esa maldita voz, desearía nunca haberla escuchado y mucho menos escuchar cómo suena mi nombre en ese tono grave y frío suyo porque no creo poder olvidarlo nunca más. Unos segundos después, se para frente a mi y me bloquea el paso.

"Debemos hablar, por favor" ruega con la respiración agitada por la corrida.

Sí, debemos; lo menos que creo merecer es alguna explicación por la cuál hizo lo que hizo pero, al mismo tiempo, no quiero oírlo. No soporto escucharlo ni un segundo más y no hay nada más que quiera decirle que no le haya dicho ya. 

Me quedo inmóvil y en silencio con la vista borrosa en mis pies porque no quiero mostrarle que éstas lágrimas que caen por mi rostro son por culpa suya aunque, realmente no hay una manera eficaz de ocultarlas.

"Si no quieres hablar, está bien, pero escucha lo que tengo para decirte."

Mi cabeza me dice que no lo haga, que me mantenga firme con mi decisión de largarme cuanto antes de este lugar a dónde sea, sin embargo, ese desastroso pero perseverante corazón que tengo, me pide que le una oportunidad de decirme lo que tenga para decir. No quiero estar ni un segundo más cerca de él pero tengo muchos "por qués" que llevan años sin ser respondidos y él es el único que puede darles respuesta. 

Llevada más por la curiosidad que por sentir que realmente se merece que le dé una oportunidad, me permito escuchar a mi corazón y arrastro una de las maletas de vuelta a la escalera de la entrada mientras él lleva la más pesada. Me indica que me siente en el escalón inferior y procuro sentarme pegada al barandal para poner la mayor distancia posible entre ambos mientras él se acomoda en el otro extremo. Apoya los codos sobre sus rodillas y junta sus manos en el centro. 

Sólo le daré una oportunidad porque para mi significa la oportunidad de obtener las respuestas que he estado buscando desde que tengo uso de razón.

"Lamento muchísimo la muerte de tu madre y no hay manera en que pueda imaginar el dolor por el cual estás pasando. Si hubiese una manera de evitarte todo ese dolor, juro que lo haría."

No, no tiene idea lo que tener un corazón totalmente destrozado y abatido que aún sigue latiendo; ni él ni nadie. Me muerdo el labio con fuerza para evitar llorar más, pero ya estoy hecha un mar de lágrimas turbulento. Siento su mano sobre mi hombro izquierdo y lo sacudo como si quisiera quitarme un bicho de encima.

"Recuerdo cuando conocí a Emma" continúa luego de tomar un respiro hondo. "La primera vez que la vi, supe enseguida que era diferente a las demás; tenía como una luz que flotaba a su alrededor, con la cual irradiaba a todo aquel que se paraba junto a ella y los transformaba, era como si les transmitiera felicidad a través de su sonrisa, su voz, su mirada. Otra cosa que recuerdo es que mis amigos de aquel entonces, todos la querían tener, se peleaban por ver quién la conquistaría primero y me acuerdo que yo pensé que nunca tendría una chance con ella" hace una pausa como si regresáse en el tiempo a  ese momento y luego prosigue. "Se esforzaba tanto en ocultar su acento británico que siempre terminaba hablando de forma graciosa y yo me burlaba de ella aunque no de verdad; lo hacía para llamar su atención. Me acuerdo que la primera vez que hablamos, pensó que yo era vagabundo y ver lo avergonzada que estaba y cómo su rostro entero se había vuelto rojo cuando descubrió que no lo era, era realmente tierno. Pasaron los días y su grupo de amigos pasaban casi todo el día con mi grupo de amigos y así, fuimos haciéndonos cercanos hasta que, sin darnos cuenta, terminamos enamorándonos."

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