113. Nazareth

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Hola, soy Nazareth. Primero que nada quisiera agradecerles y felicitarlos por esta maravillosa iniciativa a la cual se han sumado, me encanta que haya tenido tantos éxitos y mis deseos que esto continúe hasta que cada persona tome conciencia de lo que realmente es el bullying y que entre todos podemos hacer cada día un poquito mejor el mundo.

Quisiera contarles mi historia, no sé si a alguno también le sucedió pero me encantaría que la leyeran.

Desde que recuerdo, los adultos siempre me dijeron que era una niña muy simpática, dulce, respetuosa, etcétera. Todos los sinónimos de "linda niña" yo los recibía. Asimismo, yo intentaba agradarle a todas las personas y lo lograba, o eso creí hasta que tuve ocho años y tuve que cambiarme de turno (aquí en Argentina existen dos turnos para ir a la escuela, turno mañana y turno tarde). Como era muy dormilona me cambié al turno tarde, no creía que sería un problema, pero me equivoqué.

En tercer grado, sufrí bullying por parte de la maestra a la vez que incentivaba a mis compañeros a hacer lo mismo, no directamente, claro.

Para mí, el nivel social o económico de una persona jamás representó un impedimento para hacer amistad. Yo era amiga de todos. Pero la maestra no lo veía así. Siendo hija de una madre soltera que se sacaba el alma para mantenernos a mis hermanas y a mí, ir a una escuela pública y no siempre contar con los materiales extras que nos pedía la maestra era víctima de la exclusión de esta. Para colmo, en ese año tuve un problema en mis ojos y siempre estaban irritados, muchas veces se formaban lagañas alrededor de ellos, otra razón para excluirme aún más.

Siempre que ella llegaba, en mi inocencia, iba a saludarla y ella ponía una tonta excusa para no devolverme el saludo que yo creía. Cuando era la hora del recreo yo salía con algún compañero a jugar, yo sola me incluía en cualquier grupo, (no recuerdo que hubiera un grupo de los "populares" y otro de los "inadaptados", estábamos todos mezclados). La maestra, cuando veía que algún chico de un nivel social más alto que yo estaba jugando conmigo lo llamaba y le mandaba a no-tengo-idea-a-donde y no volvía en todo el recreo.

Pero lo que más me marcó y lo que produjo que mi autoestima cayera por los pisos y no pudiera recuperarme durante mucho tiempo, fue cuando dio una charla sobre la salud e higiene. Entre otras cosas, dijo que cuando alguien tenía lagañas era porque no se bañaba y que seguramente también tenía piojos y que eso era contagioso y muchas cosas que todos escuchábamos con atención y hasta a mí me pareció muy interesante, no pensé que ella hablaba indirectamente de mí. Cuando llegó el recreo, TODOS se empezaron a burlar de mí y a pelearme y a no permitirme acercarme a ellos, no sé quién me dijo que cuando alguien se ría de mi yo tenía que reírme con ellos, algo que no funcionó porque hizo que las burlas se acentúen y continuaran durante mucho tiempo.

Empecé a faltar mucho a clases, lloraba cada vez que me llevaban y siempre inventaba una excusa para que me dejen salir temprano de la escuela. Odiaba ir, odiaba todo. Mi error fue no decir nada a nadie, nadie sabía lo que yo estaba pasando, nadie entendía por qué me hice una niña retraída, nadie podía entender por qué ya no quería jugar con los hijos de los patrones de mi mamá.

No quería causarle problemas a mi madre porque, aunque siempre estuvo para mí para lo que fuera, verla tan cansada a la vuelta de su trabajo me impedía querer aumentarle un problema más.

Recién pude hablar cuando tenía diecisiete años pero hasta ese momento no tenía a alguien a quien llamar mi amigo/a. Las risas de mis compañeros quedaron marcadas en mi mente tanto que, cuando empecé la secundaria, era imposible socializar con alguien sin creer que ella ya tenía un diccionario de insultos hacia mí; mi vocabulario se había limitado a monosílabos y luego a hacer gestos con el cuerpo. Me tacharon de "rara" y se dieron por vencidos de querer hacer amistad conmigo. Pero simplemente no podía, se me había olvidado lo que era tener amigos o cómplices con quien compartir un secreto.

Por eso, animo que no se queden callados. Hablen, busquen ayuda, griten si es necesario, porque SIEMPRE hay alguien que está para lo que sea y les va a brindar la ayudan que necesitan. Yo me callé y ahora veo que me perdí mi infancia y mi adolescencia y no las voy a volver a recuperar.

Gracias chicos por leerme, y por hacer esto.

Un abrazo

IkxtMSQ246

BULLYING STOPS HEREWhere stories live. Discover now